Usted está aquí: sábado 21 de junio de 2008 Cultura Los dolores no se dejan atrás; la memoria es presente: Gelman

■ Publican antología del poeta como parte del premio Cervantes que recibió en España

Los dolores no se dejan atrás; la memoria es presente: Gelman

■ “No hay palabras gastadas, lo que hay es gente gastada que usa palabras”

■ Con el mismo tema se puede hacer una gran obra de arte o algo que no valga nada, expresa a La Jornada

Arturo Jiménez

Ampliar la imagen El escritor Juan Gelman en la librería Rosario Castellanos, ayer, durante la entrevista con La Jornada El escritor Juan Gelman en la librería Rosario Castellanos, ayer, durante la entrevista con La Jornada Foto: María Luisa Severiano

Los dolores no se pueden dejar atrás porque, finalmente, “la memoria también es presente”, dice el poeta argentino Juan Gelman.

Lo que sí es posible, agrega este escritor radicado en México desde hace más de 20 años, es alejarse un tanto de esas circunstancias y buscar una mejor convivencia con todo eso.

En torno al planteamiento de quienes consideran que muchas veces se abusa de las palabras y se les arrebata su significado original, desgastándolas, Gelman lo observa de manera diferente:

“Creo que no hay palabras gastadas. Lo que hay es gente gastada que usa palabras. Pero ninguna palabra está gastada.”

Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) habla en entrevista con La Jornada con motivo de la aparición de su libro Otromundo: antología 1956-2007 (editado por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Alcalá), cuya publicación es parte del Premio Cervantes de Literatura, que recibió en abril pasado en España.

Con prólogo de Carlos Monsiváis y selección de textos del poeta Eduardo Hurtado, se trata de una antología temática y no cronológica. Y presente en la charla con Gelman, en el café de la librería Rosario Castellanos, Hurtado agrega:

“Fue una lectura exhaustiva de toda la obra de Juan, desde el primer libro (Violín y otras cuestiones, 1956) hasta el más reciente (Mundar, 2007), e intenté dejar que los poemas establecieran un diálogo entre ellos mismos, que hablaran por el espíritu de cada uno de ellos.”

Acerca de esa selección de Hurtado, Gelman comenta que “supo juntar de manera armónica poemas escritos a lo largo de más de 50 años, de modo que cada capítulo constituyera un mundo en particular. Esto me sorprendió y me encantó de la antología, y en ese sentido es una antología excepcional”.

Lo de afuera y lo de adentro

Gelman escribe acerca del amor, el barrio, la vida, su madre, su hijo desaparecido por la dictadura y sobre otros poetas, pero hay algunas constantes, como el dolor por el dolor humano y su clara crítica política, evadiendo con maestría el panfleto.

“Siempre digo que el único tema de la poesía es la poesía, y que por eso puedo hablar de todo. Poesía política se ha escrito desde la más lejana antigüedad. Se pueden leer, por ejemplo, poemas pacifistas de Arquiloco, quien como fue soldado apreciaba mucho la paz. La divina comedia, de Dante, se podría considerar un gran poema político. Están las obras de Shakespeare: no he encontrado una mejor descripción, ni poética ni de otro modo, de la lucha por el poder, y aunque parezcan cosas de hace cuatro siglos, son completamente actuales.

“Paul Eluard, el poeta comunista francés, se negaba a escribir poemas sobre la guerra de Corea, que estalló en 1950, como sí lo hicieron compañeros suyos como Aragon. Y un día le preguntaron: ¿Por qué no escribes un poema protestando por esta guerra? Y él dijo una cosa muy sencilla y abarcadora: yo sólo escribo poemas cuando la circunstancia exterior coincide con la circunstancia del corazón.”

Para Gelman, el poeta es además un ciudadano, “y puede o no sentirse conmovido por la guerra, pero esos asuntos, como tantos otros, pueden ser tema de la poesía”.

Sin embargo, recuerda el largo debate de los años 60, cuando se escribieron “montones de panfletos que no tenían nada que ver con la poesía, y que por eso mismo no tenían nada que ver con la política”.

Pero el tema no hace a la obra de arte, aclara el poeta argentino. “Es decir, con el mismo tema se puede hacer una gran obra de arte o se puede hacer algo que no valga nada. Desde Safo a la fecha se han escrito no se cuántos billones de poemas de amor, y la mayoría no le llega ni al taco de la sandalia que supongo usaría Safo, a pesar que de él sólo conservamos un poema íntegro y algunos fragmentos”.

Tiempo de apaciguamiento

–¿Cómo le ha ayudado la poesía a la persona Juan Gelman?

–Me ha ayudado desde mi lejanísima infancia, porque empecé a leer poesía muy temprano. Mi familia procede de Ucrania, donde en la época zarista el ruso era el idioma oficial, obligado, como ocurrió después durante el imperio soviético. Y mi hermano mayor solía recitarme poemas en ruso de Pushkin, que yo no entendía una sola palabra, pero me encantaba su música, su ritmo. Yo tenía cinco o seis años y lo acosaba para que me los recitara. ¡Todavía me acuerdo de algunos de esos versos, sin saber lo que significan! Me recitaba esos poemas y yo me sentía como transportado, como descubriendo, posteriormente lo pensé así, una palabra, un secreto mágico y muy fascinante.

“También empecé a leer y escribir poesía a temprana edad. Y con el tiempo la poesía se hizo más necesaria, como el descubrimiento de una vocación y necesidad. Y a partir de ahí eso orientó mi vida en varios sentidos.”

–Y decidió usted ser poeta.

–Todavía lo estoy decidiendo, todavía lo estoy intentando –responde y ríe–. Había iniciado estudios de química, y al segundo año dije: esto no es lo mío. Ya estaba trabajando y entonces me dediqué a eso, y a leer y a escribir. Debo decir, en honor a la verdad, que la materia de análisis matemático II me ayudó mucho a definir mi vocación poética –y el poeta vuelve a reír de manera franca.

–¿Cuál es el estado actual del alma del poeta, del ciudadano y de la persona Juan Gelman?

–Ya estoy un poco lejos de todas esas circunstancias dolorosas, encontré a mi nieta, cosa que me procuró un apaciguamiento muy grande. Ella ahora está buscando los restos de la madre. La justicia uruguaya clausuró dos veces una causa que yo había abierto sobre eso. Y ahora ella lo está haciendo sobre otras bases. Es muy valiente. Mantenemos comunicación constante, nos ha visitado en México hace poco.

“Los dolores no se pueden dejar atrás, finalmente la memoria es presente. Lo que hay es una mejor convivencia con todo eso. Y quiero decir algo, y no es para lamerle las medias a nadie: México me ha recibido con muchísima generosidad. Aquí encontré amigos de verdad, y aquí, a la distancia, he podido no sólo sentirme bien acogido y muy cómodo y suelto, sino además, esa distancia me ha permitido no sólo alejarme de esas fracturas dolorosas y convivir mejor con ellas, sino también reflexionar un poco sobre toda esa experiencia que hubo en Argentina, para lo cual no basta ceñirse a lo que pasó en los años 70 y 80. Hay que empezar leyendo la historia de Argentina, que es una historia violentísima.”

 
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