Usted está aquí: jueves 26 de julio de 2007 Cultura La bomba de tiempo de Chichén Itzá es similar en otros 12 sitios

Con ''oficio político y habilidad jurídica se puede resolver'': Marbella Casanova

La bomba de tiempo de Chichén Itzá es similar en otros 12 sitios

Teotihuacán, Monte Albán, Uxmal y Palenque figuran entre las otras zonas arqueológicas catalogadas como focos rojos por el INAH, expresa la ex diputada federal a La Jornada

ANA MONICA RODRIGUEZ

La ''bomba de tiempo" que significa Chichén Itzá en términos de posesión de tierras, ambulantaje y confrontaciones entre diversos actores que ahí convergen, se extiende a 12 zonas arqueológicas del país, catalogadas como focos rojos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Así lo explica Marbella Casanova Calam, ex funcionaria de ese instituto en el área administrativa, en entrevista con La Jornada. La también ex diputada federal considera que Teotihuacán, Monte Albán, El Tajín, Zempoala, Uxmal y Palenque son otras de las áreas prehispánicas -además de Chichén- que requieren atención y disposición de las autoridades para resolver de manera urgente sus conflictos.

Tulum, Xochicalco, Tula, Cobá, Comalcalco y Edzná completan el listado de sitios prehispánicos pendientes de la regularización de terrenos y de la resolución de permisos, en la puja constante de los desarrolladores turísticos por obtener beneficios económicos.

Botín de los Barbachano

Marbella Casanova, quien laboró en el INAH durante más de dos décadas, explica que en 2006 el Congreso de la Unión aprobó una partida de 23 millones de pesos para la regularización de terrenos donde se asientan zonas arqueológicas, ''con prioridad para Chichén Itzá", lo cual finalmente no se concretó.

No obstante, la ex legisladora atribuyó a nuevas reasignaciones y transferencias ordenadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público lo expresado por Alfonso de Maria y Campos, titular del INAH, quien el martes dijo que el instituto recibió sólo 14 millones de pesos para la adquisición de terrenos, en 2006.

La entrevistada manifiesta que el INAH elaboró una propuesta para adquirir terrenos de manera paulatina, en un lapso de cuatro a seis años, con base en un programa que requería 200 millones de pesos para regularizar los predios en conflicto, calificados como focos rojos.

La idea de poner en marcha estos proyectos, explica Casanova Calam, es contar con mejores planes de manejo de cada una de las zonas prehispánicas y evitar la presión urbana de las comunidades aledañas, así como la proliferación (en mayor escala) de vendedores ambulantes en esos lugares históricos.

El caso de Chichén Itzá no es nuevo, detalla, ''los conflictos entre el INAH y la familia Barbachano se remontan muchos años atrás; uno fue porque el instituto quería cobrar la entrada a la zona arqueológica por la puerta trasera del hotel de los Barbachano y ellos se opusieron.

''Además, las querellas se han intensificado entre comerciantes ambulantes y artesanos por vender dentro de la zona arqueológica, y más ahora con la declaratoria de nueva maravilla que se le otorgó" a la pirámide de Kukulcán, en la campaña comercial de Bernard Weber.

Tan sólo en el área maya -dice Casanova- el INAH tendría que adquirir 796 hectáreas, pero ''se necesita oficio político de las autoridades, así como habilidad jurídica para llegar a un acuerdo con los propietarios del predio".

El problema, alerta, aparte de los intereses económicos del ambulantaje, es que Chichén Itzá ''se ha convertido en un botín de los Barbachano y de aquellos que se dicen herederos legítimos de los mayas que, por cierto, están bastante mal orientados. Si ese fuera el caso, todos los yucatecos estaríamos invadiendo la ancestral zona prehispánica".

La promoción internacional del sitio no es mala, pero se requiere de un programa integral de conservación, ''ya que al no haberse resuelto la cuestión de la tierra, el conflicto con los ambulantes y la nula contratación de personal, se generarán todavía más problemas".

Adquirir o expropiar

Entre las soluciones que Marbella Casanova plantea para regularizar los terrenos donde se asientan zonas arqueológicas, se debe considerar la adquisición o la expropiación.

''Expropiar es la mejor opción, aunque sería un procedimiento más largo, debido a que se necesita elaborar las justificaciones que establece la ley en lo referente al carácter de uso y utilidad social.

''En la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados siempre decíamos que nos dábamos por bien servidos si por lo menos dos de los sitios prehispánicos se hubieran regularizado con los recursos adicionales que se asignaron para ello."

El problema en Chichén Itzá es múltiple, continúa, pues ''se remonta a los orígenes, cuando parte de esa zona arqueológica se convirtió en propiedad privada, después de cómo ésta fue legada de generación en generación por la familia Barbachano.

''Estos herederos mantienen desde hace años un conflicto con los comerciantes por la venta y control de productos dentro del área prehispánica."

El meollo del asunto, sugiere, es la derrama económica que produce Chichén Itzá.

''Vendedores, artesanos y hasta un ex empleado del INAH -quien se ha convertido en líder de los ambulantes y antes era el administrador de la zona- se encuentran enfrascados en las disputas por sentirse afectados."

Y agrega que la dificultad para resolver esos problemas añejos se agudizará, advierte la activista, debido a la multitudinaria afluencia turística en Chichén Itzá durante esta temporada vacacional.

 
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