jornada


letraese

Número 159
Jueves 1 de octubre
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

La Briza

La Briza me informa que el virus del que habla todo el mundo no existe, es puro cuento que se trae el gobierno para tapar sus raterías y el fracaso del presidente ante el desempleo, los narcos y la carestía que tienen asolada a la ciudad. La Briza es mi amigo travesti que da inolvidables shows a domicilio personificando a la olvidada Gloria Trevi. Le respondo que en parte tiene razón pero que no confunda los paridos con los parientes, ese virus del que habla todo el mundo es el de la influenza, el mismo que puede matar a millones si se sale de control
y las personas no toman las medidas de prevención tan simples como la higiene. Por más razones que le dé a la Briza y que en la tele sigan saliendo las noticias de las personas muertas a causa de la pandemia, mi amiga nomás no cree. Esta enfermedad no es cosa de fe, le digo y aplasto de un manotazo una mosca sobre la mesa donde cenamos unos tacos. Agrego: si uno quiere creer en la virgen del Chorrito y sus milagros no hay problema, yo creo en la existencia,
y además le tengo mucha admiración, al Niño Fidencio que curaba a miles en el desierto del Espinazo aquí en Nuevo León, pero también acepto y apoyo la información de la ciencia que
ha estudiado a los microbios y virus para salvarnos con vacunas y tratamientos. Me doy vuelo explicando a la Briza lo que apenas entiendo de esas hebritas microscópicas que son parásitos muy bravos cuando entran a nuestras células para robar sus sistemas para replicarse hasta hacernos reventar. Hay alrededor de cien millones de virus diferentes que aguantan toda clase de climas y habitan desde una bacteria hasta a su santidad el Papa, le explico con arrogancia de profesor chafa. ¿Has visto uno?, me pregunta la Briza, endiablada por toda esa información chatarra. Yo le digo que no hace falta verlos a simple vista para sufrir sus devastadores efectos y que nomás se acuerde de fulanito y zutanito que se murieron de sida estando tan sanos y tan fuertes; el sida es la consecuencia de un virus. ¡No es cierto!, me responde la Briza dando por terminada la plática, ésos que dices fueron una bola de locas que se murieron por drogadictos
y promiscuos. O sea que tampoco el sida existe para la Briza que también brinda servicios de sexo completo en sus shows de la Trevi, en los que supongo ni usa el condón. Porque ella
no cree en los virus, sólo en la Santa Muerte. Me rindo. Yo ya no sé que decirle a la hermosa
y buena Briza y mejor le advierto que esa peluca no le va con el color de la minifalda agujereada que apenas le cubre el pubis.


S U B I R