El fraude electoral del pasado 2 de julio ha sido el más costoso de la historia, dice
Luis Javier Garrido: el poder del dinero ha hecho perder legitimidad a los comicios
Las elecciones presidenciales de 2006 se saldaron por un fraude electoral descomunal que hizo prevalecer los intereses de unos cuantos por encima de los derechos de todos. Ellos son los traficantes de influencias enriquecidos en el sexenio 1988-1994, sostuvo ayer Luis Javier Garrido, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el marco del coloquio Capitalismo y democracia, el también articulista de La Jornada dijo que las recientes elecciones constituyeron un aparente triunfo del poder del dinero sobre la voluntad mayoritaria del pueblo mexicano. Añadió que en la parte final del siglo XX el país no tuvo un proceso de transición a la democracia y ni siquiera una reconversión civilizada de su sistema político.
Al participar en la mesa Democracia y dinero: el financiamiento de los partidos políticos, el académico insistió en que el fraude electoral de 2006 es el más costoso de la historia nacional, porque hubo un impresionante derroche de recursos.
Subrayó la participación activa de la Iglesia durante las campañas electorales, que con su poder e influencia también hizo proselitismo político en colegios y reuniones parroquiales, "actuando subversivamente" para imponer al candidato panista, Felipe Calderón.
En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales señaló que a partir de 1988 las campañas electorales han perdido legitimidad porque el poder del dinero se ha impuesto sobre los derechos de los mexicanos. Añadió que hay una evidente crisis política y para solucionarla se requiere de una modificación absoluta del poder económico del país.
Así, el futuro de México se debate en una confrontación entre el dinero y el pueblo, que cada vez más tiene la necesidad de hacer valer sus derechos, concluyó.