Número 121 | Jueves 3 de agosto de 2006
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Del mercado de los cuerpos a la política sexual

Las prostitutas de Amsterdam despertando el deseo de los turistas que transitan por el otro lado del cristal, los adolescentes que ofrecen servicios sexuales a turistas o ejecutivos en Bangkok o Acapulco, el cibernauta estadounidense que descarga videos eróticos grabados en Checoslovaquia, el obrero mexicano que se detiene en un puesto a comprar una película pornográfica pirata antes de abordar el metro. En los hombros de todos estos personajes, liberados cada uno en su ámbito de las ataduras y represiones tradicionales ligadas al sexo, descansa una lucrativa industria mundial que en buena medida ha impulsado una imagen globalizada de la sexualidad.

El sexo no es privado, de hecho está en el centro de todo y de todos. Como nunca, los apetitos carnales se han homogeneizado. Cualquier espectador adulto las prefiere delgadas y con pechos grandes, o atléticos y con un pene por arriba del tamaño promedio. Las mujeres desean saber los trucos para hacerlos gemir de placer o lo último para estimular el punto G. Los antros son puntos de reunión, ligue y sexo entre jóvenes. La televisión semeja un desfile de abdómenes planos y pechos rebosantes. El paraíso de las libertades y el lado afortunado del neoliberalismo para algunos; la tierra del pecado y el daño colateral del progreso para los conservadores. Entre una y otra nociones flota la desigualdad que hace del placer de unos la explotación de los otros.

Y aunque no hay nada nuevo bajo el Sol —en 1900 Viena fue catalogada como una ciudad decadente por su crecimiento acelerado, su diversidad cultural y su amplia oferta sexual—, hoy más que nunca parece cierta la premisa de Sigmund Freud (él mismo partícipe de la jauja ambiente): la sexualidad es el centro de la vida social y, parece agregar Dennis Altman en Sexo global, la mantienen en ese lugar las fuerzas económicas y las políticas globalizadas.

Todo lo susceptible de ser comercializado es válido. Pero esta globalización dista de ser sólo un fenómeno de mercado. La movilización política también participa de la apertura global. Los movimientos de la diversidad sexual, la organización de las y los trabajadores sexuales, los grupos feministas, que han hecho de la equidad de género una noción políticamente correcta, también empujan las libertades y aprovechan, no siempre en acuerdo ideológico, la fuerza arrolladora del capital. Dice Altman: “La marcada politización del sexo en las sociedades ricas es un producto del capitalismo de consumo y de los movimientos políticos, aunque sea difícil desentrañar cuál de los dos factores es más importante”, y propone: “Una política sexual significativa en un mundo globalizado debe involucrar tanto las desigualdades de un orden socioeconómico más grande, como aquéllas implicadas en las estructuras más amplias de sexo y género”. (Fernando Mino)

Dennis Altman. Sexo global. Del nuevo desorden amoroso a la mundialización de los apetitos. Editorial Océano, México, 2006. 319 pp.