Usted está aquí: miércoles 12 de julio de 2006 Cultura Wendy Guerra lleva al lector por una Cuba íntima, sin prejuicios

Mañana presenta el relato con el que ganó el Primer Premio de Novela Bruguera

Wendy Guerra lleva al lector por una Cuba íntima, sin prejuicios

Todos se van ''tiene una columna vertebral autobiográfica con mucho de ajeno''

Luego de la Revolución, ahora necesitamos que el sentimiento propicie las consignas, dice

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Wendy Guerra, ayer, durante la entrevista con La Jornada. La escritora cubana presenta ''el paisaje humano'' de su país Foto: Roberto García Ortiz

Nieve Guerra es una niña cubana nacida en 1970 que empieza a escribir su diario a los ocho años de edad. Es hija de los hijos de la Revolución. Con sus palabras toma de la mano al lector para llevarlo por una Cuba íntima, sin prejuicios, sin idealizaciones.

Así es la protagonista del relato Todos se van, con el cual la poeta Wendy Guerra (La Habana, 1970), obtuvo el Primer Premio de Novela Bruguera.

Se trata de una narración que, como explica la autora en entrevista con La Jornada, tiene ''una columna vertebral autobiográfica con mucho de ajeno".

Fue su agente literario quien la convenció de hacer un libro a partir del diario que Wendy comenzó ''para que no se aburriera" a iniciativa de su madre y que sin duda, dijo el agente, sería más interesante que una reflexión acerca de la vida de Anaïs Nin (Posar desnuda en La Habana: diario apócrifo de Anaïs Nin), trabajo antecesor de Todos se van.

''Este libro también fue una oportunidad para rencontrarme, unir partes, sacudirme desde esa especie de francotirador interno que uno a veces tiene, para pensar qué es lo bueno y qué lo malo que hay en el pasado y si uno lo ha sabido manejar".

Por suprimir las mentiras

En las páginas de Todos se van que hacen referencia al invierno de 1988, la joven Nieve escribe: ''Alguien pisó la imagen del Che en una exposición a la que fui esta noche. Alguien fue llevado preso por pisar una imagen del Che en el suelo de una galería de arte. Dicen que era uno de los Arte Calle pero no estoy segura.

''Siempre paso caminando de prisa por La Rampa, caminando sobre las cerámicas del suelo, todos los días miles de personas pisan obras de Wifredo Lam y Pedro Martínez, pero no es lo mismo. Mienten. El arte y la política son diferentes. Nadie puede pisar la imagen de un héroe. No sé si fue un performance, la obra estaba allí y en la confusión alguien se sintió dueño de lo que nos dijeron que era nuestro karma para toda la vida y caminó sobre ello y se vio como una vejación."

La autora explica que llegó a pensar que este libro iba a despertar incomodidad, ''porque la historia lleva a los extremos de alegría, de frenesí, de tristeza, de incomodidad, esa es la palabra, pero no. Ha provocado una ternura interminable. La palabra compasión no es con la autora, ni con el protagónico, sino con la situación en la que pongo a los personajes."

Añade que muchos compatriotas le han dicho, después de leer el libro, llorando: '''¿Qué es lo que nos está pasando?', '¿por qué no nos estamos diciendo la verdad?', 'esto debe ser el inicio del fin de las mentiras, de poner el punto final y empezar a sacar la verdad humana, más que política, acerca de nosotros en Cuba'. Y es que este libro habla sólo de eso, de humanidad, de paisajes personales".

Cuando a Wendy Guerra le preguntan cómo reaccionó el presidente Fidel Castro al conocer su libro, el cual podría parecer una crítica al gobierno cubano, ella responde entre risas: ''No soy tan importante, no creo que Castro sepa que existo. Si un escritor no hace una carrera política no le importa a un político. Me imagino que, desde el punto de vista humano, sólo los sociólogos, sicólogos o críticos de arte son lo que están reaccionando ante este libro.

''Los escritores que crean que los presidentes piensan en ellos se equivocan, a menos que hayan tenido misiones diplomáticas trascendentes. A mis 35 años y con un pequeño premio Bruguera no creo que le importe a algún mandatario. Esta historia le debe importar a los de a pie, a quien va a las librerías o las bibliotecas en busca de algún tema para reflexionar."

Ausencia y necesidad

Guerra afirma que luego de la Revolución Cubana, se decía en su país que una consigna podía más que un sentimiento, ''pero ahora necesitamos que el sentimiento sea lo que construya las consignas, que éstas no tomen el lugar de los sentimientos porque eso no nos ha dado resultado.

''En el libro presento el paisaje humano de un país, un paisaje que no creo que sea local, pues en cualquier lugar del mundo existen mujeres que conocen hombres que entran y salen de sus vidas como visitaciones, y les dejan marcas, heridas, las cuales conforman un mapa personal."

En 2004 murió la madre de Wendy. Fue cuando revisó sus diarios y se topó, afirma, ''con una niña muy lúcida, muy adulta, que me asustó mucho; no pensé que podría estar tan marcada por lo que me pasó. Para publicarlo le bajé un poco el fuego a las peripecias, pensé que no eran verosímiles para un lector común, que les sonaría muy melodramático.

''Mi madre perteneció a una generación que le costó mucho madurar, eran los hijos de la Revolución. Nosotros, sus propios hijos, fuimos su llamado de atención para recordarles que ahí estábamos, que los necesitábamos. Maduraron un poco con la ausencia y la necesidad."

El libro Todos se van, de Wendy Guerra, se presentará mañana a las 19:30 horas en el Museo Casa de la Bola (Parque Lira 136, Tacubaya).

Participarán Xavier Velasco, Eliseo Alberto y Rafael Ramírez Heredia.

 
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