Mañana se cumplen dos años de la muerte de Juan Camilo Mouriño, ex titular de la Secretaría de Gobernación, quien falleció al desplomarse el Learjet 45 en que regresaba de una gira de trabajo por San Luis Potosí.

En la aeronave viajaban ocho personas más (todas fallecieron). Como consecuencia del impacto perecieron también cinco transeúntes en el cruce de avenida Reforma y Periférico.

Hasta ahora no ha sido señalado ningún responsable de los hechos. El informe final de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) concluyó que se trató de un accidente por errores de los pilotos y de los controladores de tráfico aéreo, principalmente por el supuesto acercamiento del Learjet 45 a un Boeing 767 de Mexicana de Aviación que también buscaba la pista de aterrizaje la tarde del 4 de noviembre de 2008.

El cierre de la indagatoria por la DGAC descarta la posibilidad de un desperfecto mecánico o de un acto provocado. En tanto, la Secretaría de la Función Pública queda sin señalar responsables –hasta el momento– al indagar las irregularidades detectadas desde la compra del aparato, en 2003, por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional y la posterior administración, a cargo de Gobernación.

Los documentos respectivos, cruciales en las indagatorias, fueron reservados más de una década en los ámbitos administrativo y penal.

En ese contexto, han sido retiradas varias posibles sanciones, pese a que se documentó, por ejemplo, la adquisición de la aeronave con sobreprecio; irregularidades en su mantenimiento, en el otorgamiento de licencias a los pilotos y, en especial, aspectos atípicos en la mecánica del aparato.

En febrero pasado, Gilberto López Mayer, quien era titular de la DGAC en el momento del accidente y muerte de Mouriño (uno de los amigos más cercanos del presidente Felipe Calderón), aseveró que en lo que toca a ese ámbito la indagatoria ya está cerrada.

Las causas del accidente, según el balance oficial, fueron: capacitación inadecuada de los pilotos, demora de la tripulación para reducir la velocidad, falta de control de tránsito aéreo y posible fatiga del controlador.

López Meyer, responsable del comité investigador mencionado y actual director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, afirmó (La Jornada, 2 febrero de 2010) que el cambio de piezas y la posibilidad de usar elementos reconstruidos es una práctica ordinaria, válida y legal no sólo en México, sino también en la aviación mundial.

Esa pieza (estabilizador horizontal) se cambió tres veces al avión, lo cual estuvo “vinculado con los cambios de propietario. Hasta donde recuerdo, esa directiva de aeronavegabilidad obligaba a que el componente se cambiara cuando menos una vez. En este caso, se hizo tres ocasiones.

“No sé si sea normal, pero es razonable una cosa que haya sido tan notoria (…) Nosotros encontramos que se le cambió tres veces. No había tanta necesidad, pero tampoco es ilegal que se haga, pero lo que sí pudimos comprobar es que la pieza que iba en el avión era la correcta”, expresó López Meyer.

–Entonces, ¿nada tuvo que ver el cambio de esa pieza ni que se haya instalado una reconstruida?

–No. Instalar piezas reconstruidas es perfectamente válido y se hace en todas las aerolíneas del mundo, no sólo en los aviones privados o de gobierno. La reconstrucción es una práctica de todos los días, por economía y facilidad, pero obviamente no es como en la (colonia) Buenos Aires (donde se venden piezas automotrices usadas), sino con criterios muy estrictos.

–¿El secretario de Gobernación viajaba en un avión seguro?

–No pudimos encontrar nada que sugiriera que el aparato era inseguro. Ningún indicio de falla mecánica. Lo que sí se confirmó es que el piloto manifestó el encuentro con la turbulencia.

–Por ejemplo, ¿el avión en el que viaja el presidente Felipe Calderón sigue siendo seguro, aunque tenga piezas cambiadas o reconstruidas?

–No sé si tenga reconstruidas, pero le aseguro que es un avión seguro. Me parecería increíble pensar que el Presidente no viaje en un avión seguro.