Usted está aquí: miércoles 15 de agosto de 2007 Cultura Carmen Boullosa cuestiona en una novela ''la fuerza del arte''

El velázquez de París, nuevo libro de la escritora publicado por Siruela

Carmen Boullosa cuestiona en una novela ''la fuerza del arte''

''Vivimos días de desencanto total, sin posibilidades de esperanza comunitaria'', deplora

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Para articular su obra más reciente, la narradora Carmen Boullosa -ayer, durante la entrevista con La Jornada-, recurre al supuesto literario de que el cuadro La expulsión de los moriscos, de Diego de Velázquez, no desapareció en el incendio del alcázar del palacio real de Madrid, la Nochebuena de 1734 Para articular su obra más reciente, la narradora Carmen Boullosa -ayer, durante la entrevista con La Jornada-, recurre al supuesto literario de que el cuadro La expulsión de los moriscos, de Diego de Velázquez, no desapareció en el incendio del alcázar del palacio real de Madrid, la Nochebuena de 1734 Foto: Guillermo Sologuren

Reflexiones inquietantes sobre cuáles son realmente los alcances del arte y si en verdad, por ejemplo, puede cambiar a las personas, son algunos ecos que detona la nueva novela de Carmen Boullosa, El velázquez de París, editada por Siruela.

En esta historia Boullosa parte del supuesto, literario, de que la pintura La expulsión de los moriscos, de Diego Velázquez, no desapareció en el incendio del alcázar del palacio real de Madrid, la Nochebuena de 1734.

Con diversos niveles narrativos, el texto también da cabida a pistas y metáforas sobre la decadencia y el desencanto en los tiempos contemporáneos, pues, como apunta la autora de obras como La otra mano de Lepanto, El médico de los piratas o Son vacas, somos puercos:

''El aire que flota en nuestro tiempo está cabrón. Estamos viviendo días muy tristes, de desencanto total, sin posibilidades de esperanza comunitaria."

La voz narrativa la lleva un personaje femenino que es, y a la vez no es, la misma Boullosa, que tiene su propia historia de soledad pero que, sobre todo, entreteje varios relatos del pasado y del presente en una apuesta de interacción, diálogo, sinceramiento y juego con el lector.

''Es un abrir mi escritorio, poner al lector junto a mí, no frente a mí, darle el carácter de hacedor, no el de espectador, para que entre en esta meditación sentimental, aunque también es una novela muy intelectual."

Moros y cristianos

En ese entretejer aparecen así un viejo libidinoso que, en un café de París y acompañado de dos hermosas jovencitas provenientes de Europa del Este, asegura que él posee La expulsión de los moriscos; parte de la existencia de Diego Velázquez y de su tiempo; un adolescente que, en dos ocasiones, arriesgará su vida por la pintura, y una historia última que tiene que ver con el tema del cuadro en sí.

Y de esto último dice que le interesaba el asunto de la representación o no de la figura humana en el arte morisco luego de la expulsión de los árabes de España en el siglo XV, tras siete centurias de ocupación.

Es así que, en la novela, aparece la nostalgia en Túnez por Granada y la importancia del cuadro como documentación de la identidad y de esa historia del destierro.

Respecto del personaje parisino, Boullosa, quien reside en Nueva York, donde es catedrática de literatura, comenta:

''Con este vejete inmundo y su conocimiento del arte, que pareciera hecho para él, es que uno se pregunta: ¿pues qué el arte no cambia a la gente? Pues resulta que no. Y uno como artista inocente quisiera que el arte cambiara a las personas, que las hiciera cuestionarse todo, su propia moral."

El placer y el dolor

Boullosa comparte que en su etapa actual de escritora se le ha hecho más placentera la escritura y que antes la sufría más, aunque, de modo paradójico, se ha metido en temas más negros y menos gratos.

''El tema de El velázquez de París es enormemente ingrato, incluso es muy incómodo para un artista. El tipo de novela de la que tal vez un narrador, al terminarla de escribir, diga: 'ya no quiero escribir después porque, escribir para qué, en un mundo en que estamos acabando con el planeta y somos un dechado de errores políticos, morales, sociales'.

''Casi no hay motivo para sentirse orgulloso de pertenecer a la raza humana. Y uno piensa siempre: bueno, está el arte, pero... Y eso es lo que cuestiona la novela. No es que no crea en la fuerza del arte, pero no es monedita de oro. Siempre hay que reflexionar sobre los fines de arte, y ser honestos.

''Mis novelas casi siempre van creando más preguntas y parece que van abriendo puertas, pero El velázquez de París plantea preguntas que cierran puertas intelectuales, sentimentales. Es una novela dolorosa para un escritor."

Carmen Boullosa acabó hace más de un año una novela sobre Sofonisba Anguissola, pintora de la corte de Felipe II admirada por Velázquez, quien en Las meninas incluye una vasija roja que la artista italiana había creado en una de sus obras. Ese y muchos otros nexos entre ambos son explorados en esa obra que pronto también publicará Siruela.

 
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