Usted está aquí: viernes 29 de diciembre de 2006 Mundo Venezuela: creación del partido único

Edgardo Lander*

Venezuela: creación del partido único

Ampliar la imagen Hugo Chávez saluda a las tropas, ayer durante un desfile militar en Caracas Foto: Reuters

Toda posibilidad de formular como proyecto de futuro la construcción de una sociedad democrática alternativa al orden capitalista concebida como el socialismo del siglo XXI tiene que iniciarse, necesariamente, con un debate profundo sobre la experiencia histórica del socialismo del siglo XX, especialmente del que realmente existió en lo que fue su expresión hegemónica, el soviético. No se puede comenzar por asumir que esa fue la experiencia del siglo pasado y que en las condiciones históricas del nuevo siglo será posible la construcción de una experiencia nueva que no lleve consigo la pesada carga de ese pasado.

Como alternativa democrática superior al orden de explotación capitalista, ese socialismo del siglo XX fue un rotundo fracaso. No sólo no superó las limitaciones formales de la democracia liberal burguesa, sino que construyó un orden autoritario que terminó por anular toda idea de democracia. Consustancial a este modelo fue la negación de la extraordinaria diversidad étnico-cultural existente en el planeta, buscando subsumir esta rica pluralidad en una cultura proletaria homogénea de carácter universal. Desde el punto de vista del modelo productivo, la experiencia soviética profundizó muchas de las tendencias más negativas del modelo civilizatorio industrial-capitalista. No cuestionó los patrones de producción de conocimiento y de guerra tecnológico-productiva-patriarcal contra el resto de la naturaleza característicos de esta sociedad de crecimiento sin límite. Esto condujo a patrones de destrucción ambiental aun más acelerados que los característicos de la sociedad capitalista.

Si se plantea la idea del socialismo del siglo XXI como experiencia histórica nueva, radicalmente democrática, que incorpore y celebre la diversidad de la experiencia cultural humana y tenga capacidad de armonía con el conjunto de las formas de vida existentes en el planeta, se requiere una crítica profunda de esa experiencia histórica. Sin un diagnóstico crudo de las razones por las cuales el modelo de partido-Estado soviético condujo al establecimiento del orden autoritario que tuvo su máxima expresión en el estalinismo, se carece de herramientas para prevenirse contra la amenaza de su repetición. Sin un cuestionamiento radical de la filosofía de la historia eurocéntrica que predominó en el socialismo-marxismo de los siglos XIX y XX, no es posible incorporar una de las conquistas más formidables de las luchas de los pueblos de todo el planeta en las últimas décadas, la reivindicación de la inmensa pluralidad de la experiencia histórico cultural humana y el derecho de los pueblos a la preservación de sus identidades, sus modos de pensar, de conocer, de sentir, de vivir. Sin una crítica a los supuestos básicos del modelo científico-tecnológico de la sociedad industrial occidental, aun los proyectos de cambio que se presenten como más radicalmente anticapitalistas, no podrán ­como ya lo han hecho en el pasado­ sino acentuar los patrones autoritarios y destructivos de esta sociedad.

En Venezuela, hasta el momento, el debate público en torno al socialismo del siglo XXI ni siquiera ha comenzado a abordar estos asuntos. De no abrirse y profundizarse este debate, se corre el riesgo de que la idea del socialismo del siglo XXI se convierta en consigna hueca o que se confunda la capacidad de enunciar un nombre, el socialismo del siglo XXI, con saber en realidad de qué es lo que se habla. Es este caso, el enunciado lejos de contribuir a aclarar ideas sólo puede contribuir a ocultar la ausencia de reflexión colectiva y construir una falsa noción de consenso ­el consenso del no debate­ sobre un asunto tan crítico para el futuro del país.

Entre los debates vitales sobre la experiencia de lo que fue el socialismo que realmente existió en el siglo XX, están los asuntos del papel del Estado y del partido y sus relaciones con la posibilidad de la construcción de una sociedad democrática. Un Estado-partido, que copó cada uno de los ámbitos de la vida colectiva, terminó por asfixiar toda posibilidad de debate y disidencia, y con ellos la posibilidad misma de la pluralidad y la democracia. Es por ello que entre los debates medulares para un orden socialista democrático que no repita los contenidos autoritarios de la experiencia del siglo pasado están los referidos al papel del Estado, al carácter del Estado, a las relaciones entre el Estado y la pluralidad de formas de organización y sociabilidad que se agrupan bajo la idea de sociedad. Igualmente medulares son los debates referidos a la búsqueda de las formas político organizativas que sean más propicias para la construcción de una sociedad cada vez más democrática. La experiencia histórica sugiere con contundencia que la identidad Estado-partido no es la vía que conduce hacia la democracia.

Una coyuntura particularmente favorable para el inicio de estos debates se presenta con el triunfo contundente de Chávez en las elecciones de diciembre. Se logró una gran legitimidad y estabilidad política con el reconocimiento por parte de la oposición (y del gobierno de Estados Unidos) de que los resultados electorales representaban la voluntad de la población. Los sectores más institucionales de la oposición están hoy fortalecidos frente a los grupos más radicales y golpistas. Por primera vez en varios años, no aparecen eventos electorales importantes en el horizonte inmediato.

Por ello es sumamente preocupante la forma cómo se ha iniciado en estas últimas semanas el debate público sobre el llamado partido único. El anuncio público formal sobre la constitución del partido único lo formuló el presidente Chávez en el teatro Teresa Carreño, el 15 de diciembre de 2006. Más que un llamado al inicio de un debate amplio y democrático sobre uno de los aspectos principales, y potencialmente más polémicos, de la construcción del socialismo del siglo XXI, anunció que él había decidido que era necesario conformar un partido único de las fuerzas que apoyan al proceso. Sugirió como nombre Partido Socialista Unido de Venezuela.

"Declaro hoy que voy a crear un partido nuevo. Invito a quien me quiera acompañar a venirse conmigo. Los partidos que quieran, manténganse, pero saldrán del gobierno. Conmigo quiero que gobierne un partido. Los votos no son de ningún partido, son de Chávez y del pueblo, no se caigan a mentiras".

Si es preocupante esta forma de decidir sobre un asunto tan crítico para el futuro de Venezuela, es aún más problemática la forma como este anuncio fue recibido por las fuerzas políticas y voceros más destacados del chavismo. En una de las primeras reacciones públicas antes el anuncio del presidente, el dirigente del Movimiento V República (MVR), Elvis Amoroso, señaló que la organización que integra acatará sin chistar la decisión de su líder.

De acuerdo con Diosdado Cabello, "el partido único es una realidad, y en ese sentido no hay nada que discutir, sólo nos queda llevar a cabo el congreso ideológico que se efectuará en el primer trimestre de 2007, para ventilar los lineamientos que se implementarán para darle vida a esta propuesta".

Según el director general del MVR, Francisco Ameliach, integrante de la comisión del partido único del movimiento, la última palabra la tiene el jefe de Estado como presidente de dicha organización. De momento, afirmó, Chávez no ha girado instrucción alguna sobre la formación de esa instancia política. En forma casi inmediata, el MVR comenzó los trámites formales para su disolución.

Diversas organizaciones y grupos políticos menores asociados al proceso anunciaron rápidamente su adscripción al nuevo partido. De acuerdo con el secretario de Organización Nacional de la Liga Socialista, Wilfredo Jiménez, dicho grupo acogió con beneplácito la propuesta de conformar el partido único: "Asumimos la construcción del socialismo endógeno, desde el poder popular en todas sus expresiones: obrera, campesina, indígena, comunitaria, estudiantil, amas de casa y economía informal, entre otras. Además, nos comprometemos con el método de construcción planteado por el comandante Hugo Chávez Frías". Previo a esa decisión, realizarán una consulta popular en enero para rendir cuentas sobre los 33 años de lucha en el país.

En el mismo sentido se expresaron los portavoces del MEP, del Frente Cívico Militar Bolivariano, del Movimiento Democracia Directa. El Partido Unidad Popular Venezolana no sólo anuncio su disposición a formar parte del nuevo partido, sino que se dirigió al Consejo Nacional Electoral anunciando su disolución como organización política. Sólo Patria para Todos (PPT), el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y Podemos expresaron algunas dudas sobre el proceso de creación del nuevo partido. De acuerdo con Rafael Uzcátegui, secretario nacional de Organización del PPT, ésta no es una decisión que pueda tomarse sin la realización de un debate interno de la organización: "No se puede menoscabar la democracia interna en nombre de la unidad, en eso diferimos con el presidente Hugo Chávez. Debatir es la única forma de hacer conciencia. El PPT es una organización disciplinada y democrática. Somos hijos del debate... la propuesta del presidente Chávez, sobre la creación del partido único, tiene que ser considerada por la asamblea nacional del partido"

Reivindica Uzcátegui el pluralismo y destaca que "no hay unanimidad en el 'proceso' sobre la visión del socialismo". Se anunció para enero de 2007 la realización de una asamblea nacional para tomar una decisión definitiva sobre la creación del Partido Socialista Unico de Venezuela.

Por su parte, el Buró Político del Comité Central del PCV emitió una declaración, en la cual además de "reiterar nuestra consecuente identidad con la tarea estratégica de construir la unidad orgánica del movimiento revolucionario", anuncia que se convocará un congreso nacional extraordinario del partido para que éste defina el rumbo que, en lo que corresponde a la unidad orgánica, deberá adoptar el PCV y la Juventud Comunista de Venezuela.

Por su parte la mayoría de la dirigencia de Podemos afirma estar de acuerdo con la creación del partido único, pero exige un trato respetuoso e igualitario. De acuerdo con Ismael García, "en este diálogo no puede haber parientes pobres o huérfanos".

El dirigente del MVR, diputado Luis Tascón, descalifica estos argumentos al afirmar que el hecho de que no se produzca una aceptación inmediata de la propuesta por estos tres partidos es producto de su deseo de preservar sus parcelas de poder: "PPT, Podemos y PCV están cuidando parcelas de poder, espacios que mantienen al ser organizaciones independientes. El pueblo chavista clama por la unidad. Prefieren ser cabezas de ratón antes que cola de león".

Sin entrar en el debate sustantivo sobre las formas político organizativas más adecuadas para impulsar un proceso de profundización de la democracia en Venezuela, o la conveniencia de la constitución de un partido único, la forma que ha asumido hasta ahora este limitado debate público es en extremo preocupante, sobre todo si se asume que éste podría prefigurar la forma como se llevará adelante el debate sobre el socialismo del siglo XXI.

Muchas interrogantes quedan abiertas.

¿Tiene sentido la creación de un partido socialista antes de un proceso de construcción colectiva de la idea de socialismo al cual se aspira? ¿No se estará colocando la carreta delante del buey? ¿Qué futuro, desde el punto de vista de la pluralidad y la democracia, le espera a una organización política cuya creación se decreta de esta manera?

¿Es posible un debate polémico, democrático, plural, sobre el rumbo del país si algunas de las opciones básicas en la definición de este rumbo son anunciadas como decisiones que ya han sido tomadas antes del inicio del debate? ¿Será posible comenzar a dar pasos en la dirección de un mayor equilibrio entre el, por ahora, insustituible liderazgo de Chávez en el actual proceso político venezolano e instancias y liderazgos más plurales que propicien la expresión de la necesariamente amplia gama de posturas y visiones que existen y seguirán surgiendo en relación a la construcción de una sociedad alternativa?

Es esta una coyuntura política extraordinariamente propicia para asumir en forma franca estos debates y polémicas sobre la sociedad que queremos. Mucho tendremos que lamentar en el futuro si no se aprovecha adecuadamente esta oportunidad.

* Sociólogo y profesor titular de la Universidad Central de Venezuela. Publicado originalmente en http://www.aporrea.org

 
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