Usted está aquí: lunes 4 de septiembre de 2006 Política Contaminación de ríos, playas y parques

Iván Restrepo

Contaminación de ríos, playas y parques

Además de estar contaminados los dos ríos que marcan la frontera común de México con Estados Unidos, el Bravo y el Colorado, ahora son un peligro por las inundaciones que ocasionan, especialmente el primero, desbordado varias veces en las últimas semanas. Su cauce ya no puede contener el agua que dejaron las intensas lluvias registradas en la región de El Paso-Ciudad Juárez en el último cuarto de siglo. El caudal rebasó canales y diques de contención porque la cuenca del río se encuentra azolvada. No obstante, persiste la creencia generalizada de que en el norte árido las corrientes hídricas no tienen importancia y no crean problemas en la época de precipitaciones pluviales.

Al caso del Bravo se agrega el del Conchos y los numerosos afluentes de los ríos principales. Y hasta con los arroyos cercanos a la ciudad de La Paz, en Baja California Sur, entidad que se distingue por registrar muy baja precipitación. Por falta de una política de desarrollo urbano y de cuidado del ambiente, esos arroyos se convirtieron en basurero al que van a dar todo tipo de desperdicios hogareños (colchones, muebles diversos) y los escombros de la construcción. Invadido su cauce, el agua pierde su vía natural, se represa y puede ocasionar un desastre, pues en los lechos de los arroyos construyeron sus precarias viviendas cientos de familias. Pese a la irregularidad de estos asentamientos, fueron dotados de servicios. Así lo denuncia la Unidad de Protección Civil de la entidad, que culpó de lo que sucede a la Comisión Nacional del Agua y al municipio de La Paz.

Si el lector se olvidó de un oscuro personaje que gobernó el estado de Guerrero, ahora tiene oportunidad de recordarlo. Emulando al señor René Juárez, que en abril del 2003 se metió a bañar en una playa de Acapulco para demostrar que el mar no estaba contaminado, los secretarios de Salud, Turismo y Cultura del estado de Veracruz y algunos otros funcionarios nadaron en las aguas de la playa Martí para desmentir que se encuentre en muy mal estado. El gobernador de la entidad, Fidel Herrera, dijo que todo se reducía a una "campaña negra" originada a nivel federal y por otros estados costeros que compiten con Veracruz por el turismo.

De campaña semejante se quejan en Acapulco luego de que las autoridades federales y organizaciones ambientalistas señalaron que algunas áreas marinas se encuentran contaminadas. En un principio, el alcalde de la ciudad, Félix Salgado Macedonio, reconoció que no está bien la playa de Caletilla, pero días después invitó a nadar allí porque, asegura, sus aguas tienen "propiedades curativas".

En Acapulco, al igual que en otras playas de Veracruz, Jalisco, Nayarit y Sinaloa la contaminación se debe a los aportes provenientes de las partes altas cuando llueve y a las descargas ilegales de aguas negras que hacen diversas negociaciones.

En países donde la legislación sobre la materia se cumple, se impide el ingreso de bañistas y pescadores a las zonas marinas en mal estado ambiental. Aquí, en cambio, siguen abiertas al público. El problema pasó a segundo término porque concluyeron las vacaciones escolares. Volverá a suscitar polémica en diciembre.

Recientemente el profesor René Rodríguez Martínez visitó el Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, en Uruapan. Nos cuenta que los senderos de tan bello lugar se encuentran en buen estado y que ya no se permite que los jóvenes ocupen las fosas que forma el río en su nacimiento. En cambio, encontró el parque con más ambulantes que nunca y puestos donde se expenden alimentos. Comprobó cómo los propietarios de éstos negocios acostumbran arrojar al río las aguas negras resultantes del aseo de trastes de cocina y los utensilios donde sirven sus guisos. No encontró autoridad alguna para denunciar esta irregularidad; lo hace a través de este espacio.

Terminemos con una buena noticia: reapareció la Comisión Ambiental Metropolitana. Luego de estar perdida mucho tiempo, será remozada. Anunció niveles más estrictos para declarar emergencias ambientales, pero hacen falta los estudios que muestren los efectos de los contaminantes en la salud de la población, asunto del que no gustan informar las instancias oficiales.

 
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