Usted está aquí: lunes 16 de octubre de 2006 Cultura Hamlet de acento latino muestra su vigencia en Guanajuato

La obra fue recreada en una familia de alta sociedad de los años 50

Hamlet de acento latino muestra su vigencia en Guanajuato

CARLOS PAUL ENVIADO

Ampliar la imagen Aspecto de la puesta en escena de Hamlet, en el Festival Cervantino Foto: María Luisa Severiano

Guanajuato, 15 de octubre. Con una puesta en escena que por el vestuario evoca los años 50, en el seno de una familia de la alta sociedad se ubica la versión al español de Hamlet, de William Shakespeare, escrita por el irlandés Joe Broderick, que se presentó el jueves pasado con un grupo de actores colombianos, bajo la dirección del mexicano Martín Acosta, en el contexto del 34 Festival Internacional Cervantino.

Un Hamlet (Robinson Díaz) acostumbrado a los lujos, a tomar clases de esgrima, a vestir ropa de marca, es el personaje cuya angustia, dudas, odio y sed de venganza se verán detonados al conocer una serie de aciagas circunstancias: su padre ha sido asesinado, su propio tío es el homicida, su querida madre se casa con el victimario y el trono que le corresponde a él está en poder del usurpador.

Hamlet: donde no puede haber justicia reina la venganza es el titulo de la versión que nos ofrece Broderick, educado en Australia y avecindado desde hace 20 años en Colombia.

Con poco más de tres horas de duración, por lo que algunos espectadores la consideraron más que extensa, en la obra se combinan el acento y giros idiomáticos colombianos con el texto original, para de esa manera acercar el texto de Shakespeare, de acuerdo con los creadores, a una realidad más contemporánea y conservar los rasgos esenciales de la obra.

En esta versión latinoamericana, en la que el humor surge cuando los protagonistas hacen uso del habla coloquial, son varias las escenas axiales que con acierto han sido sintetizadas, en tanto otras, aunque entretenidas, sólo se prolongan sin aportar algo a la trama y a los conflictos de la obra.

Parte de la iluminación y la escenografía minimalista del maestro Alejandro Luna es una telón de metal que sube y baja cerca del proscenio, y al proyectar sobre él un rectángulo de luz ubica a Hamlet en un tiempo y espacio atemporal, frío y sólido, desde donde por momentos el príncipe de Dinamarca reflexiona y cuestiona los sufrimientos que lo aquejan.

Un Hamlet que fustiga a su madre, "cocinada en corrupción"; que amenaza a su tío, rey usurpador; que ofende a su novia, Ofelia, a quien desflora, enamora y desenamora; que se burla de su suegro, un anciano ceremonioso y entrometido; un Hamlet que, lleno de angustia, finge haber perdido la razón y desvaría. Escena en la que, para ilustrar mejor ese delirio, aparece leyendo sobre una pila de sillas casi en desequilibrio, igual que su aparente sinrazón.

Un Hamlet que por momentos no refleja del todo ese cúmulo de sentimientos encontrados que hierven dentro de su ser. Un Hamlet que hace recordar en cierto momento a aquellas personas conservadoras que son capaces de asesinar, pero rosario en mano rezan y le ruegan a Dios por la salvación de su alma.

La obra contó con las actuaciones de Robinson Díaz, Humberto Dorado, Fernando García, Ana Margarita Soler, Victoria Góngora, Carlos Caicedo, Ernesto Benjumea, Ramsés Ramos y Guido Molina.

 
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