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Gerente de llantera vecina rechaza que el fuego se haya iniciado allí

Testigo tilda de negligente al IMSS
Corresponsal y Afp
Periódico La Jornada
Domingo 7 de junio de 2009, p. 3

Hermosillo, Son., 6 de junio. Tras la explosión en otro inmueble se propagaron las llamas y acumuló el denso humo dentro del bodegón habilitado como guardería, recuerda César Romo Noriega, vecino de la colonia Y Griega y testigo de la tragedia que ya cobró la vida de 38 niños.

Muchos murieron en sus cunas, pero gran parte fueron rescatados por César y otros voluntarios improvisados, entre ellos algunos policías municipales.

Decenas de pequeños fueron sacados por gente que se introdujo en la guardería, entre el espeso humo de la conflagración, cuando vigas ardientes, pedazos de plafón y brasas caían sobre cunas y pasillos o se estrellaban en el suelo.

No supe cuánto duramos en entrar y salir. Fueron como 15 minutos y sólo pensábamos en ayudarlos, pero el joven que arremetió con su camioneta para romper los muros inició el salvamento, relató el hombre de 32 años, uno de los rescatistas que acortaron el saldo trágico.

Víctor Hugo Ayala Núñez, gerente de la llantera Grupo Ayala, afirmó que el incendio no se inició en ese negocio, sino en una bodega contigua a la guardería y que allí se escuchó la explosión de uno de los dos vehículos que se guardaban en el lugar.

Francisco Soto –otro vecino de la guardería donde había más de 140 niños al momento del siniestro– llegó hasta el palacio de gobierno en el centro de Hermosillo esta mañana, cuando tenía lugar una conferencia de prensa, y reclamó al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por la negligencia con que, a su juicio, funcionaba la instalación.

¿Cómo pueden suceder estas cosas?, preguntó indignado. Cundían la histeria y el terror cuando el muchacho de la camioneta Cheyenne atinó a reaccionar y arremetió contra la pared, mientras unos policías trataban de impedirlo y otros permanecían en la puerta de la estancia, estorbando en vez de ayudar, expresó.

Según ese testigo, en la colonia siempre se rumoró que la guardería es de la esposa de un político encumbrado en el gobierno estatal; pero la cifra de 38 muertos, aunque fatídica, también es corta, porque siempre había cientos de niños.

Cuando mi hermana vino ayer y vio lo sucedido fue a buscar a mi sobrino de tres años a los hospitales, pero no lo ha hallado, dice con tristeza Gustavo Rey, de 11 años, mientras observa los restos del cobertizo con techo de lámina y cinco pequeñas ventanas donde operaba la guardería.

Sólo vimos una columna de humo que salía de atrás y corrimos con los extinguidores, dijo Francisco Escalante, trabajador de la estación de gasolina de enfrente.

Fuimos a sacar a los chiquitos, pero se quemó muy rápido el plástico de los colchones de sus cunas y ya no los veíamos, dijo Rigoberto, empleado de una llantera ubicada atrás. Los vecinos lograron sacarlos a casi todos antes de que llegaran los bomberos, recordó.

Fueron momentos desesperantes. Afuera muchos lloraban y las mujeres gritaban, dijo Ofelia Quintero, vecina que se llevó 30 niños a su casa mientras llegaban los padres a buscarlos.