Usted está aquí: lunes 16 de octubre de 2006 Sociedad y Justicia Ante 6 mil mexicanos canonizan a Guízar, "obispo de los pobres"

Derbez y Carlos Abascal, entre quienes acudieron a la ceremonia en el Vaticano

Ante 6 mil mexicanos canonizan a Guízar, "obispo de los pobres"

El nuevo santo fue tío de Marcial Maciel, "pero son polos opuestos", señalan feligreses

AFP

Ampliar la imagen Con un cartel del obispo Rafael Guízar y Valencia, feligreses escuchan misa afuera de la catedral de Jalapa. Unas 25 mil personas desfilaron el fin de semana ante los restos del prelado recién canonizado Foto: Ap

Ciudad del Vaticano, 15 de octubre. Miles de mexicanos con pañuelos, banderolas y cintas asistieron este domingo en la plaza de San Pedro a la canonización del obispo mexicano Rafael Guízar y Valencia (1878-1938), proclamado por el papa Benedicto XVI "obispo de los pobres".

Una pancarta que decía "San Rafael, aquí está tu pueblo", resaltaba en medio de la plaza repleta de peregrinos, más de 30 mil, de numerosas nacionalidades, entre ellos unos 6 mil mexicanos.

"¡México, México, México!", gritaban los asistentes, muchos provenientes de Jalapa, Veracruz, donde el nuevo santo fue obispo en 1919.

"Era un ejemplo de quienes lo han dejado todo para seguir a Jesús", afirmó el Papa durante la homilía, interrumpida en varias ocasiones por aplausos.

El nuevo santo mexicano ejerció su ministerio durante la Revolución Mexicana y durante los años de abierto conflicto entre la Iglesia católica y las autoridades civiles.

"Imitando a Cristo pobre se desprendió de sus bienes y nunca aceptó regalos de los poderosos, o bien los daba enseguida (...) pudo ayudar así a los pobres, incluso en medio de persecuciones sin tregua. Su caridad vivida en grado heroico hizo que le llamaran el obispo de los pobres", agregó el Papa, dirigiéndose a los asistentes en español.

Al referirse a la figura del nuevo santo, Benedicto XVI recordó su pasión por formar sacerdotes, por lo que, narró, solía decir: "a un obispo le puede faltar mitra, báculo y hasta catedral, pero nunca le puede faltar el seminario".

Con una estola verde clara, bajo un sol resplandeciente, el Papa presidió su segunda ceremonia de canonización desde que fue elegido al trono de Pedro, en abril del año pasado.

En las filas laterales de la plaza fue instalada la delegación oficial mexicana, presidida por su canciller, Luis Ernesto Derbez, y el secretario de Gobernación, Carlos Abascal. La mayoría de grupo vestía ropa oscura pese al calor que reina en Italia.

Feligreses consideran polos opuestos a tío y sobrino

Numerosos peregrinos negaron la presencia en la plaza del sobrino nieto del nuevo santo, el controvertido sacerdote Marcial Maciel Degollado, fundador de la ultraconservadora Congregación de la Legión de Cristo, acusado de abusos sexuales y a quien el Vaticano invitó este año a renunciar a toda actividad pública.

"El santo Guízar y el padre Maciel son dos figuras que de ninguna manera se pueden comparar. Son polos opuestos. Este santo vivió toda su vida con dignidad", afirmó la maestra de Veracruz María Lourdes García, quien viajó con otras tres amigas para asistir a la ceremonia.

"No coinciden en ningún punto. Son sólo familiares. Cada quien tiene que responder ante Dios", comentó por su parte otra mexicana, María Elena Enríquez, abogada.

El nuevo patrono de los obispos es considerado figura "universal" por el mexicano Daniel Villegas, de 25 años, quien viajó con 200 estudiantes de la ciudad de México para asistir a la ceremonia, en la que también fue santificado el italiano Filippo Smaldone (1848-1923), protector de los sordomudos, así como dos religiosas, la italiana Rosa Venerini (1656-1728) y la francesa Anne-Thérèse Guérin.

Para rendir homenaje al nuevo santo, número 60 de América Latina y vigesimonoveno de México, llegaron varios parientes, entre ellos el arzobispo Ricardo Guízar Díaz, acompañado por importantes representantes de la Iglesia mexicana, así como los dos jóvenes, inclusive un bebé, que recibieron un "milagro" por intercesión del obispo santificado.

Se trata del bebé Rafael de Jesús Barroso Santiago, al que según la Iglesia salvó de nacer con el labio leporino, y del hijo de Cirana Rivera, quien era incapaz de concebir y gestar por tener matriz infantil, pero finalmente dio a luz al niño en 1986.

 
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