Cuando los pueblos ganan

Con tantos fantasmas de mala fama que recorren hoy México y América Latina, pasa desaperecibido un fantasma distinto que también recorre nuestras tierras: el de las victorias de los pueblos. Porque demasiado acostumbrados a las penurias y las denuncias –discursos de “combate a la pobreza extrema”, desastres sanitarios, mala educación-, se nos escapan las buenas noticias. Los pueblos, sus luchas de resistencia, sus autonomías, también la hacen.
Por primera vez en 500 años, los pueblos de América vencen en continuas de importantes batallas. En esta hora de naufragio del Gran Capitalismo y la amenaza de algo peor, podemos decir que quién sabe quién va ganando, pero los movimientos indígenas no son los que van perdiendo.
En el hemisferio americano, la guerra y la persecución contra los pueblos indígenas se repite de norte a sur bajo disfraces distintos pero con las mismas intenciones; despojarlos, diezmarlos, integrarlos, exportarlos.
De la Tarahumara a las montañas de Chiapas, por toda Guatemala, Belice, Honduras; en Colombia, Perú, Chile, las Amazonías. Los poderes del poder van por todo. El lector de Ojarasca estará acostumbrado a estas informaciones.
En el corto y el mediano plazo sin embargo, los triunfos, logros, avances de los pueblos, están a la vista. La autonomía rebelde en Chiapas. La extraordinaria efervescencia de los pueblos indígenas en Ecuador y  Bolivia, donde nadie puede gobernar sin ellos. La valentía constante de los mapuche en el extremo sur. La claridad política y la dimensión universal alcanzada por los pueblos andinos contemporáneos.
Este mes Ojarasca documenta algunas de estas victorias, más allá del milagro de la sobrevivencia. Donde la tierra, la ley de los propios pueblos ancestrales y sus lenguas imponen sus condiciones. Pudimos incluir en este mes muchas otras historias. Tan sólo en las recientes semanas se registraron hechos relevantes: en su diferendo con el gobierno de Rafael Correa, Conaie y Ecuarunari determinaron que en adelante, ya que el gobierno quiere combatirlos también en los tribunales, acusándolos de terroristas (a la Pinochet), utilizarán su lengua, el kichwa, para defenderse.
Los mapuche conquistaron en Chile la oficialización de su lengua, y se anotaron un triunfo en la Corte de Apelaciones de Puerto Montt contra la empresa salmonera Los Fiordos, que es histórico pues se basa en el Convenio 169 de la oit y crea precedente. Mientras, el pueblo rapa nui se sublevó pacíficamente en agosto, tomó la sede del gobierno en la Isla de Pascua y exigió al Estado chileno la devolución de sus tierras; de lo contrario se unirá a Polinesia, según determinó el Parlamento Rapa Nui.
Las mujeres de Tatahuicapan, en Veracruz, realizaron una protesta ocupando y cerrando el flujo de grandes represas, y obligaron al gobierno a escucharlas. En la Amazonía peruana los pueblos indígenas han frenado a las trasnacionales petroleras.
Los logros son jurídicos, territoriales, culturales, de formas de buen gobierno, de autosuficiencia alimentaria y libre determinación. En una época que la Tierra misma necesita ser cuidada, salvada, recobrada, los pueblos de América saben cómo, lo enseñan al mundo y lo practican en su lucha cotidiana.
Este mes hablan aquí los mizak de Colombia, los mayas de Belice, los campesinos de Atenco, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia y los rankülche de Argentina. Unos ejemplos.

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