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Existen grandes avances en el pugilismo femenil, pero su futuro es incierto

El mal pago es la mayor discriminación hacia las mujeres en el mundo del boxeo

Entrenadores resaltan su profesionalismo, mientras los hombres sólo buscan fama y dinero

 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de julio de 2009, p. a18

Diez años de boxeo femenil profesional han tirado abajo el prejuicio del peligro. Los principales argumentos para no autorizar peleas de mujeres en el Distrito Federal eran la posibilidad de lesiones y que los golpes podían generar enfermedades, como cáncer de mama.

En 1997, el doctor Esteban Martos (Comisión de Boxeo del Distrito Federal) ya había realizado una investigación médica con ese fin en la UNAM. La tesis de que los golpes provocan enfermedades mortales todavía no está comprobada, concluyó el galeno en su estudio, presentado y aprobado en el Primer Congreso Mundial de Medicina del Boxeo, en Aruba:

“He visto decenas de boxeadoras y ningún tumor canceroso. No he observado ninguna lesión grave, pocas veces se cortan como los boxeadores porque son más limpias y la velocidad del golpe de la mujer es inferior. Además no han perdido su femeneidad. De hecho, la mayoría tiene sesión de peinado y maquillaje antes de subir al cuadrilátero y la Guerrera de Neza cambió el short por faldita”.

Discriminación de ayer y hoy

Meterse en los gimnasios, donde ni vestuario de mujer había, y pararse sobre un encordado, donde no las bajaban de pinches viejas, vayan a lavar los trastes, fueron moneda corriente y aún se topan con esa mentalidad aunque en menor proporción, dicen.

Torres reclama que nunca reciben el mismo trato que los varones en traslado y alojamiento, y una vez me dijeron arréglate como puedas, búscate tu vestidor, y tuve que cambiarme en una cocina.

Otra precursora, la Barbie Juárez, ha relatado el hostigamiento y los comentarios sexistas: lo más difícil fue luchar contra el machismo y la discriminación en el gimnasio, donde siempre pensaban que una iba a buscar una relación con alguno.

Con preocupación, Beristáin comenta que en los gimnasios a veces algunos tratan de abusar de ellas y uno no puede estar cambiando pañales, cuidándolas. Hasta se han dado casos que luego salen embarazadas. En el Pancho Rosales, entrenadores y peleadores se quieren pasar de listos.

Las más nuevas como Esmeralda Moreno y Arely Muciño relatan otras experiencias. En el pesaje hacían que nos quitáramos la ropa en las oficinas que están enfrente del salón y había que pasar en paños menores por los pasillos, pero ahora me tratan muy bien, cuenta la campeona nacional minimosca.

La Ametralladora agrega que en provincia es mayor la dificultad porque te subestiman y no quieren practicar juntos. Ante la escasez de contendientes, su novio es también su sparring.

El trato es muy diferente porque los promotores ponen las tarifas, te ofrecen un contrato y ahí ya viene tu precio, no hay posibilidad de decir lo que quieres cobrar, dice Esmeralda.

Se nos paga menos que a los caballeros, realmente muy poco, y será siempre así porque los promotores son hombres, pero vamos a seguir buscándole por las generaciones que siguen, refiere la Bronca Arrazola, monarca nacional paja, quien se puso los guantes por primera vez semanas después de dar a luz a su tercer hijo.

Huízar habla de la rentabilidad: “Sean hombres o mujeres van a recibir de acuerdo al tabulador del boxeo y las que no registran en la taquilla no pueden exigir.

Se les dan menos oportunidades porque algunos promotores como yo temían que no metieran gente, pero al final esto es un negocio y los sueldos serán de acuerdo con la taquilla y la televisión.

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Zulina Muñoz, campeona internacional en peso galloFoto José Carlo González

En torneos locales los hombres cobran unos 5 mil pesos más, explica Marlon Pérez, secretario de la CBDF, pero en títulos mundiales hay un abismo.

Mientras un retador promedio parte de los 30 mil dólares, las mujeres no pueden aspirar a esas cifras. En mi primer campeonato mundial me pagaron 34 mil pesos. Cobramos 10 por ciento de lo que les dan a ellos, explica Torres, la mexicana con mejor sueldo, pero todavía no ha podido comprarse una casa.

Las boxeadoras nacionales son también madres, trabajadoras, estudiantes y profesionistas. Mientras Laura Serrano es abogada y Jackie Nava arquitecta, Torres montó su gimnasio y Ana Arrazola combina el box con el hogar.

Moreno, se salvó de los vicios en Culhuacán y terminó la prepa a los 22 años, mientras Muciño es maestra de educación física y estudiante de licenciatura en deporte e idiomas.

En eso difieren de los varones, quienes sólo buscan en el pugilismo fama y dinero. “Fama sí la hay pero el dinero no lo vas a encontrar –aclara Esmeralda entre risas–. Creo que nosotras estamos más por pasión, por ganas de pelear y demostrar que también tenemos calidad”.

A la hora de prepararse también hay diferencias. El promotor Fausto García elogia el profesionalismo y la entrega, pero cuestiona que con los contratos son menos serias, más incumplidas, porque Torres y Juárez lo cambiaron tras alcanzar reconocimiento. Habría que rascarle a la sicología de la mujer o a la actitud de los piratas del boxeo, que son los que las llevan.

Perspectivas

La CBDF cuenta hoy con 40 mujeres con licencia pero admite que existen más y su secretario, Pérez, dice que el boxeo femenil está resurgiendo numéricamente, aunque a 10 años de la histórica primera función no se sabe cuántas peleas hubo porque los registros están en archivo muerto y en las computadoras la administración pasada, de Raquel Castro, borró todo o se lo llevó.

El futuro del boxeo femenil en México es una incógnita y no hay pronóstico idéntico. Para Beristáin no mejorará y le parece de mal gusto que hayan inventado eso.

Huízar augura grandes avances de la mano de la televisión para alcanzar el éxito de Estados Unidos Alemania y Argentina, mientras el doctor Martos dice que llegó para quedarse y el periodista Eduardo Camarena opina que dependerá de cada caso, aunque ahora hay una baraja de cinco-diez que le pueden competir a los púgiles de calidad estándar o media.

Las protagonistas se muestran optimistas con reservas. La mayoría confía en mejorar; la Guerrera espera que un día nos dé para comer, pero pasarán por lo menos cinco años. Lo importante sería que autoricen el boxeo femenil en los Juegos Olímpicos.

Con 18 años de experiencia Serrano disiente. Dice que el crecimiento dependerá del entorno de cada una, porque si no tienes un buen promotor, algún padrinito con buenas relaciones, aunque poseas gran calidad boxística no sales adelante, no se te dan muchas peleas ni te pagan bien.

Sin embargo, alienta a sus colegas a no bajar la guardia, porque los guantes enseñan a “ser agresivas en momentos en que debemos serlo y defendernos de los ataques.

El boxeo da mucha seguridad, y no hablo de contacto o agresión física, sino de actitud hacia la vida, hacia los demás. Da disciplina, condición física y una enorme fuerza de voluntad.