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Embajada de Estados Unidos anuncia que explora futuras áreas de cooperación militar

Cae en Honduras el discurso de la normalidad institucional

Protagonistas del golpe de Estado conmemoran el aniversario de la expulsión de Manuel Zelaya

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Periódico La Jornada
Lunes 28 de junio de 2010, p. 30

Tegucigalpa, 27 de junio. Tanto tiempo de decir que no pasaba nada para terminar con una cabeza que admite: A un año, Honduras sigue polarizada. La información la emiten las agencias informativas, pero la retoman sin ningún recato los medios que a lo largo de un año han vendido la idea de la normalidad institucional, aun en los momentos más críticos tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009, cuando el presidente José Manuel Zelaya fue sacado de su casa en pijama y expatriado.

Bueno, igual la credibilidad de esos periódicos –o de las radioemisoras o las televisoras– siempre ha sido escasa. Pero, caray, que lo diga Roberto Micheletti Baín, el presidente de facto, el mismo que sentenció que el único apoyo de Zelaya eran cuatro gatos enmascarados que andaban haciendo desmanes, eso sí que vale el registro. Micheletti se dice preocupado porque Honduras ha perdido la armonía que tuvo en el pasado. Hay un ambiente de incertidumbre, remata.

Micheletti y otros partícipes del golpe de Estado siguen sin entender el mundo exterior. Colombia, Panamá y Taiwán han venido a sobarles los hombros, pero la Organización de Estados Americanos (OEA) continúa sin readmitir a Honduras en su seno, pese a que el gobierno de facto de Micheletti ayer, y el no reconocido de Porfirio Lobo hoy, juran haber cumplido uno a uno con todos los puntos del Acuerdo de San José-Tegucigalpa.

Por ejemplo, la creación de una comisión de la verdad, que habrá de entregar sus conclusiones en los primeros meses del año que viene. Con más prisa, los cuatro gatos que siguen en las calles instalarán este lunes una comisión de verdad, con la participación de dos premios Nobel y varias personalidades más, hondureñas y extranjeras, vinculadas con la defensa de los derechos humanos.

La resistencia, ya rebautizada como Frente Nacional de Resistencia Popular, conmemora en las calles un año del golpe de Estado, sus decenas de muertos y heridos, sus jueces y maestros despedidos, sus golpizas –a manos de policías y militares– en las calles de las ciudades y los caminos rurales. Zelaya conmemora desde el exilio, en República Dominicana, aunque sus más cercanos colaboradores y su esposa, Xiomara Castro, estarán en los actos en esta ciudad.

Este lunes igual alzan sus copas los protagonistas del golpe de Estado, que en su mayoría siguen en importantes posiciones aquí y allá. El preocupado Micheletti, quien acaba de ser recibido como héroe de la democracia por el alcalde de San Salvador (ARENA). El general Romeo Vázquez, jefe de las fuerzas armadas y cabeza del golpe, ahora flamante gerente de la empresa hondureña de telecomunicaciones (cargo habitualmente reservado para políticos de peso). Brindará también la cúpula de la Corte Suprema de Justicia, que en los últimos meses ha echado a los jueces que considera zelayistas sin que nada pase.

Y brindará el presidente Porfirio Lobo Sosa, aunque él abrió el mes de aniversario del golpe con la denuncia de un complot en su contra, provocando un escándalo que luego se diluyó con la emoción futbolera.

Sé quiénes son todos ustedes, expresó Lobo, en referencia a empresarios y políticos que pretenden derrocarlo. Y se siguió de largo: Me quieren fregar (afectar), pero más bien se van a enredar conmigo porque jamás hay que olvidar que a toda acción hay una reacción.

La cadena radial HRN dio más detalles cuando divulgó que las cabezas de la presunta conspiración contra Lobo son tres importantes figuras del Partido Nacional, en el que milita el presidente.

Los medios y líderes que apoyaron el golpe se lanzaron contra Lobo y le exigieron dar nombres y llevar su denuncia ante la justicia. Lobo no sólo no respondió, sino hizo mutis. Se fue a Sudáfrica a ver la derrota de la selección hondureña.

Para algunos analistas locales, Lobo sólo tendió una cortina de humo para defender al presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, político de sus confianzas, quien se ha confrontado con la Corte Suprema y la fiscalía general, instituciones que jugaron un papel de primera línea en el derrocamiento de Zelaya.

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Este fin de semana se realizaron movilizaciones en demanda de que regrese Manuel Zelaya a territorio hondureño. La imagen corresponde a una marcha efectuada el pasado día 13 en TegucigalpaFoto Reuters

De bananeros y pitiyanquis

A lo largo de un año, la defensa de la dignidad nacional va de la mano de los ataques contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien nunca le han perdonado haber llamado (en octubre de 2008) pitiyanquis, serpientes venenosas y otras linduras propias de su retórica a un grupo de empresarios que se oponían al ingreso de Honduras a la Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba). Porque buena parte de los políticos y empresarios no sólo veían con buenos ojos la Alba, sino salivaban frente al apetitoso pastel de Petrocaribe.

En los primeros meses tras el golpe, esa retórica se dirige también al gobierno de Estados Unidos: Ya no somos república bananera, afirma Roberto Micheletti cuando recibe a la legisladora republicana Ileana Ross-Lehtinen (Cuba debería tener un gobernante como Micheletti, es la frase de ella).

Es muy distinto el panorama al de mediados de octubre de 2009, cuando la selección de futbol de Estados Unidos venció a su similar de Costa Rica y con ello brindó a Honduras el pase al Mundial de Sudáfrica, al evitarle el repechaje contra Uruguay. Un diario nacional resume el ánimo nacional: “Hoy todos somos pitiyanquis”.

Ex bananeros o pitiyanquis, los golpistas sólo ceden a la firma de un acuerdo luego de que el subsecretario de Estado estadunidense, Thomas Shannon, le hace manita de puerco a Micheletti. Más tarde le darán la vuelta al acuerdo, pero en calidad de mientras la euforia mundial se acompaña de la suspensión de algunas de las limitadas sanciones impuestas por Estados Unidos. Con el paso de los meses, consumadas las elecciones que muchos países no reconocen, otras sanciones se van levantando.

Al comenzar el mes de aniversario del golpe, la embajada de Estados Unidos en esta ciudad anuncia que explora futuras áreas de cooperación militar entre las dos naciones. El motivo del comunicado es la visita del subjefe del Comando Sur de Estados Unidos, el general Ken Keen, quien asiste para encabezar la ceremonia de entrega de 25 camiones a las fuerzas armadas de Honduras. Es la manera estadunidense, dice la embajada, de ayudar a esta nación centroamericana a superar la reciente crisis política de manera pacífica y constitucional.

Se normalizan los vínculos

Las relaciones se han normalizado. Ayer hubo algunas lágrimas de aficionados hondureños por la derrota estadunidense ante Ghana. Le debemos el pase al Mundial, expresó uno que portaba orgulloso la camiseta azul y blanco. Aunque otros, como el diputado liberal Wenceslao Lara, pensó que si su selección llegó a Sudáfrica, fue solamente porque echaron del poder a Zelaya. El desastre futbolístico de Honduras no empaña el agradecimiento. Antes, al contrario, es motivo de cursis anuncios en la televisión, donde, sin ambages, se llama a los ciudadanos a seguir apoyando a la bicolor, porque es la identidad nacional.

Todo normal, pues. Los anuncios de viajes al mágico mundo de Orlando, con trámite del visado incluido, que dejaron de aparecer unos meses, son de nuevo pan de todos los días, incluso en Radio Globo, emisora de la resistencia, cuyo dueño subió de un plumazo y en más de un 50 por ciento la tarifa que cobra por transmitir el programa de la resistencia.

Todo normal. En las casas de los conspicuos miembros de la elite político-empresarial hondureña deben estar ya los únicos documentos de identidad de su interés: las invitaciones para acudir a la fiesta del 4 de julio en la embajada.