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Genio musical, pero a la sombra de Mozart

Este será el Año Haydn, a dos siglos de su muerte
 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de mayo de 2009, p. 4

Viena, 29 de mayo. Uno de los temas de Josef Haydn llegó a escucharse incluso en estadios de futbol, cuando salía a la cancha la selección nacional alemana: el Himno del Emperador, dedicado en principio al monarca austriaco Francisco, y que posteriormente fue adoptado como himno nacional de Alemania.

En vida, era considerado el máximo genio de la música de todos los tiempos, pero luego quedó a la sombra de Mozart y de Beethoven. A 200 años de su muerte, el 31 de mayo de 1809, retorna por un tiempo al primer plano con innumerables conciertos de homenaje, emisiones televisivas y nuevas biografías. Al Año Mozart 2006 le sigue el Año Haydn.

La posteridad desconoció en gran parte los méritos musicales de este hombre pequeño, pleno de humor y benevolencia, pero poco agraciado físicamente. Su música fue menospreciada por los compositores románticos al calificarla de infantil y excesivamente rococó.

Hasta el siglo XX se revalorizó su significado para el desarrollo de la música, al otorgarle al prolífico autor de 107 sinfonías y 68 cuartetos para cuerdas el título de creador de estos géneros.

Haydn, a diferencia de su amigo mucho menor Wolfgang Amadeus Mozart, no fue un niño prodigio. Hijo de un constructor de carretas, abandonó la escuela coral de la catedral de San Esteban en Viena al cambiar de voz a los 17 años, y se convirtió en músico independiente y maestro. A los 29 años logró su nombramiento vitalicio como músico de la corte del príncipe Esterházy, en la actual Hungría.

Con la muerte del príncipe Nikolaus Joseph Esterházy, en 1790, Haydn terminó con su aristocrático ostracismo y se mudó a Viena. Un empresario musical lo llevó de gira por Londres para la temporada de conciertos 1791/92, donde tuvo gran éxito.

Haydn murió el 31 de mayo de 1809, en Viena. La familia Esterházy hizo exhumar el cuerpo en 1820 para llevarlo a la iglesia de la sede familiar, en Eisenstadt, pero faltaba el cráneo, ya que fue sustraído por discípulos del anatomista Franz Joseph Gall, quien buscaba establecer un correlato entre la genialidad y la anatomía cerebral. Recién 145 años más tarde se restituyó el cráneo.