Usted está aquí: jueves 28 de septiembre de 2006 Cultura Aída en fuego devino espectáculo efectista y vistoso en el Auditorio Nacional

Notable desempeño de la Orquesta de las Américas en la parte musical

Aída en fuego devino espectáculo efectista y vistoso en el Auditorio Nacional

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen Escena de la primera función de Aída, ópera de Verdi, antenoche en el Auditorio Nacional; hoy se realizará la tercera y última presentación Foto: Cortesía OCESA

Aida Monumental Opera on Fire (Aída en fuego). Primera de tres presentaciones de la obra de Verdi -bajo el concepto escénico del italiano Pier Alli- en el Auditorio Nacional: otro de esos montajes en los que un tema y una partitura, digamos populares, se ponen al servicio de un espectáculo efectista y vistoso. Si ese es el principal objetivo, se cumple con creces. Que lo diga el público que aplaude inoportuno y efusivo durante cualquier pausa silenciosa de más de tres segundos. Aunque no faltan los pelos en la sopa.

En poco más de tres horas -incluido un intermedio de 30 minutos- transcurren los cuatro actos de la ópera estrenada originalmente en El Cairo, en 1871. En la versión que ahora llega a México, la dirección escénica es de Joseph Rochlitz y la musical de Walter Haupt, al frente de la Orquesta de las Américas.

Los protagonistas son interpretados por el bajo Ilia Popov, en el papel de El Faraón; Irina Bossini es Amneris, hija del faraón, enamorada no correspondida de Radamés, capitán de la guardia egipcia, interpretado por Oleg Videman. La mexicana Eugenia Garza encarna a Aída, la esclava etiope amante de Radamés.

No se imprimieron programas de mano

Es de lamentar que esta y otra información no haya estado al alcance de quienes acudieron al estreno pagando entre 500 y mil 200 pesos por boleto: no hubo programa de mano. Si alguien quería saber más detalles relativos al montaje, tenía que pagar 100 pesos por un folleto pretendidamente ''de lujo", con 28 páginas mal impresas.

Otra notoria falta de atención hacia el público fue la colocación de las pantallas para los subtítulos sólo en la parte frontal superior del escenario. Unicamente quienes estaban sentados de frente podían seguir los parlamentos. Aquellos que, por ejemplo, ocupaban los balcones no alcanzaban a leer, porque una de las pantallas era obstruida por bocinas aéreas.

¿Tanto dinero invertido en la producción operística ''con mayor pretensión logística de todos los tiempos" y no se imprimieron programas de mano ni hubo manera de poner pantallas laterales de subtitulaje?

A las 20:45 horas comienza el primer acto, con Radamés en la escalinata piramidal de 4 mil 300 gramos de peso, de seis y medio metros de altura, orgullo de la producción.

Al frente, en la parte central de la escalinata, está una plataforma triangular que sube o baja para que entren o salgan de la pirámide los cantantes, el coro y el cuerpo de baile, según lo va requiriendo la historia.

Al fondo del escenario, tras la pirámide, se despliega una pantalla de 26 por 12 metros en la que se proyectan imágenes fijas y animadas que van ofreciendo con notable eficiencia distintas ambientaciones y atmósferas: el desierto, una barca en el mar, el interior de un palacio, una batalla. Visualmente, lo mejor.

En la cuarta escena, cuando el pueblo y los gobernantes egipcios -alrededor de cien personas en el escenario- celebran la victoria sobre Etiopía, los guerreros y las sacerdotisas (interpretados por el ballet checo Ustí nad Labem) ejecutan sobre la escalinata una serie de movimientos que, en el mejor de los casos, pueden describirse como una tabla gimnástica mal sincronizada. No es la ''coreografía de altísimo nivel" que promete el multicitado folleto.

Estos detalles ponen en entredicho las palabras de Franz Abraham, de Art Concerts, empresa productora de Aida Monumental Opera on Fire, en el folleto antes mencionado donde asegura que ''nuestro equipo creativo de gran calidad garantiza que mi representación escenográfica y dramatúrgica on fire no se convierta en una pura bagatela de efectos".

Franz Abraham espera que esta versión ''sea enriquecedora incluso para los amantes más mimados de la ópera, pero que al mismo tiempo tenga tanta frescura jovial y tal emoción que aquellas personas menos familiarizadas con la ópera también se sientan atraídas". Muy loable la intención.

En el terreno meramente musical, para los oídos del cronista lo mejor fue -inevitablemente a través de micrófonos- el desempeño de la Orquesta de las Américas, así como las intervenciones del National Academic Choir of Ukraine Dumka. Pero aquí la mejor opinión es la de la crítica especializada.

A las 23:53 horas Radamés y Aída, encerrados en una cripta, pagan con la muerte el amor que los enfrenta con sus respectivos pueblos.

Con la presentación de hoy en el Auditorio Nacional, Aida Monumental on Fire se despide de México para continuar por Europa su gira mundial que concluirá en febrero del próximo año.

 
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