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En la avenida Reeperbahn, donde actuaron, una fanática organiza recorridos nocturnos

Hamburgo rescata de su pasado las andanzas de los Beatles

Las excursiones incluyen aspectos sórdidos: solían orinar desde los balcones y retacarse de anfetaminas para enfrentar su extenuante rutina de presentaciones que duraban toda la noche

Foto
Pete Best, George Harrison, John Lennon, Paul McCartney y Stu Sutcliffe, los chicos de Liverpool que debutaron en Hamburgo, en una imagen captada en este puerto alemán y tomada del libro The Beatles Anthology
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de agosto de 2009, p. 8

Hamburgo, 18 de agosto. El sitio del legendario Star Club, donde los Beatles saltaron a la fama, está ocupado hoy por un restaurante de comida china para llevar, pero a la medianoche aún llega a estremecerse al compás de Twist and Shout, aunque tocada con ukelele.

La peculiar interpretación de la música y la letra, entonada con acento germánico, se debe a Stefanie Hempel, fanática del cuarteto Liverpool que ha comenzado a organizar recorridos turísticos por la zona roja de la ciudad con el tema de los Beatles, incluidos los aspectos sórdidos de su historia.

En sus excursiones nocturnas por la famosa Reeperbahn, una de las dos avenidas donde se concentra la vida nocturna de la ciudad, explica que cuando los chicos de Liverpool vivieron en esta ciudad, durante una corta temporada en los años 60 del siglo pasado, solían orinar desde los balcones y retacarse de anfetaminas para enfrentar su extenuante rutina de presentaciones que duraban toda la noche.

Lleva a los visitantes adonde estaba el cine Bambi, en el tramo principal de la Reeperbahn, donde los Beatles dormían en catres detrás de la pantalla y tenían que asearse en los lavabos de los baños de mujeres. Una fotografía en blanco y negro en la puerta principal los muestra riendo mientras sostienen frascos vacíos de la píldora Preludine.

“Una noche Paul y John clavaron un condón en la pared del cine donde se alojaban, y le prendieron fuego –relata Hempel con júbilo–. Por eso los deportaron.”

Descubren su pasado

La mirada nada convencional e iconoclasta de la mujer de 32 años a los días menos conocidos del grupo en Hamburgo –donde se vestían de roqueros de chamarra de piel y cabello envaselinado– forma parte del intento de Hamburgo por reinventarse como ciudad beatle. Casi medio siglo después de que la banda comenzó a tocar su mezcla de skiffle y rocanrol como un grupo menor de acompañamiento en el Kaiser Keller, de la Reeperbahn, con Pete Best en la batería y Stu Sutcliffe en el bajo, la ciudad por fin ha descubierto su pasado con el cuarteto de Liverpool.

El fuego destruyó el Star Club original en la década de 1980, y todo lo que queda de él es un monumento negro, parecido a un mausoleo, con los nombres grabados en oro de todas las leyendas de la música que tocaron allí, entre ellas Jimi Hendrix y Ray Charles.

Ulf Kruger, músico de 63 años y amigo de los Beatles, lleva años tratando de que la ciudad promueva su asociación con el grupo británico. Hemos tardado mucho en sumarnos a la ola. Pero más vale tarde que nunca, señala.

En un intento por reparar 50 años de amnesia, se ha abierto una exhibición permanente en la Reeperbahn, titulada Beatlemanía, a un costo de 3 millones de dólares. El proyecto, que sigue de la construcción de una Plaza de los Beatles en esa calle, ha recibido aportaciones privadas de la industria musical germana, pero tiene pleno respaldo del gobierno de la ciudad.

No es difícil entender por qué la otrora célebre Reeperbahn lleva décadas en decadencia. El sexo ya no es negocio y hoy trabajan en Hamburgo 2 mil prostitutas menos que hace una década. La industria atribuye esa merma al ascenso de la pornografía y de los foros de chateo sexual por Internet. Los clubes de sexo ahora ofrecen descuentos para atraer nuevos clientes.

“La Reeperbahn tiene que cambiar el énfasis respecto de lo que ofrece a los visitantes –comenta Guido Neumann, de la firma Hamburg Marketing–. El lugar ya no atrae marineros del puerto porque el embarque en contenedores significa que ya casi no pasan tiempo anclados.”

La muestra Beatlemanía de Hamburgo cuenta la historia de cómo la banda decidió venir a la ciudad porque los pubs y centros nocturnos de su natal Liverpool cerraban muy temprano. Nací en Liverpool, pero crecí en Hamburgo, solía decir John Lennon.

En el club Indra y en Kaiser Keller trabajaban hasta 48 noches consecutivas; bebían, tomaban anfetaminas y tenían sexo con chicas que, como expresó Paul McCartney, no todas usaban faja como las de su ciudad de origen. La banda tenía que improvisar en el escenario. Se reunían con exis, derivación hamburguesa de los existencialistas franceses.

Sutcliffe se enamoró de la fotógrafa y estudiante de arte Astrid Kirchnerr, cuyas famosas gráficas en blanco y negro de los Beatles originales forman parte de la exhibición. Stu murió de una hemorragia cerebral tres días antes de que la banda debutara en el Star Club. Y luego de que Brian Epstein se hizo cargo de manejar al grupo, Ringo Starr remplazó a Pete Best.

Se atribuye a Kirchherr y a Klaus Voormann, otro fotógrafo de los Beatles y exi de Hamburgo, haber persuadido a los músicos de adoptar el corte de pelo largo y suelto que los hizo famosos, tomado de los existencialistas franceses.

La exhibición aborda estos temas. Muestra recámaras de adolescentes sesenteros decoradas con atuendos y carteles de unos Beatles de sonrisa benévola. Los visitantes pueden incluso grabar su propia voz interpretando una canción del cuarteto.

Una de las partes más impactantes de la exhibición es una sala sobre cuyos cuatro muros se proyecta una película a color del abortivo concierto en el estadio Shea, de Nueva York, en 1965. El rugido ensordecedor de miles de chicas adolescentes, muchas de ellas histéricas, contenidas por vallas y llorosas, expone la fuerza plena y bastante perturbadora de la genuina beatlemanía. Se aprecia que los músicos apenas fingen cantar. Fue el último concierto que dieron.

La exhibición cubre el resto de la historia Beatle, desde Yellow Submarine hasta el último álbum contestatario de la banda, Let it Be. A los visitantes se les invita a relajarse en el café Yeah Yeah, ubicado en el primer piso de lo que fue un museo de artes eróticas.

Bernd Zerbin, uno de los principales organizadores, comentó que es importante reflejar la historia de los Beatles en su integridad y no concentrarse en Hamburgo. Se ha invitado a Paul y Ringo a visitar la exhibición, pero no han respondido. “Supongo que sus mánagers no les han permitido ver la invitación –expresó–, pero sería maravilloso que se aparecieran un día”.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya