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La Paz y Washington, a punto de normalizar sus vínculos, informa el presidente boliviano

Plan contra gobiernos revolucionarios, el acuerdo EU-Colombia: Evo Morales

Las siete bases estadunidenses no son para combatir el narcotráfico, son contra los pueblos, afirma

Obama debe justificar el Nobel de la Paz y cerrar todas sus instalaciones militares en el mundo, dice

 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2009, p. 19

La Paz, 31 de octubre. El presidente boliviano, Evo Morales, reiteró este sábado su rechazo al acuerdo firmado la víspera entre Estados Unidos y Colombia para que militares estadunidenses utilicen siete bases en suelo colombiano, al afirmar que se trata de un plan que está dirigido contra gobiernos revolucionarios de América Latina.

Las bases militares son contra los gobiernos, los presidentes y movimientos sociales revolucionarios en Latinoamérica, aseguró el mandatario durante una conferencia de prensa en el palacio presidencial, aunque al mismo tiempo dijo que su gobierno y Estados Unidos están punto de normalizar sus relaciones diplomáticas, a más de un año de la expulsión mutua de sus embajadores.

Morales suele llamar gobiernos revolucionarios a aquellos países que conforman la Alianza Bolivariana para Nuestra América (Alba), que integran Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Honduras, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas.

Esas bases no son para combatir el narcotráfico, como argumenta el régimen de Álvaro Uribe, quien además apunta a grupos armados ilegales, indicó el mandatario boliviano.

Las bases militares son particularmente rechazadas en la región por Morales y sus pares ecuatoriano Rafael Correa y venezolano Hugo Chávez, quienes creen que las operaciones estadunidenses son contra los pueblos de la región y un riesgo para sus gobiernos nacionalistas, pactadas por Washington luego de que Quito puso fin a la base de Manta que durante los últimos 10 años controlaron los estadunidenses.

El pacto sobre las bases militares colombianas con presencia estadunidense fue cuestionado asimismo en su momento por el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, y tras el anuncio meses atrás de que se estaba negociando dicho acuerdo provocó críticas de organismos multilaterales y una reunión de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y de su Consejo de Defensa.

Estoy convencido de que donde hay bases militares no se garantiza la paz social, no se garantiza la democracia y no se garantiza el desarrollo de un pueblo y la integración de los países, agregó el mandatario boliviano.

El acuerdo de Bogotá con Washington permite a tropas de Estados Unidos operar durante los próximos 10 años desde las bases aéreas de Palanquero (centro), Apiay (este) y Malambo (Caribe, norte). Además, podrán utilizar los fuertes Tres Esquinas (sur) y Tolemaida (centro) del ejército colombiano, y las bases navales de Cartagena (Caribe) y Bahía Málaga (Pacífico, oeste).

Desde Bogotá, el presidente colombiano Álvaro Uribe afirmó este sábado que su gobierno procede con las cartas sobre la mesa en lo que se refiere al acuerdo militar recién firmado con los estadunidenses, encaminado a combatir el narcotráfico y el terrorismo. Ratificó que el texto se divulgará nacional e internacionalmente la próxima semana.

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El mandatario boliviano responde preguntas de corresponsales extranjeros en el palacio presidencialFoto Ap

Evo Morales y otros presidentes sudamericanos han insistido en que el texto del acuerdo colombo-estadunidenses se les dé a conocer, a fin de esclarecer dudas sobre sus verdaderos objetivos.

En tanto, el presidente Morales también dijo que su par de Estados Unidos, Barack Obama, tiene la obligación de justificar el Premio Nobel de la Paz recibido este año y retirar todas las bases militares en el mundo, devolver la democracia en Honduras y levantar el bloqueo económico contra Cuba. Más aún, dijo que debe acabar con la intervención militar estadunidense en Irak y Afganistán.

Sé que es difícil para Obama, pero tiene que hacer esfuerzos para cambiar esa estructura del imperio, anotó el boliviano. Al citar el caso del añejo bloqueo contra Cuba, destacó que es contraproducente que un presidente que castiga económicamente a un pueblo sea premio Nobel de la Paz.

En cuanto a los nexos bilaterales entre Bolivia y Estados Unidos, anunció que podrían firmar en noviembre un nuevo acuerdo marco de relaciones diplomáticas, tras una serie de negociaciones que últimamente han venido sosteniendo la cancillería boliviana y el Departamento de Estado, y que todavía no han terminado.

Morales subrayó que su gobierno espera desarrollar con Estados Unidos y con el resto del mundo relaciones diplomáticas de respeto mutuo, para el comercio justo, inversión y cooperación.

Acotó que Bolivia no aceptaría más injerencias en sus asuntos políticos internos, que fue uno de los detonantes del deterioro de las relaciones con el anterior gobierno de George W. Bush.

Bolivia expulsó en septiembre de 2008 al embajador estadunidense Philip Goldberg, a quien acusó de alentar una conspiración desestabilizadora de líderes regionales derechistas y separatistas, a lo que siguió después la expulsión de la agencia antidrogas DEA y limitó las operaciones de la agencia de cooperación USAID, también señaladas de apoyar a la oposición conservadora.

Washington replicó con la expulsión del embajador boliviano Gustavo Guzmán, decretó la descertificación de Bolivia como cooperante en la lucha contra el narcotráfico y la expulsión de La Paz del régimen de facilidades comerciales, que beneficia a países andinos a cambio de compromisos en el combate antinarcóticos.

Evo Morales dijo que el lunes pasado, día de su cumpleaños, recibió una llamada de la secretaria de Estado Hillary Clinton para expresarle su confianza en un pronto acuerdo sobre la normalización de las relaciones bilaterales.

De concretarse el anuncio, La Paz y Washington reanudarían sus relaciones diplomáticas a unos días de los comicios generales del 6 de diciembre, en los que Morales encabeza las encuestas de opinión en la búsqueda de su relección para un nuevo mandato de cinco años con la promesa de profundizar su revolución, que en el actual periodo arrancó con la nacionalización de los hidrocarburos.