Usted está aquí: domingo 11 de marzo de 2007 Política Equidad para las mujeres... y para las niñas

Antonio Gershenson

Equidad para las mujeres... y para las niñas

En estos días que hay en torno al Día de la Mujer, se ha publicado amplia información, por ejemplo, sobre la violencia contra las mujeres, y en particular dentro de la familia. Esto nos lleva a una serie de reflexiones. ¿Cómo reaccionó una mujer ante, por ejemplo, una golpiza por parte de su marido, o en general de su pareja? ¿Lo mandó a volar o lo denunció?

Es posible que en algunos casos así haya sido. Pero en muchos otros, surgiría antes la duda: ¿de qué van a vivir la mujer, y en su caso sus hijas y/o hijos, si el ingreso familiar venía del golpeador? Entonces vemos que el problema de la violencia se puede combinar con el del confinamiento de las mujeres al trabajo doméstico. O bien, a que muchas trabajan pero con un ingreso insuficiente y, de todos modos, dependen económicamente de su pareja.

Esto nos lleva a lo que pudo haber pasado con esta mujer cuando era niña, durante su formación. ¿Acaso tuvo las mismas oportunidades de estudiar que los niños? Los problemas de las niñas en relación con la escuela son múltiples. Hay casos de enseñanza para ellas diferentes de la otra, preparándolas para lo que se considera que será su inevitable futuro. Hay otros en que, especialmente en momentos de crisis, los padres prefieren seguir sosteniendo los estudios del niño que los de la niña, al fin que ésta "de todos modos se va a casar y su marido la va a mantener".

De modo que hay toda una lógica discriminatoria. Pero quiero hacer notar que los problemas de las niñas, como se ve en este ejemplo, no son sólo los de las mujeres en general. Hay problemas específicos que deben ser abordados como tales. Y los movimientos por la igualdad de la mujer tienen por lo menos unos 100 años, desde las sufragistas que pugnaban por el derecho del voto para las mujeres. Y se dan en niveles muy amplios, inclusive la Organización de las Naciones Unidas tienen un sector dedicado a los problemas de la mujer. De mucho ha servido todo esto, aunque falte también mucho por hacer. Pero, ¿y las niñas? ¿Acaso hay movimientos por que se les dé un trato equitativo y demás? Es por eso que pongo el acento en este aspecto.

Esas actitudes tienen sus raíces muy lejos. Por lo menos, en la Edad Media europea. Durante siglos, durante las monarquías, Roma -hoy se podría decir "el Vaticano", pero entonces era toda Roma- sólo reconocía como heredero del trono de cualquier país europeo al primogénito (primer hijo) varón del monarca gobernante. Y esta regla, ineludible como todas las de la Edad Media, dio lugar a un caso muy especial: el de Enrique VIII de Inglaterra.

Este monarca heredó el trono siendo menor de edad. También "lo casaron" siendo menor de edad, por razones políticas, con una tía de Carlos V. Este no sólo gobernó España, sino también Flandes, que abarcaba buena parte de lo que hoy son Bélgica y Holanda. Era el rey más poderoso de Europa. Mientras Enrique fue menor de edad, gobernó un prefecto. Al cumplir los 18 años, el nuevo rey inglés empezó a gobernar.

Su gran obsesión era tener un heredero, por supuesto varón. Por fin, su esposa se embarazó, pero tuvo... una niña, María. Su edad ya no permitía a la reina volver a embarazarse. Y Enrique VIII empezó a gestionar con el Papa, como pasó recientemente por aquí, la anulación de su matrimonio para volverse a casar.

Pero el Papa no quería problemas con Carlos V y, como ahora también, le dio largas al asunto. Mientras, Enrique VIII ya tenía su relevo, Ana Bolena, con la cual se casó en secreto y la cual ya también esperaba un bebé. Las prisas para casarse públicamente con ella antes de que naciera el heredero llevaron a Enrique VIII a romper con Roma y formar la Iglesia anglicana, de la que él mismo sería la cabeza. Esto tuvo apoyo en el movimiento que ya se desarrollaba por la reforma religiosa, que tenía expresiones como la de Lutero en Alemania y las de varios clérigos en Inglaterra.

Dado este paso, Enrique VIII se autoconcedió el divorcio y de inmediato se casó con Ana Bolena. Las cosas se pusieron muy tensas con Carlos V, pero finalmente se sortearon y se evitó una guerra. Y cuando Ana Bolena dio a luz, nació... otra niña, Isabel.

La furia de Enrique VIII fue tremenda. Se divorció de Ana Bolena, la acusó de traición, adulterio y algo más, y como él mismo era juez, jurado y todo, ordenó que le cortaran la cabeza, que era la moda entonces. Este rey se casó con otras cuatro mujeres sucesivamente, una de las cuales también terminó decapitada. Pero quedó un niño, que llegó a ser coronado cuando murió Enrique VIII. El heredero coronado tenía nueve años. Tres años después murió, sin haber gobernado un solo día.

Quedaban sólo las dos hijas. Pero para entonces ya se habían dado cuenta de que si habían roto con Roma, no tenía caso cumplir con su mandato sobre el primogénito varón. Y la mayor de las hijas, María, ocupó el trono. Unos años después, María murió, y fue coronada Isabel. Ésta reinó durante 40 años. La Edad Media había muerto.

Este proceso acabó con la discriminación de las niñas de la familia real inglesa. Las otras niñas, obviamente, siguieron discriminadas. Por ejemplos como este, digo que la mentalidad discriminatoria de las niñas y de las mujeres en general es medieval, y que tiene sus raíces por lo menos desde entonces.

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