Política
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Los cien años de la UNAM

Vargas Llosa no habló de política

No sé que entusiasma a los jóvenes de hoy
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de septiembre de 2010, p. 4

La diferencia entre los lectores jóvenes de la actualidad y los de mi generación es que los primeros buscan una literatura divertida y entretenida, mientras que nosotros demandábamos una literatura que profundizara en la problemática social, que llenara los vacíos de información sobre las cuestiones que nos interesaban, políticas, cívicas y culturales.

El escritor Mario Vargas Llosa, recientemente investido doctor honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México, sostuvo lo anterior durante su participación en los Diálogos Literarios, realizados ayer en la Sala Nezahualcóyotl, como parte de las actividades conmemorativas del centenario de la máxima casa de estudios.

El autor de libros como Conversación en La Catedral, La ciudad y los perros y La casa verde, fue entrevistado por Sealtiel Alatriste, coordinador de Difusión Cultural, ante una audiencia de jóvenes, en su mayoría, quienes prácticamente llenaron el recinto.

Vargas Llosa fue recibido con una cálida ovación. En seguida Alatriste le señaló que la charla versaría sólo sobre literatura, acaso para prevenir cualquier desaguisado con un autor que no tiene pelos en la lengua para expresar lo que piensa sobre la realidad política, como cuando dijo, en 1990, que bajo el régimen priísta México era la dictadura perfecta.

Nacido en Perú (Arequipa, 1936) y naturalizado español, el escritor habló de las circunstancias en que concibió y escribió varios de sus primeros libros. A pregunta expresa refirió sus experiencias con la censura y relató algunas anécdotas que arrancaron la risa y los aplausos del público.

Reconoció que le cuesta trabajo saber qué es lo que entusiasma a los jóvenes lectores de hoy, aunque señaló las diferencias que existen con los lectores de su generación.

Advirtió que en los pasados 50 años los valores y las referencias culturales están sufriendo profundas trasformaciones. No obstante, señaló como algo positivo el hecho de que los jóvenes que se dedican a la literatura tienen hoy muchas más posibilidades de ser publicados y de que sus libros sean conocidos más allá de las fronteras de su país de origen.

Recordó que en sus días de escritor joven, la idea del éxito era impensable, si algún autor lograba llegar a mil lectores ya era bastante, lo que importaba era escribir, porque era lo que uno amaba, era el feliz ejercicio de una vocación.

Mario Vargas Llosa también habló del periodo en que se vio deslumbrado por las posibilidades de la experimentación formal, influido sobre todo por la lectura de William Faulkner, John Dos Pasos y James Joyce. Esos devaneos con la forma quedaron plasmados en La casa verde: llegué a ese extremo en que la experimentación puede ser contraproducente.

De esa etapa aprendió que cuando, condicionada por la forma, la novela deja de contar algo importante, se condena al fracaso, se condena a la decadencia.

La conversación se extendió poco más de una hora. La parte más celebrada por el público fue cuando el autor de La fiesta del chivo señaló que entre los escritores mexicanos que más admira están Alfonso Reyes, Octavio Paz y José Emilio Pacheco.

De este último dijo que fue el primer autor mexicano al que conoció personalmente, en 1962, cuando el peruano trabajaba para la BBC de Londres y el mexicano era locutor en Radio Universidad y aún no publicaba su primer poemario, Los elementos de la noche, esa vez me acompañó a comprar libros.

Desde entonces, a pesar de las diferencias, han mantenido una amistad sin sombra, con mutuo respeto. Y concluyó: José Emilio Pacheco además de ser un gran escritor es una gran persona.