Usted está aquí: lunes 11 de septiembre de 2006 Deportes El Payo y Mario Aguilar reiteran sus cualidades ante deslucido encierro

Retraso y desorden en la novena novillada por el evento panista previo

El Payo y Mario Aguilar reiteran sus cualidades ante deslucido encierro

Oreja benévola, el primero, y dos salidas al tercio, el segundo

Jairo Miguel apunta cualidades, pero no recursos

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Octavio García El Payo fue revolcado por su primero de la tarde, al que le cortó una oreja en la novena novillada de la temporada, ayer en la Plaza México Foto: Jesús Villaseca

Entre taurinos y autoridades te veas. Primero trajeron un encierro de Marco Garfias que no fue aprobado porque a algunos de los novillos "les faltaba edad". Luego enviaron otro de José María Arturo Huerta que tampoco fue aprobado, ya que algunos de los ejemplares "tenían más edad de la reglamentaria" y, finalmente, el juez Jorge Ramos decidió aprobar los novillos del hierro de Ayala de Sergio de Valdés.

Pero ojalá todo se hubiera reducido a otro traspié en materia de ganado. No, al llegar a la plaza media hora más tarde del inicio regular del festejo -16:30 horas- debido al "acto" en que el presidente electo agradeció a los panistas su apoyo, la afición fue recibida por numerosas fotografías gigantes a color de niños sonrientes, parejas alegres, abuelitas tiernas, jóvenes optimistas y un cachetón con lentes, ocupando una parte del segundo tendido de sombra.

El siguiente capítulo fue que faltando 10 minutos para las 17 horas, unos 30 empleados -cargadores entre 15 y 20 años de edad- seguían recogiendo del ruedo, sin prisas, tarimas, rejas, bases y una inmensa lona en la arena con el logotipo del PAN. Un montacargas de mano, jalado por dos individuos y empujado por cuatro, procuraba hacer más expeditas las agotadoras labores.

Por el pésimo sonido local el juez Ramos algo pidió al público, que respondió con sonora rechifla, la primera de las que se sucederían a lo largo de la tarde. A las 17:05 la rechifla arreció, en tanto que la banda de música amplió su repertorio.

Apremiados por los gritos más que por los incentivos -en la posmodernidad mexicana novilleros y cargadores tienen el mismo destino-, a los empleados se les ocurrió hacer, con la mitad de la inmensa lona, un inmenso taco en el que envolvieron buena parte de los tiliches que quedaban en el ruedo, y otro tanto hicieron sus compañeros con la otra mitad.

Por último, un carrito jalado por un sujeto se llevó las bases de hierro restantes, mientras varios heroicos estibadores agradecían la sonora rechifla. Eran las 17:23 horas. Cuatro minutos después, novilleros y cuadrillas partieron plaza.

Alguien en una fila cercana comentó: "Lo bueno es que Felipe Calderón es aficionado". Y otro le respondió: "Pues mal empieza porque no se quedó a la novillada, gesto con el que se hubiera ganado a la aplaudidora asistencia, si no es que a la familia taurina".

Fallos con la espada

En la novena novillada las cosas no se dieron como se esperaban. Parece mentira que en un país con cerca de 300 ganaderías registradas no haya habido una que tuviera seis novillos bien presentados con un mínimo de garantía para los triunfadores del festejo anterior, Octavio García El Payo, de Querétaro, y Mario Aguilar, de Aguascalientes. Dos sólidos prospectos, junto con Víctor Mora.

Bien anduvo El Payo con su primero, discretito de cabeza como todos sus hermanos, clarote, repetidor y sin transmisión, con el que dejó en la arena unas espléndidas medias verónicas a pies juntos.

Con la sarga, péndulo, cambiado por la espalda, derechazos y de pecho, naturales, maroma, más derechazos, otra maroma y, de repente, mágico, luminoso, apodíctico, un kikirikí, aquel soberbio muletazo de zurda por delante con el que el divino calvo, Rafael Gómez, El gallo, remataba sus tandas. Vinieron luego tres manoletinas increíblemente ajustadas, un desafortunado pinchazo y una reprobable estocada entera caída, por la que sin embargo el juez Ramos soltó una oreja.

Poco tenía su segundo, chiquitajo pero con cara, al que El Payo le hizo cosas interesantes en tablas. Mal con la espada pero el público, que ya lo hizo su consentido, lo sacó al tercio.

Muy valiente, decidido y con recursos anduvo esa joven promesa que es Mario Aguilar, primero con uno de los más malos de Ayala, al que aguantó eternidades y que si lo mata al primer viaje seguramente le corta la oreja. Con su segundo, igual de malo que el primero, Mario Aguilar -tener ese nombre presente- consiguió superiores naturales, siempre rematados hacia adentro con el de pecho, pero volvió a fallar con la espada, malogrando su labor.

El español Jairo Miguel apunta cualidades pero no recursos, por lo que más que la precocidad debe concentrarse en el fogueo antes de volver a la México.

 
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