Usted está aquí: sábado 17 de marzo de 2007 Cultura Carlos Montemayor y Antonio Bravo se apropiaron del universo greveriano

Presentaron su nuevo disco con un recital a sala llena en el centro Ollin Yoliztli

Carlos Montemayor y Antonio Bravo se apropiaron del universo greveriano

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen El tenor Carlos Montemayor, acompañado por Antonio Bravo, en el piano, anteanoche, durante la presentación del disco Canciones de María Grever Foto: Yazmín Ortega Cortés

Un programa donde el amor, el desamor y la espera amorosa marcaron la ruta, obsequiaron el jueves el tenor y escritor Carlos Montemayor y el pianista y periodista Antonio Bravo, quienes presentaron su nuevo y tercer cd, Canciones de María Grever, una verdadera revelación debido a por lo menos dos causas.

La primera: la singular interpretación de Montemayor, más apegada a los planteamientos originales de la compositora. Y la segunda: el rescate de algunas piezas poco o nada conocidas, pero también de gran valor poético, formal y narrativo.

O como dijo esa noche el periodista Pablo Espinosa durante la presentación en la sala Hermilo Novelo, del Centro Cultural Ollin Yoliztli, y con lo cual se configuraría un tercer motivo para considerar a esa nueva grabación una revelación:

''Después de escuchar y escuchar y escuchar el nuevo disco de Carlos Montemayor, el escucha confirma y aplica lo que Borges decía de Carlos Gardel: Carlos Montemayor canta cada día mejor.''

Y es que en la sala Novelo, donde por cierto se pulió y grabó el nuevo disco, Montemayor y Bravo entraron de lleno al universo poético greveriano con el canto de amor que representa Cuando vuelva a tu lado: ''Cuando vuelva a tu lado/ no me niegues tus besos/ que el amor que te he dado/ no podrás olvidar''.

Entonces voz y piano comenzaron a escucharse claros, precisos, diferentes a otras versiones, pero a la vez abrevando de la fuerte y rica tradición de la canción romántica popular.

El piano de Bravo, ejecutado con filin. La voz de Montemayor, cada vez más plena de tonalidades y matices para transmitir emociones, además de mostrar cualidades escénicas en aumento y singularidades como el cambio de anteojos o la mano izquierda en la bolsa del saco. Un tenor con soltura y plenamente metido en las pequeñas y sobrecogedoras historias románticas que son todas y cada una de las más de 800 canciones de Grever (1885-1951).

Decir todo con la mirada

En esa línea, y para arrobar y arropar a los espectadores que llenaron la sala Novelo, muchos de ellos jóvenes, es que cantante y músico interpretaron Alma mía:

''Un alma que al mirarme/ sin decir nada/ me lo dijese todo/ con la mirada''. O así: ''Porque amor como el tuyo y el mío/ no existe en la vida./ En el mundo ya no quedan seres/ que quieran así''.

Luego del ''amor a plenitud'', como dijo Montemayor, vendría una segunda parte del concierto, ''la otra cara del amor, el rostro duro del desencanto y el desamor'', con piezas como Ya no me quieres, la cual exigió mayor capacidad dramática de música y voz porque, como es de saberse, el dolor es más intenso que la felicidad:

''Tuya soy/ y siempre seré;/ un día dijiste/ temblorosa de pasión.// Di por qué/ con tu silencio cruel,/ ahora pretendes destrozar/ nuestra ilusión''. O con Cuando me vaya: ''Cuando me vaya, por mí llorarás/ y estando a solas tal vez pensarás:/ '¡Qué injustamente le hice sufrir!'''

Pero Montemayor y Bravo lograron que las almas del público trascendieran los precipicios del dolor y la melancolía y, como premio y misterio de la estética, sanaron sus heridas al regalarles el bálsamo del arte.

Además, el programa consideró una tercera parte, de esperanza, con piezas de otros autores como Manuel de Falla y Jorge del Moral, que aparecerán en un cuarto y quinto cd con canciones españolas y mexicanas, y de autores italianos de su álbum doble Canciones napolitanas e italianas.

Fuera de programa, y para un final feliz, tenor y pianista todavía ofrecerían tres canciones italianas y napolitanas más, también en la línea de la espera amorosa optimista. Fue en esa parte final que Montemayor, a quien Espinosa describió como ''un hombre del Renacimiento en el siglo XXI'', compartió lo que le respondió a alguien que le preguntó por qué cantaba si él era escritor:

''El canto es otra parte o el origen de la poesía. No se puede ser poeta si no se meten las manos en el alma de las palabras. Y no se puede ser poeta si no se mete el alma, en el alma de la música''.

 
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