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El Presidente observa labores de ayuda en Michoacán y Edomex

Calderón recrimina a quienes no hicieron las obras a tiempo

Algunos damnificados piden ayuda y otros increpan al mandatario

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El gobernador Enrique Peña Nieto y el presidente Felipe Calderón evaluaron los daños causados por las lluvias atípicas en Valle de Chalco; coincidieron en pedir que no se politice el problema y prometieron que la ayuda se entregará casa por casaFoto Notimex
Enviada
Periódico La Jornada
Sábado 6 de febrero de 2010, p. 24

Valle de Chalco, 5 de febrero. Separados del presidente Felipe Calderón por una laguna de aguas negras, habitantes de Valle de Chalco se saben damnificados porque con las lluvias perdieron casas, muebles, ropa y sus pequeños comercios.

Momentito, momentito... los dos, tranquilitos, grita Calderón a un hombre y a una mujer, que se presentan como líderes comunitarios y que enfrente de él cruzan culpas de no brindar ayuda oportuna para superar esta catástrofe que ocasionó el desbordamiento del canal de La Compañía.

Hay mucha tensión y molestia. Yo les pido que tratemos de echarnos la mano; habrá otro momento para debates y reproches, pero ahora a jalar, dice el Presidente tocado con una gorra militar.

Vestido con una chamarra roja, como las que suelen portar los priístas con la leyenda protección civil, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, lo secunda y pide no politizar ni buscar interlocutores ni intermediarios. Los apoyos se entregarán casa por casa.

Sin embargo, en su recorrido, el presidente Calderón repite las recriminaciones que ha hecho a los anteriores gobiernos perredistas del Distrito Federal –sin mencionarlos abiertamente– por no haber hecho obras de drenaje, a diferencia del federal, que construye actualmente el túnel emisor oriente.

Yo no juzgo, dice a los vecinos, pero cuando las cosas van por abajo de la tierra nadie las quiere ver, porque nadie las ve ni nadie las aplaude. Nosotros estamos haciendo las obras, es la única solución a largo plazo.

Cuantas veces puede, el Presidente enfatiza que muchos gobernantes no hicieron las obras en su tiempo, y que, en su momento, comentó que iban a darse muchas inundaciones, pero se me criticó mucho.

Lo hace ante los pobladores de un municipio que ha sido botín de políticos desde 1994, cuando se convirtió en el número 122 del estado de México y fue cuna de Solidaridad, el programa estrella del salinismo.

La visita a Valle de Chalco es la segunda escala en la gira que hizo para evaluar los estragos que dejaron estas atípicas tormentas que afectaron distintos puntos del país. Proveniente de Tuxpan, Michoacán, llega en helicóptero acompañado de varios secretarios de estado.

Mientras observa cómo los soldados pasan de mano en mano costales para tapar el boquete en el canal, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se pregunta por qué la lentitud. Es que faltan palas, le contesta un empleado de Protección Civil que solicita 200. Y es que la tarea de tapar el caudaloso río parece interminable aún cuando hay centenares de militares en las labores.

Por donde se mire hay destrucción. En el agua flota el patrimonio de centenares de familias: algunos piden y otros increpan a sus visitantes.

Cada año es lo mismo, exclama una joven y Calderón le responde que en honor a la verdad tienen que reubicar sus casas, porque viven en zona de riesgo.

Mientras llegan las soluciones de fondo, o sea, la reubicación de las casas y el entubado del canal La Compañía, ofrece llevarlos a un albergue, ayuda para comprar algunos enseres y empleo temporal en la limpieza de los lugares anegados.

Estamos trabajando

En Tuxpan ya no hay agua, por lo menos en la zona que visitó el Presidente, pero las tareas no cesan para sacar el lodo que en algunos lados tapa los tobillos de los pobladores.

Señor Calderón, está perdido todo, exclama una mujer que se asoma desde una ventana ubicada arriba de la Mueblería Tuxpan en la calle Constitución. Estamos trabajando, insiste el Presidente, pero su interlocutora no queda satisfecha: Desde ayer están diciendo eso.

Para otros, la sola presencia de Calderón y del gobernador, Leonel Godoy, dan esperanza, como a José Rubio, dueño de una tintorería que dice un poco descansado: Me dio esperanza de que me va a apoyar.

Pero las voces de reclamo se multiplican: Estamos inundados, no tenemos trabajo, tenemos hambre, dice una mujer cuando visita un albergue instalado en una casa ejidal.

El sesgo político tampoco falta en Michoacán. Un vecino se queja de que el senador panista Marko Cortés fue en un camioneta a sacar raja política de la desgracia.

A ver silencio, por favor y ahorita la escucho a usted, pide el mandatario a una mujer que se queja de que El Chamizal está anegado.

A otra, que demanda incluir a su comunidad en Oportunidades le dice con sinceridad que sólo se da a los más pobres. La promesa por ahora es que tendrán sitio en un albergue y dinerito para comprar lo básico.