Usted está aquí: lunes 3 de julio de 2006 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Se acabó el México maravilloso de las campañas

En vísperas de las elecciones crecieron el PIB, la generación de empleos y la inversión

Será por la euforia democrática que la jornada electoral provocó en algunos de ellos (antes priístas empedernidos, después panistas rozagantes y ahora "republicanos" a secas), pero ciertos barones del dinero parecen necesitar gafas de alta graduación.

Si se atienden sus coincidentes declaraciones, emitidas a lo largo del proceso electoral, lo único que ellos esperan es que con el candidato presidencial vencedor "sigan seis años más de crecimiento económico y bienestar para todos los mexicanos".

Una de dos: o equivocadamente creyeron que su candidato resultó victorioso y, por ende, hay que alabar el "cambio con continuidad", o de plano se referían a otro país.

Nadie medianamente informado, y las personas de menores ingresos son las más documentadas sobre la materia, puede hablar de "seis años más de crecimiento", cuando se sabe que en los seis anteriores la tasa promedio anual de crecimiento económico a duras penas llegó a 1.8 por ciento, proporción que podría incrementarse a 2.1 o 2.2 por ciento, no más, si algunas proyecciones gubernamentales se cumplen.

Se manifiestan a favor de que "sigan" el crecimiento y el bienestar para todos los mexicanos -así, en general-, pero los barones difícilmente pueden avalar ese "logro" económico del foxismo, por demás ausente, en especial si el grueso de ellos reporta incrementos en sus activos, ventas y utilidades diametralmente opuestos al promedio de "crecimiento" de la economía nacional.

Es tal su fortaleza, que en 2005 la Cepal colocó a la economía mexicana en el escalón 19 (de 23 posibles, es decir, el total de países analizados), sólo arriba de Haití.

Pragmáticos, los barones aseguran que "no sacaremos nuestras inversiones de México, sin importar quién gane la Presidencia de la República". Lo anterior no es una cortesía con la democracia, sino el tácito reconocimiento de que como México no hay dos, en utilidades, en exenciones fiscales, en "facilidades para los negocios" con y desde el poder, con el paraíso (para ellos).

Los barones, pues, requieren gafas de alto calibre para leer los resultados y estadísticas del país (las que afectan a los 103 millones de mexicanos), porque las relativas a sus negocios y utilidades las registran de maravilla. Si no son gafas lo que necesitan, entonces tendrán que corregir su tradicional cinismo a la hora de tomar el micrófono y hacer declaraciones de contenido político para quedar bien con el inquilino de Los Pinos en turno.

Eso por el lado de los barones, porque para los mexicanos de a pie las 18 horas de ayer marcaron el regreso brutal, dramático, de la realidad. Es una lástima, pero a partir de esa hora -sino es que desde el cierre formal de campañas- se acabó el México maravilloso, el México electoral, o lo que es lo mismo aquel de la bonanza, de los miles y miles de empleos permanentes y bien remunerados, de la creciente inversión y del rebosante gasto público -encadenado durante seis años-, de la reducción de la deuda, de los aciertos y los "trascendentales logros" gubernamentales, de las excelentes noticias cotidianas, de la chistera virtual del poder.

Lo anterior, por lo que en este espacio se comentó el pasado sábado, en el sentido de que justo en vísperas de la jornada electoral, y como por arte de magia, el gobierno federal asegura que se generan miles de empleos formales, aumenta la inversión, crece el PIB más allá de lo originalmente estimado, el desempeño económico es "excelente", la deuda externa se reduce, no hay riesgo de nada -salvo de ser feliz-, aumenta la captación fiscal y tantas otras noticias maravillosas que fluyen de las instituciones públicas. En cinco años y pico de estancia en Los Pinos, el gobierno del "cambio" incumplió sus promesas a más no poder. En ese periodo no pudo ni con lo más fácil, pero, ¡sorpresa!, en unos cuantos días de la chistera foxista han salido más conejos gordos y cachetones que de costumbre, para "demostrar" lo bien que está el país y lo mejor que le iría de mantener la escuela en la ex Hacienda de la Hormiga.

Esta aberrante práctica de la clase política mexicana debe erradicarse de inmediato. Ya los mexicanos cumplieron con la democracia (con esa mínima parte que la señora les permite, su voto cada tres y seis años); de tiempo atrás la impulsaron (por mucho que los chiquillas y chiquillas de las buenas conciencias presuman que ellos y sólo ellos la inventaron) y durante largo tiempo pagaron la factura, hasta que lo lograron.

Entonces, justo y urgente es que ella ahora cumpla cabalmente con los mexicanos.

Las rebanadas del pastel:

Y en medio de todo esto, la sangrante boca de don Millonésimo Cepeda pide al nuevo presidente de la República actuar con "honestidad" y acabar con la "impunidad", que de eso el prelado sabe un resto. Eso sí: "¡cuidado con equivocamos (con el voto), porque vamos a llorar!"... Por razones de hora de cierre no alcanzamos los primeros datos del PREP, pero ya sabemos quién ganó.

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