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La galería Kurimanzutto presenta la exposición colectiva Panamericana

Bicentenarios en América Latina inspiran a jóvenes artistas

El título de la muestra retoma un término que fue popular en la primera mitad del siglo XX

Veintidós creadores de la región exhiben obras alusivas a las epopeyas independentistas

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El argentino Adrián Villar Rojas aparece junto a su obra, Las mariposas eternas, incluida en la exposición que se puede visitar en el recinto de la calle Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel ChapultepecFoto Cortesía de la galería
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de julio de 2010, p. 3

Inspirada en el bicentenario de la independencia de los países de América Latina, hace unos días se inauguró en la galería Kurimanzutto la exposición colectiva Panamericana.

La muestra en el recinto de la calle Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec, comprende obra de 22 artistas de la región.

Curada por el estadunidense Jens Hoffman, el título retoma un término popular en la primera mitad del siglo XX: la carretera Panamericana, concebida en 1923, es un sistema colectivo de caminos, de alrededor de 48 mil kilómetros que enlaza casi a todos los países del continente americano.

En 1948 la Unión Panamericana fue remplazada por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Los expositores argentinos Adrián Villar Rojas (Rosario, 1980) y Eduardo Basualdo (Buenos Aires, 1977) entendieron la propuesta de Hoffman como una excusa para reunir a una generación de jóvenes creadores que empiezan a aportar al arte de su país y, en este caso, al de Latinoamérica.

Para Adrián Esparza (El Paso, Estados Unidos, 1970) la palabra tenía sentido: “Al mismo tiempo preparaba otra exposición en torno al ‘paño-rama’, forma de arte producida en las cárceles; entonces la palabra paño (pañuelo), tenía sentido porque vengo de Texas y comparto la cultura mexicano-estadunidense”.

Villar Rojas presenta la pieza única, integrada por dos esculturas, Las mariposas eternas, que contrapone dos monumentos de tipo ecuestre, es decir, dos modelos mentales opuestos, separados por el tiempo, hechos con arcilla y cemento lo que les da un aspecto ruinoso, como si fueran poshumanas.

La referencia principal es al general Lavalle, quien participó en las guerras de la independencia argentina, luego en las batallas entre unitarios y federales dentro del país. Diezmado su ejército en el norte del país, al vagar por el desierto, luego de ser herido, el militar falleció. El cuerpo empieza a entrar en avanzado estado de descomposición y los pocos soldados sobrevivientes deciden descarnarlo. El único vestigio que queda de él son sus huesos que salen de las alforjas del caballo, expresa Villar Rojas señalando la estatua.

Aquí lo irónico es que quien debería ser protagonista del monumento, está presente de manera insólita, mientras conduce el caballo un soldado como hay miles.

En la otra estatua una adolescente, que se remite a la animación japonesa, cabalga sobre una suerte de robot-insecto, salido de la tecnología futurista.

Eduardo Basualdo, por su parte, trabaja con la luz como símbolo de reflexión y pensamiento. Lo suyo es una obra enraizada con el arte cinético y la animación.

Respecto de su pieza Razón y fuerza, señala: Las ideas más políticas me sirven como detonante, pero después quedan muy atrás.

La obra consiste en un mástil equipado de un motor que mueve una hélice giratoria de casi cuatro metros, en cuyo extremo hay un cordón mediante el que se puede subir y bajar una gran campana de aluminio negro.

Debajo de la campana hay una luz de mil vatios que, cuando es descubierta, ilumina toda la sala y proyecta la sombra de todos los objetos. Pero, cuando es cubierta, vemos una especie de constelación de estrellas girando, dado las múltiples perforaciones de su superficie.

Pintor en sus comienzos, de pronto Adrián Esparza se dio cuenta de que la cobija utilizada para calentarse por las noches tenía unos colores hermosos. En vez de crear grandes pinturas, decidió deshacer el sarape y dejar los hilos expanderse en la galería.

La mayoría de sus obras de ese tipo se basan en los escenarios, de allí que ha hecho un paisaje El Paso, otro californiano y ahora un paisaje mexicano inspirado en un cuadro de José María Velasco”, titulado Aquí y ahora.

Al tener enfrente una copia de la pintura original, descompongo cada elemento y lo convierto en una forma geométrica. De repente una colina se vuelve un triángulo y las nubes cuadrados. Así que Esparza toma un objeto encontrado –el sarape- y lo transforma en una pintura sobre la pared de la galería.