Usted está aquí: martes 28 de noviembre de 2006 Política "Los indígenas ya sabemos lo que queremos", dicen los teenek a Marcos

Nuestros hijos, mejor preparados, ya no nos engañan los funcionarios, afirman

"Los indígenas ya sabemos lo que queremos", dicen los teenek a Marcos

Visita de la otra campaña a la comunidad de Aldzalup, en la Huasteca potosina

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ampliar la imagen Indígenas teenek (huastecos), de la comunidad de Aldzalup, se reunieron con el delegado Zero durante la visita de la otra campaña por la Huasteca potosina Foto: Víctor Camacho

Aldzalup, SLP. 27 de noviembre. ¿Qué tan lejos está lo lejos? En este pueblo teenek (de indígenas conocidos como huastecos), encaramado en un rincón del municipio de Tancanhuitz, reciben esta tarde al subcomandante Marcos unos campesinos tan olvidados que el camino que los une a la cabecera municipal montaña abajo lleva 30 años esperando mejoras que nunca llegan. Lo suyo es cultivar naranja. Las laderas que rodean la escuela primaria Lázaro Cárdenas del Río están cargadas de naranjales en fruto.

Cincuenta centavos les pagan el kilo de naranja. Su comprador más seguro es una empresa juguera. Cuando menos se brincan a los coyotes, con quienes la ganancia sería aún menor. De eso hablan en la reunión que sostienen los adherentes indígenas a la Sexta declaración de la selva Lacandona con el subcomandante Marcos, quien les "avisa" que al menos por abajo el país ya no da más, que habrá un levantamiento que quitará al gobierno. Que hay que estar preparados y unidos para cuando esto ocurra.

"No hay otra que la otra. El país no se salva si no se salva su gente", dice Marcos ante un centenar de campesinos y mujeres luciendo bellos tocados de estambre multicolor tejidos entre la cabellera y blusas de doble holán. Se muestran decididos a defender sus tierras, a conseguir precios, a que se reconozcan sus derechos como indígenas, y que su cultura agrícola de lejanas raíces mayas sea vista con respeto por nuestra nación.

En nombre de los citricultores, Felipe de Jesús Martínez expresa interés en introducir la citricultura orgánica y declara: "Los indígenas ya sabemos un poco más lo que queremos. Nuestros hijos están mejor preparados". Ya no serán engañados por los coyotes, ni por los funcionarios de la Secretaría de Agricultura que además de manipular la información, no pocas veces son también coyotes.

Por lo pronto, aquí no han dejado entrar al Procede, a pesar de las presiones oficiales a las que otras comunidades vecinas han sucumbido (y ya se andan arrepintiendo). Los engaños gubernamentales llegan en cadena. Un representante de la Asociación de Apicultores de Tancanhuitz asegura que los pueblos teenek y nahuatl concluyeron que el programa ProApi "es una mentira del gobierno", pero que en la apicultura las comunidades encuentran nuevas oportunidades productivas. En los 40 está región devino cañera, hasta los 60 que se comenzaron en la naranja. Ahora van por la miel, que además, reconocen, posee más virtudes que el azúcar. ¿Cabe vocación más dulce en un pueblo campesino?

Aldzalup ("hoja de plátano" en teenek) se fundó hacia 1920 por ex peones acasillados del latifundio porfirista de la familia Valverde. Al fin de la Revolución se organizaron para comprarlo a los hacendados y desde entonces pertenece a la comunidad. La energía eléctrica llegó en 1993, y al año siguiente el Procampo. Como buena parte de la Huasteca potosina sigue siendo una de las zonas más pobres del país. Mas su identidad de pueblo vive y está al alza.

Debido a las condiciones de la brecha, sólo llega aquí una parte de la karavana que acompaña el periplo de la otra campaña. Eso sí, todas y cada una de las patrullas de la Policía Federal Preventiva que de por sí vigilan al delegado Zero, más los carros de los servicios de inteligencia y orejas del gobierno local, potosino en este caso, se esmeraron en alcanzar Aldzapup. Miedo no les da a los indígenas; siempre los acechan las fuerzas del orden. El autoritarismo del gobierno panista de Marcelo de los Santos llega a La huasteca con singular insistencia.

Los teenek celebran a la otra campaña con un suculento zacahuil, suerte de tamal gigante, del tamaño de un becerro, que es trasladado en una carretilla. El guiso, ocho kilos de maíz, pollo, tomate y chile, llega envuelto en 50 hojas de plátano (de las que la comunidad toma su nombre) luego de estar al fuego desde la noche anterior. Y el agua es de naranja, faltaba más.

Horas atrás, al internarse en la Huasteca sur, la otra campaña realizó un acto en el ejido Cebadillas, municipio de Tamlajas, también teenek. Una mujer había dicho, como para dar una idea de cómo es la vida acá: "Si habláramos todo el día no vamos a alcanzar a decir todo lo que necesitamos". Un anciano lamentó que "teniendo recursos naturales, los hombres tengan que migrar a Estados Unidos a buscar trabajo. En Cebadillas crían ganado, pero la carne y la leche son pagados a precios de vergüenza por los acaparadores. "Nuestros productos no tienen precio", denunciaron.

Una madre de familia pidió "ideas" a Marcos para enfrentar el alcoholismo, una "drogadicción" que aqueja a los esposos y los hijos. Cada vez más, los niños de 12 consumen alcohol. "Es un problema grande que tenemos". Por lo demás, no hay clínica, medicamentos ni vacunas, aunque sí una doctora en una casa muy bien pintada "que de nada sirve", pues no hay recursos.

Este domingo, el delegado Zero se había encontrado también con campesinos de Nuevo Tampaón, que llevan 30 años demandando tierras y viven asolados por el oficialista Parlamento indígena y su líder Luis Vidales. "Aquí los programas de gobierno se los quedan los familiares y amigos del presidente municipal de Tamuín.

 
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