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De 10 mil habitantes, 8 mil dependen de esa empresa

El pueblo de Necaxa fenece con la extinción de Luz y Fuerza

Caen las ventas y quienes adquirieron electrodomésticos los regresan

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Trabajadores de Luz y Fuerza del Centro vigilan a la Policía Federal con el propósito de evitar saqueos en las instalaciones de la hidroeléctrica Necaxa, ubicada en el municipio Juan Galindo, PueblaFoto Marco Peláez
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Periódico La Jornada
Miércoles 11 de noviembre de 2009, p. 7

Necaxa, Pue., 10 de noviembre. Desde hace 106 años los habitantes del municipio Juan Galindo vivían de la generación y distribución de electricidad. Aquí se construyó la primera planta hidroeléctrica de Latinoamérica, y sus piezas originales aún funcionan.

Pero desde hace dos semanas la incertidumbre invadió a los pobladores por los efectos del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC).

Personas que recién adquirieron artículos para el hogar en abonos comenzaron a devolverlos; en una carnicería, en la que se vendían tres reses a la semana, hoy sólo se expende una y queda carne.

Aquí, los únicos trabajadores son electricistas, mil 700 en total: 800 en activo y 900 jubilados. Con sus ingresos sostienen la economía; con sus hijos y sus esposas suman 8 mil de los 10 mil habitantes de Juan Galindo.

La zona está enclavada en la sierra de Puebla. El municipio fue creado oficialmente en 1933, aunque desde 30 años antes se asentaron en la zona 6 mil personas para trabajar en la construcción y posterior operación del complejo hidroeléctrico Necaxa.

El municipio mide 44 kilómetros cuadrados; colinda con poblaciones como Canaritas, Tenango, San Miguel, Patoltecoya, Xicotepec y Papatlazolco.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 63 por ciento de la población tiene entre 15 y 64 años; 30, entre cero y 14, y el 8 por ciento restante más de 65 años.

Ochenta por ciento de la población vive en la zona urbana; el resto, en la rural, pero el valor de la producción agrícola en 2005 fue de cero pesos, según el Inegi.

Estadísticas oficiales señalan que hace cuatro años existían 2 mil 190 viviendas: 80 por ciento con agua potable y drenaje. A pesar de ser un pueblo donde se genera electricidad, 4 por ciento de los habitantes carece de ese servicio.

Hasta hace un mes la mayoría de niños y jóvenes de Juan Galindo aspiraban a ser electricistas; comenzar desde abajo, como sus padres, abuelos y bisabuelos, hasta alcanzar un puesto que les permitiera tener ingresos de entre mil 500 y 2 mil pesos o más a la semana, señaló Gregorio Vázquez, un jubilado que ingresó como peón y hoy, al igual que muchos trabajadores, dice que tuvo que estudiar y trabajar para mejorar sus ingresos, y cómo muchos de los que operaban la hidroeléctrica llegaron a realizar las tareas de un ingeniero en materia de mecánica, electrodinámica o torno, gracias a la práctica diaria.

El promedio escolar de la población es de tercero de secundaria; 14.6 por ciento es analfabeta. Hasta hace cuatro años, de cada cien niños que ingresaban a prescolar uno reprobaba; 9 por ciento de los de primaria no la terminaron; 10 de cada cien no concluyeron la secundaria, y 30 por ciento de los preparatorianos dejaron los estudios.

Debido a la crisis las participaciones presupuestarias se redujeron este año para el municipio: pasaron de 600 mil a 300 mil pesos anuales, y de ese monto hay que pagar salarios de los empleados del ayuntamiento y mantener los servicios; es muy difícil, señaló el alcalde Luis Gerardo Martínez Gómez.

Además, el decreto de extinción de LFC trajo consigo que los electricistas no tengan dinero y por eso no paguen impuestos. Para sortear la situación y mantener intacta la plantilla de empleados del ayuntamiento, todos nos bajamos el sueldo 20 por ciento, manifestó el presidente municipal.

Juan Carlos Sampayo, subsecretario del exterior del SME en la división Necaxa, mencionó que los electricistas cobraban cada martes o miércoles, por eso a partir del domingo 11 de octubre, fecha en que se anunció la extinción de LFC, ya no hubo dinero en esta población.

Negocios sin ventas

Antes del conflicto en LFC, Fermín Salas Flores mataba tres cerdos cada semana; ahora, sólo uno cada siete días. Bajó el precio de sus productos: la maciza, de 45 a 35 pesos el kilo; la longaniza, de 60 a 50, para ver si se animan a comprar. La Pollería Dany ofrece maciza a 40 pesos kilo y surtida a 26. Hace dos semanas los precios eran de 45 y 33 pesos.

Norma García Ortiz y María Francisca Juliana, esposas de albañiles, indicaron que ahora sus maridos laboran sólo uno o dos días a la semana, no hay trabajo, no hay construcciones.

Tuvimos que bajar los precios de las reparaciones; la hora de Internet pasó de 12 a 8 pesos, y en cuanto a recargas de celular, antes las chicas de los bares venían y compraban diario una tarjeta de 100 pesos al menos, ahora sólo le ponen 20 o 30 pesos, y no diario, manifestó Alfredo Flores Martínez, dueño de un negocio de reparación de computadoras en el centro de Juan Galindo.

En la puerta de un consultorio médico está pegada una cartulina en la que se lee: En solidaridad con los trabajadores de Luz y Fuerza, descuentos de hasta el 50 por ciento en todos los servicios.

La mueblería Casa Ruan tiene 80 por ciento menos ventas, y de los electricistas, hay quienes ya han regresado televisores, estufas o refrigeradores.

El alcalde Luis Gerardo Martínez consideró que en caso de que no se resuelva la situación de los electricistas, una opción sería instalar atractivos con deportes acuáticos y ecoturismo, así como aprovechar que en una zona cercana conocida como Tenango, en 1956 se filmaron escenas de la película Tizoc, donde aún se conserva el árbol donde el indígena (Pedro Infante) colgaba pieles curtidas, y a un lado, una réplica de la casa de piedra que habría construido a la niña María (Félix).