Usted está aquí: sábado 3 de marzo de 2007 Cultura Actualizan la mirada sobre los seris y su respeto por la naturaleza

Presentaron libro sobre el tema, de Diana Luque Agraz y Antonio Robles Torres

Actualizan la mirada sobre los seris y su respeto por la naturaleza

Es un trabajo admirable que no podía haberse hecho desde fuera de esos pueblos y cultura, dijo Carlos Montemayor

''Ese universo no se revela con textos y palabras, sino con vivencias''

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Amalia Astorga y, al fondo, Adolfo Burgos, encargados de la parte vocal durante la ejecución de las danzas tradicionales para los festejos del año nuevo seri en la comunidad de Desemboque, Sonora Foto: José Carlo González

Los occidentales llegamos tarde, y no siempre bien, a una idea fundamental de ecología, la cual, sin embargo, siempre ha estado viva en todos los pueblos originarios de México y del mundo, transmitida a lo largo de generaciones.

Entre anécdotas fantásticas, pero reales, el escritor Carlos Montemayor llegaba a ese y otros planteamientos en torno a la relación del hombre con la naturaleza y con la vida misma: de conocimiento, integrada y respetuosa para los pueblos indígenas, e ignorante y destructiva para el sistema cultural dominante.

Junto con los investigadores Enrique Leff y Diana Córdova, Montemayor presentó en la Casa Lamm el libro Naturalezas, saberes y territorios comcáac (seri), de la arquitecta, politóloga y ambientalista Diana Luque Agraz y don Antonio Robles Torres, presidente del Consejo de Ancianos de la nación com-cáac y custodio y transmisor del conocimiento tradicional.

Es fundamental recordar que los seris (comcáac en su lengua original) habitan en el desierto costero de Sonora, en el Golfo de California, y en la actualidad experimentan transformaciones culturales y de reafirmación de su autonomía. Son dueños de 211 mil hectáreas, incluida la isla del Tiburón, otorgadas por decreto presidencial en los años 70. (La Jornada, 16 y 17 de julio de 2005)

Fortaleza de un pueblo

Para Montemayor este libro, editado por el Instituto Nacional de Ecología y el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, con el apoyo de la UNAM, no sólo muestra la gran fortaleza del pueblo comcáac, sino que ayuda a entender cómo lo que vale en este mundo tiene que ver con la unión de los pueblos al servicio de la continuidad de la vida.

''Es un trabajo admirable que no podía haberse hecho desde fuera de esos pueblos y cultura'', comentó el autor de Guerra en el paraíso, y agregó que ''el mundo no está desprovisto, para poderlo ver y sentir, del tejido cultural con que lo respetan, lo ayudan o le sirven los pueblos antiguos''. Pero también recordó que ''el mundo puede ser expoliado, destruido y devastado por un sistema cultural que lo desconoce o lo niega o se empeña en no entenderlo''.

Para dar más luces a su reflexión, Montemayor había contado antes tres historias: la de un músico maya a quien ''una mariposa y el chisporroteo del fuego'' le avisaron que recibiría la visita del escritor, sin éste haberle avisado; la de las tortugas de siete filos, que entienden el idioma de los seris, y por ello se dejan subir a sus lanchas y que les hagan fiesta en la playa; y la de indígenas oaxaqueños que piden perdón a la tierra antes de lastimarla con el arado para que no se enoje contra ellos, imagen poética ésta que Montemayor encontró en textos del latín y el griego clásicos.

''Para gente urbana, cultivada, occidental e integrada a la cultura dominante, pocas veces es posible entender que la vida en el mundo es algo más sencillo, profundo y asombroso de lo que nos imaginamos.

''En realidad, el mundo es un ser vivo y estamos al servicio de él o de la vida que representa, y hay pueblos que asumen ese compromiso y entienden que solamente aquí en el mundo, y en la vinculación con la vida del mundo, puede uno tener verdaderamente un conocimiento real, verdadero.

''Se trata de un universo que no puede revelarse a través de textos o palabras, sino de vivencias, de convivencia, y mediante un descubrimiento o revelación paulatina de valores que los occidentales ya hemos perdido.''

También recordó que Lucio Cabañas decía que cuando ganara su revolución no sólo iban a estar mejor los pobres y vivirán mejor y más tranquilos los ricos, sino que vivirán mejor los venados, los pájaros, los arroyos y los manantiales.

''¿Qué representa este universo cultural, donde la vida del mundo es lo único que tiene sentido? El descubrimiento de ese conocimiento, de ese compromiso, está asombrosa, limpia y nítidamente expuesto en este libro admirable.''

Derecho cultural a la naturaleza

Enrique Leff, economista, ambientalista y quien define la problemática ambiental como una crisis de civilización y un problema del conocimiento científico occidental, además de cuestionar la modernidad como destino ineluctable, es el autor del prólogo del libro de Luque y Robles.

Este ''libro maravilloso'', ubicado en el campo emergente de la ecología política, ''es fruto del saber ambiental comcáac, de la relación del ser de un pueblo con la naturaleza que habita a través de su saber'', dijo Leff del volumen, que incluye un Mapa de Sitios de Valor Cultural que ubica más de 200 lugares sagrados del territorio seri.

Leff habló del ''derecho cultural'' de los seris y de los pueblos originarios de reapropiarse la naturaleza, y dijo que Luque es pionera en el nuevo campo de investigación de la ecología política, que en este caso actualiza la mirada sobre los seris, ''espectacular raza de nómadas''.

Y don Antonio, dijo Leff, ''personifica la más férrea voluntad de resistir la disolución de su ser en las formas y las marcas de la globalización, su voluntad de rexistir, de volver a existir, al lado de su pueblo, de reconstituir su espacio étnico para recrear su cultura a través de sus saberes''.

 
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