Usted está aquí: miércoles 18 de abril de 2007 Sociedad y Justicia Corresponsable la IP del desastre en la enseñanza

Corresponsable la IP del desastre en la enseñanza

LAURA POY SOLANO/II, ULTIMA

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aseguraron que debido a la tendencia en la educación superior privada, de favorecer un modelo basado "en fines de lucro y mercantilización", la iniciativa privada mantiene en el rubro una visión "reduccionista, degradante, de beneficio excluyente y con altos costos y riesgos sociales".

Un estudio elaborado por especialistas del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, encabezados por Axel Didriksson, actual secretario de Educación del Gobierno del Distrito Federal, advierte que ante la ausencia de un Estado que asuma su responsabilidad en el rubro, se "está pasando rápidamente al crecimiento desmesurado de empresas educativas con fines de lucro, que atiende necesidades de un mercado en expansión y de carácter estrictamente mercantilista, lo cual genera un fenómeno de hacer de lo educativo un simple negocio".

El informe, denominado De la privatización a la mercantilización de la educación superior, difundido en diciembre de 2006, advierte que mientras el presupuesto para la enseñanza básica "prácticamente se triplicó en la pasada década, los recursos destinados a la instrucción superior ni siquiera se duplicaron, lo cual representa una condición de grave riesgo ante la creciente demanda de espacios educativos".

Para muchos jóvenes ingresar a una universidad patito es un "volado". No cuentan con información para evaluar su calidad y tampoco saben si sus profesores están capacitados o si son de tiempo completo, pero todos tienen un mismo objetivo: tener un título "y buscar una chamba donde no te quieran pagar sólo el (salario) mínimo".

Son instituciones que ofrecen licenciaturas en administración de empresas, contabilidad, derecho, pedagogía, computación, comunicación, ingenierías y "todas aquellas que no representen una gran inversión y puedan generar ganancias a corto plazo", reconoce un especialista del sector.

Pedro costeó sus estudios laborando como guardia de seguridad. Hace tres meses egresó de una universidad privada como licenciado en sistemas computacionales, y reconoce que fue una experiencia "padre, pero nos faltó inglés y más práctica. La verdad no sé si será fácil encontrar trabajo en lo que estudié. Nunca tuve mucha oportunidad de practicar, porque había pocas computadoras y no siempre cumplen con los horarios establecidos, pero fue lo que pude pagar y fue mucho esfuerzo".

Rocío tiene más de tres años que concluyó sus estudios en una universidad patito. Asegura que la calidad "no es muy buena, pero tenía que trabajar y se adaptaba a mis horarios y presupuesto".

Un convenio entre dos instituciones particulares le permitió "revalidar un montón de materias para sacar el título en año y medio, después de estudiar tres de carrera técnica, pero la verdad fue una sacadera de dinero. No aprendimos nada ni nos enseñaron nada nuevo".

Las clases se impartían, afirma, en una casona de avenida Insurgentes que estaba en condiciones "muy incómodas, pues aunque éramos pocos alumnos los salones eran muy chiquitos, y hasta ir al baño era un problema". A pesar de las quejas, recuerda, las colegiaturas se debían pagar puntualmente: 2 mil 600 pesos al mes, un monto similar por inscripción cada cuatro meses y mil pesos por trámites administrativos.

Lo peor, asegura, "fue cuando quisieron negarnos nuestro derecho a la titulación diciendo que se nos había pasado el tiempo y que si queríamos el título debíamos inscribirnos en un posgrado de dos años, con un costo de 100 mil pesos. Prometían darnos el título y la maestría, pero los de mi generación nos pusimos las pilas y no nos dejamos. Reclamamos, y al final sólo pagamos un curso de seis meses con colegiaturas de 3 mil 500 pesos".

Seudouniversidades, muchas y malas

Los profesores son otro sector olvidado. Como reconoce Octavio, licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con más de ocho años de experiencia y dominio del inglés, las universidades de baja calidad "son muchas y en todas pagan mal, aunque presentes un currículum decoroso".

Docente en una universidad con bachillerato tecnológico, asegura que la contratación "siempre es por hora, y en promedio pagan de 40 a 60 pesos, con lo que a veces llegas a ganar menos de 500 pesos a la quincena. Con ese salario no pueden pedir calidad, capacitación, ni que prepares las clases con mucha anticipación".

Todo es negocio, afirma. Los directivos pocas veces saben cómo elaborar sus planes y programas de estudio, "lo único que quieren es captar al mayor número de alumnos rechazados de universidades públicas, porque además nos exigen salir a promocionar, en prepas y secundarias, la institución. Claro, sin ningún pago extra".

Ezequiel Jaimes Figueroa, director general de Estudios y Proyectos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), afirmó que otorgar el Reconocimiento de validez oficial de estudios (Revoe) "ya no es suficiente para garantizar la calidad de las universidades particulares, pues de las más de mil 500 que se estima existen en todo el país, menos de 200 han sido certificadas por instancias competentes".

Se trata de un "grave problema" que afecta la calidad no sólo de las universidades particulares, sino de la educación superior en su conjunto, que requiere la atención y colaboración "urgente" de todas las instituciones de enseñanza superior, públicas y privadas, que cuenten con altos estándares de calidad, "pues se trata de un fenómeno que ha proliferado en todo el país y que daña en particular a los jóvenes de escasos recursos".

En entrevista, aseguró que a pesar de las investigaciones recientes de la ANUIES y de diversas universidades públicas, "en realidad no se sabe con precisión cuántas son, porque es muy fácil que aparezcan un día y al otro no estén, ya que a pesar de que existe el Revoe éste no es un mecanismo que actualmente permita controlar su desarrollo y calidad".

Si no hay para restaurante, tacos

Al respecto, Sergio Monroy, integrante de la comisión del Consejo de Universidades Particulares e Instituciones Afines de la ANUIES que investiga las universidades patito, aseveró que ante una demanda creciente de espacios educativos y el estancamiento de la matrícula en las universidades públicas, es conocido que "si no se ofrece un lugar en una institución pública, se busca la satisfacción en otro".

Agregó que a pesar de que hay más de mil 300 universidades particulares en el país, "la demanda no está satisfecha. Lo que pasa con muchos jóvenes es que acuden a instituciones de bajo costo, las cuales también son de baja calidad.

"Si nos ponemos en los zapatos de los jóvenes y de las instituciones que ofrecen un servicio de educación, sea laxo o no, dígame cómo soluciona o disminuye la presión para tener un incremento en el acceso a la formación universitaria, si el sistema público no lo puede hacer con la infraestructura que tiene. Entonces, ese cúmulo de universidades privadas con escasa infraestructura -porque en el término de calidad hay mucho que discutir- es la respuesta a una necesidad no satisfecha, porque se trata de una presión que simplemente no se puede controlar."

Indicó: "qué haría con la gente que tiene mucha hambre y no tiene para ir a un restaurante, pues va a ir a comer tacos. Qué podría hacer México por elevar la cultura y el acceso a la información si sabemos que los jóvenes no van a ir a comprar un libro ni a la biblioteca. La cultura que tenemos para exigir calidad en los productos y servicios es muy baja, y se ofrecen estos servicios porque no hay normatividad que implique satisfacción y calidad".

 
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