Usted está aquí: lunes 11 de febrero de 2008 Política Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez
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El voto hispano

La carrera por la nominación del candidato para la presidencia en EU llegó a su clímax la semana pasada al efectuarse elecciones primarias en más de 20 estados. Hay diversos aspectos para la reflexión, pero ahora vale el comentario en torno al voto de los latinos.

En primer lugar, la importancia que ha cobrado la participación del electorado de origen hispano. Para los precandidatos demócratas, Hillary Clinton y Barak Obama, ha sido estratégico cortejarlos, ya que saben que su creciente número en el mapa electoral es clave. Sus votos pueden ser el fiel que incline la balanza, en una disputa tan cerrada. Para los republicanos, los hispanos se han convertido en una excusa para ganar adeptos entre los estratos más conservadores y xenófobos. La disputa por satanizarlos ha sido parte esencial en el discurso de algunos de ellos. Los duelos de oratoria por demostrar quién puede ser más intransigente al respecto rayaron en lo grotesco. Una muestra es el desplante de Tom Tancredo, quien, al abandonar la contienda, debido sus pobres resultados, se ufanó de haber puesto en el centro del debate el peligro que los migrantes, particularmente los indocumentados, representan para el país.

En segundo lugar quedó demostrado su potencial político cuando por fin decidieron que era necesario dejarse escuchar no sólo en las calles, sino también en las urnas. Se les ha criticado, no sin cierta razón, por la pasividad para participar en los eventos políticos en los que se decide su propio destino. Esta vez no fue así, los números son evidencia clara de su participación, como en California y Nevada, en los que aproximadamente 30 por ciento de ellos salieron a votar. En ambos estados fueron determinantes en el triunfo de Clinton.

En tercer lugar, y esto es algo que debe ser motivo de una reflexión más amplia: las razones de su preferencia por uno y otro candidato. Porque su voto fue para la senadora Clinton, quien negó el derecho que tienen a obtener una licencia de conducir con el argumento de que estratégicamente es preferible buscar una reforma integral. Por los resultados hay que inclinarse ante las evidencias y admitir que el voto hispano es lo suficientemente sofisticado para entender que es necesario postergar la satisfacción de una necesidad inmediata para los suyos en aras de la evidentemente más lejana posibilidad de una reforma profunda en el sistema migratorio, cuyos beneficios incluirían las licencias de conducir.

El indudable apoyo que Obama tiene entre los jóvenes hispanos y Clinton entre los mayores de 40 o 50 años. En estas primarias los jóvenes han sido claves en los votos recibidos por Obama. La pregunta es: ¿serán estos jóvenes capaces de salir a votar con el mismo entusiasmo cuando se dispute la presidencia? Es claro que entre los jóvenes Obama tendrá una clara preferencia frente a McCain. No hay la misma certeza con respecto a Clinton.

Esas son las cuentas que ya hacen los superdelegados, personalidades relevantes del partido cuyo voto de calidad puede decidir un empate virtual en la Convención del Partido. Desde luego falta por ver que sucede en las primarias que faltan por celebrarse, entre ellas Texas y Ohio, con buen número de delegados en juego.

 
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