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Luis Vaca Domínguez trabaja desde hace 18 años con los cristales de la poliedrina

Desarrolla la UNAM tecnología para encapsular vacunas

Dentro de estas estructuras el virus permanece en estado de suspensión sin contacto con el ambiente, lo que permitirá conservar las inoculaciones sin refrigerar, explica el investigador

 
Periódico La Jornada
Martes 24 de agosto de 2010, p. 2

A partir de una estructura cristalizada de proteínas, desarrollada por los virus para sobrevivir mientras encuentran un hospedero, el investigador Luis Vaca Domínguez, del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló tecnología para encapsular vacunas, y así evitar que sean refrigeradas y caduquen.

Desde hace 18 años, el médico y doctor en ciencias biomédicas trabaja con el virus Autographa californica, principal plaga del gusano de seda.

Vaca Domínguez extrae del microorganismo la proteína poliedrina –en forma de poliedro–, la cual aísla, modifica y clona en su laboratorio para utilizarla como cápsula o recipiente de vacunas.

Como parte de su proceso evolutivo, los virus han desarrollado estas proteínas que se cristalizan y adquieren una estructura que los protege del ambiente, la temperatura y la luz, mientras llegan a un hospedero para sobrevivir y reproducirse, explicó.

Un cristal es una estructura organizada, ordenada y estable desde las moléculas internas hasta la parte exterior. En la naturaleza existen algunos macroscópicos, como los de la sal y el azúcar, y microscópicos, como los que Vaca Domínguez y sus colaboradores generan en el Departamento de Biología Celular y del Desarrollo del IFC.

Proteína única

Los que desarrollamos, a partir de una proteína única, la poliedrina, son muy pequeños, de una a cinco micras, y tienen la capacidad de formar cristales de forma espontánea, precisó.

Dentro de esa estructura el virus permanece en estado de suspensión, sin contacto con el ambiente externo, ventaja que permitirá conservar las las vacunas, para evitar que sean refrigeradas y caduquen.

“En el cristal únicamente residen baculovirus (en forma de bastón o báculo, como Autographa californica), pues hay mecanismos muy elaborados que impiden que cualquier otro microorganismo ingrese; con ese control, el virus asegura que no le ganen la casa”, detalló.

Aunque de manera natural el cristal es una casa con una aduana estricta y de alta seguridad, que solamente acepta a un virus como habitante, Luis Vaca Domínguez ha apostado por la estrategia de introducir vacunas con estructura muy distinta a los baculovirus.

En lugar de violar las reglas de resguardo, el universitario ha dedicado gran parte de su trabajo a buscar la llave, la cual encontró en un fragmento de aminoácidos, unidades básicas de las proteínas.

Después de mucho tiempo, logramos descubrir que hay una secuencia en una proteína del virus, que es como la llave de la casa. Si tomamos esa serie de 25 aminoácidos y se la ponemos a la proteína que queramos, automáticamente tenemos la visa para ingresar en el cristal, dijo.

Hace año y medio, Vaca Domínguez y sus colaboradores lo lograron, y ahora buscan una estrategia para entrar al cristal con otro habitante: una vacuna que evite enfermedades en los seres humanos.

Actualmente, la tecnología está en trámite de patente, y el investigador está en pláticas con una empresa mexicana interesada en la transferencia tecnológica para producir la primera inoculación dentro del cristal.

El proceso lo hemos desarrollado tras varios años de trabajo, con apoyo de la UNAM, pero más recientemente hemos contado con la ayuda del Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICTDF), que también tiene participación en la actual negociación, aclaró.

Una de las ventajas de la nueva generación de vacunas que podrán desarrollarse dentro de cristales proteicos es que serán más duraderas, y resultará más barato transportarlas y conservarlas.

Hemos creado cápsulas de diversos tamaños y formas; algunas son cúbicas y menos estables, así que si se inyectan al torrente sanguíneo de un animal de prueba en unos días se desintegra, pero la vacuna ya está en el organismo, expuso.

El potencial de esta tecnología es enorme, pues el cristal también permitirá controlar la liberación de la vacuna dentro del torrente sanguíneo, así como integrar inóculos en cristales que se coman, como la sal o el azúcar.

Para cada una tendremos que buscar la llave precisa, pero el mecanismo para hacerlo ya lo conocemos, añadió.

Hasta ahora, Vaca Domínguez ha probado dentro del cristal una vacuna experimental contra la enfermedad de Aujeszky, también conocida como seudorrabia, que afecta a cerdos y conejos, y a futuro se podrá intentar contra la amibiasis, la malaria y la influenza.