Usted está aquí: lunes 4 de septiembre de 2006 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

La política del altoparlante

En medio de la crisis política, el inquilino de Los Pinos dice que ''el país marcha bien''

Ampliar la imagen Maestros albañiles, plomeros, azulejeros o carpinteros desempleados ofrecen sus servicios en la Plaza de San Jacinto, en San Angel FOTOCarlos Cisneros

Ciego frente a una cada vez más ingrata realidad nacional, sordo ante la exigencia de corregir el rumbo, el inquilino de Los Pinos no hizo mayor cosa a lo largo de su mandato que, a golpe de micrófono, intentar "convencer" a propios extraños de lo resultón que era su gobierno -como él le llama- y lo maravilloso que era vivir en el "cambio".

Copia fiel del estilo salinista -tan cuestionado por él cuando, desde la oposición, se declaraba hijo de Maquío-, Vicente Fox llega al fin, y por fin, al cierre de su temporada, y lo hace como comenzó: aferrado a la política del altoparlante (bla, bla, bla estereofónico). A 88 días de su salida de Los Pinos, el merolico contumaz -ese guanajuatense "americano" nacido en el Distrito Federal que quiere irse al rancho pero Martita se lo prohíbe- no tiene empacho en reiterar su enferma pasión, en medio de una crisis política que sacude al país: "afortunadamente, las cosas van extraordinariamente bien".

Lo anterior, dicho ayer en San José del Cabo, se complementó con "el país marcha bien, con generación de empleos y crecimiento", huecas frases que se suman a las del primero de septiembre. Como lo resumió La Jornada, entre rompimientos de "marcas históricas", alcances "sin precedentes" y un acelerado ritmo de crecimiento económico, "en estrecho vínculo entre las variaciones de la producción industrial de México y la unión americana", el sexto y último Informe de gobierno que el presidente Vicente Fox entregó por escrito al Congreso de la Unión recrea con amplitud avances sin excepción en prácticamente todos los ámbitos de la actividad económica a lo largo de su sexenio. Todo mejoró, en su opinión, salvo un detalle: "es necesario señalar que aún se requiere concretar avances en la agenda de reformas estructurales, con el fin de lograr una mejoría significativa en el mercado laboral y en la productividad de las empresas, que sustente el incremento de la competitividad global de nuestra economía".

El "acelerado" crecimiento económico que presume el micrófono presidencial, con todo y "marcas históricas" y alcances "sin precedentes", se traduce en una miserable tasa anual promedio de 2.2 por ciento -en el mejor de los casos-, la menor de los últimos tres sexenios.

La misma calificación ("acelerado", "histórico" y "sin precedentes") merece, según el micrófono oficial, la generación de empleo durante el sexenio del "cambio". Obligadamente, la referencia presidencial debe ser considerada para los puestos de trabajo que en su gobierno ocuparon los mexicanos que emigraron especialmente a Estados Unidos. En el periodo, por cada plaza que en México la economía formal generó, los paisanos ocuparon 3.3 en otros países, fundamentalmente en el vecino del norte.

A lo largo del autodenominado gobierno del cambio, la economía mexicana generó 980 mil empleos formales (eventuales 83 por ciento de ellos, de acuerdo con la información oficial hasta agosto pasado), mientras 3 millones 253 mil 663 mexicanos emigraron -principalmente a Estados Unidos- para emplearse en otro país. Entonces, alrededor de 55 por ciento de los mexicanos que en el sexenio foxista se incorporaron a la población económicamente activa encontraron ocupación remunerada fuera de nuestras fronteras, un dato no sólo espeluznante, sino -ese sí- histórico. Y la que se quedó mayoritariamente se ocupó en el sector informal /o el desempleo.

Cuando el "cambio" se sentó en Los Pinos, la tasa oficial de desempleo abierto en el país fue de 1.5 por ciento de la población económicamente activa; seis años después, se incrementó a 3.95 por ciento (julio de 2006), un aumento de 163.33 por ciento en el periodo, sin considerar a la población que emigró.

Según el megáfono oficial, el presente año ha sido "el de mayor generación de empleo, con tasas históricas". El INEGI, organismo gubernamental, contribuye a ubicarnos: en diciembre de 2005 la tasa de desocupación abierta a nivel nacional fue de 2.84 por ciento de la población económicamente activa. Si sólo se consideran las 32 principales áreas urbanas del país, y de acuerdo con los criterios de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE, levantada por el mismo instituto) la desocupación en este ámbito involucró a 3.75 por ciento de la PEA durante el mes considerado.

Siete meses después, en julio de 2006, la tasa de desocupación abierta a nivel nacional se incrementó a 3.95 por ciento de la población económicamente activa. Si sólo se consideran las 32 principales áreas urbanas del país, y de acuerdo con los criterios de la ENOE, la desocupación en este ámbito involucró a 5.2 por ciento de la PEA durante el mes considerado.

Las anteriores son algunas de las cifras que sustentan la palabra presidencial sobre el "acelerado", "histórico" y "sin precedentes" crecimiento económico, y la consecuente generación de empleo. Y lo mismo sucede al comparar otros indicadores con la realidad, mismos que el actual inquilino de Los Pinos ni los ve ni los oye.

Las rebanadas del pastel:

A finales de julio pasado, Martita Sahagún amenazó al entonces diputado Jesús González Schmal: "su fuero tiene límites", vociferó. Ya se le acabó el fuero, pero ha sido la diva de Zamora la demandada por el ex legislador.

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