Usted está aquí: lunes 8 de enero de 2007 Cultura Deber ciudadano, divulgar la verdad sobre el genocidio de Ruanda: escritores

Analiza hoy 17, Instituto de Estudios Críticos, el papel de la literatura en este hecho

Deber ciudadano, divulgar la verdad sobre el genocidio de Ruanda: escritores

Autores denuncian la incapacidad de la comunidad internacional para detener la matanza

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Dos memoriales erigidos en la ciudad de Murambi, para recordar a las víctimas del genocidio en Ruanda. En esta localidad fueron asesinadas más de 50 mil personas Foto: Archivo y Julie Dermansky

Ampliar la imagen Dos memoriales erigidos en la ciudad de Murambi, para recordar a las víctimas del genocidio en Ruanda. En esta localidad fueron asesinadas más de 50 mil personas Foto: Archivo y Julie Dermansky

Un viaje a Ruanda en 1998, país africano víctima de un genocidio en donde murieron alrededor de un millón de personas, marcó un antes y después en la literatura de los escritores Boubacar Boris Diop (Dakar, Senegal, 1946) y Koulsy Lamko (Dadouar, Chad, 1959).

Diop, con cuatro meses en México, y Lamko, que está por cumplir cuatro años aquí ­en un principio acogido por la Casa Refugio Citlaltéptel­, participarán en Hecatombe, contemporaneidad, palabra, coloquio organizado por 17, Instituto de Estudios Críticos, que hoy, a las 16 horas, en la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico, avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, ofrece el seminario de dos partes, Genocidio en Ruanda: escribir por el deber de la memoria.

En la sesión de hoy también se proyectará el filme Mátenles a todos: historia de un genocidio "sin importancia", de Raphäel Glucksmann, David Hazan y Pierre Mezerrette, subtitulado en español.

Diop y Lamko siempre aprovechan la oportunidad, como un "deber ciudadano", de hablar sobre lo sucedido en Ruanda debido al "silencio" que existe al respecto, "la implicación de Francia en el genocidio, al entrenar y dar armas a los que mataron" y "la incapacidad de la comunidad internacional de algunas veces mantener la paz en el mundo". Así, advertir que "en cada uno de nosotros, seamos africanos, europeos o latinoamericanos, duerme ese animal que un día puede levantarse y hacer lo que se hizo allá", expresa en español el escritor chadiano.

Todos los países, apunta Diop, gracias a la traducción de Cecile Usselmann, tiene su punto de quiebre, que en el caso de Ruanda era la relación tutsi-hutu. Y, "si se apoya en ese lugar que nos duele cualquier tragedia puede desatarse".

Pero, como se trata de un seminario literario también se hablará de "la dificultad de hacer literatura con cadáveres". Es decir, la disyuntiva de escribir a la manera de testimonio o como ficción, en este último caso, dado lo violento de las circunstancias, "sin convertirse en mirón o alguien que traiciona la vida o la palabra de las víctimas. En fin, cómo poetizar sobre algo que no es material para la poesía", señala Lamko.

El compromiso de los entrevistados con Ruanda se dio con el tiempo. Diop, exdirector del periódico Matin de Dakar, recibió una primera propuesta para viajar a Ruanda en 1994, en pleno momento del genocidio, pero lo rechazó al no sentirse "involucrado". Describe su actitud de entonces como "muy normal", porque "lamentablemente la historia africana es así: un valle de lágrimas y sangre, en donde la gente se mata entre sí. Por qué ir a buscar las razones, cuando era probable que no había ninguna. Lloraba pero seguía con mi vida que era escribir libros".

Justo después de genocidio Diop escribió el libro El caballero y su sombra, en donde menciona a Ruanda, pero "como una situación en donde no había verdugos ni víctimas en realidad". Si finalmente realizó el viaje fue más por "curiosidad" periodística. Pero, después de la primera semana "me cayó el veinte de que no había entendido nada de Ruanda, ni siquiera la magnitud de la masacre".

De regreso a Francia donde residía, Diop escribió El osario, en cuya reflexión filosófica da cuenta que "Ruanda es para mí un acontecimiento fundador que nos habla mucho de nosotros mismos, pero también de nuestra historia, la colonización, de nuestra relación con Occidente y con los demás pueblos del mundo. Nunca un acontecimiento histórico me había tocado tan de cerca".

También dramaturgo, Lamko vivía en Francia y trabajaba en un festival cuando ocurrió el genocidio de Ruanda. Recuerda que las imágenes mostradas en la televisión "no eran de las víctimas, sino de las personas que huyeron a los campos de refugiados en Goma. Lo que nos dijo la prensa francesa, así como alguna otra, era que los tutsis estaban matando a los hutus. Esa fue una desinformación muy importante para nosotros.

"Además, notamos que ningún africano había escrito sobre el genocidio, entonces, decidimos diez escritores ir a Ruanda, ver de manera concreta qué pasó y dar un testimonio. Es así que fuimos allá dos meses, hablamos con la gente y cada quien escribió una novela o poemas."

Para Lamko no fue suficiente escribir una novela ­la suya, La mariposa de las colinas, pronto aparecerá en español con traducción de Mónica Mansour­, así que se quedó en Ruanda cuatro años donde fundó el Centro Universitario de las Artes, con la finalidad de usar la expresión artística para ayudar a los sobrevivientes a manifestar sus heridas. Piensa regresar en marzo por tres semanas con una profesora de teatro de Pachuca para que imparta talleres.

 
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