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Jodie Foster es una roca en el apoyo a Gibson, su estrella de Mi otro yo, que se estrena mañana

Es sorprendentemente fácil dirigir y actuar al mismo tiempo

Elegí al australiano porque sabía que podía manejar el ángulo ingenioso y tiene la ligereza para desprenderse de él, comenta

Él la recompensó con una de sus mejores actuaciones en años

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Jodie Foster y Mel Gibson, en la alfombra roja por la proyección de Mi otro yo en el pasado Festival Internacional de Cine de CannesFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 16 de junio de 2011, p. 7

Lo último que dice Jodie Foster antes de salir de la habitación: Si supiera lo que hoy sé, y si tuviera 17 años y quisiera hacer una carrera, no sé si escogería la actuación. No es por actuar; eso lo puedo hacer todo el día. Es por todo lo demás.

Todo lo demás para ella es el interés de los medios y la intrusión del público en las vidas privadas. Un hecho inescapable de su espectacular carrera fílmica es que a menudo se ha visto atrapada en enormes escándalos mediáticos que ella no provocó. El estreno de su tercer esfuerzo de dirección, Mi otro yo (The Beaver), se pospuso el año pasado luego que su actor principal, Mel Gibson, fue grabado lanzando insultos racistas a su ex novia Oksana Grigorieva, a quien reconoció haber dado un puñetazo. El ocaso del astro de Corazón valiente como activo comercial fue anunciado en todas partes, y la predicción pareció cumplirse cuando Mi otro yo pereció en las taquillas estadunidenses (en México llega a la pantalla grande mañana).

Sin embargo, Foster ha sido una roca en el apoyo a su estrella. Caminó sobre la alfombra roja en Cannes este año del brazo de Gibson y se niega a culparlo por la baja recaudación de la cinta en Estados Unidos. Diplomáticamente, lo atribuye al género: Me parece que este filme tiene sabor europeo, aunque trata sobre una familia estadunidense. Creo que en mi país nos gusta que las comedias y los dramas estén en películas separadas.

Fieles amigos

Gibson y ella han sido fieles amigos desde que se conocieron en el set de Maverick, en 1994. Cuando Foster lo incluyó en su elenco, él ya había aparecido en videos donde hacía comentarios antisemitas a un policía en una carretera estadunidense, pero ella lo escogió por su talento: Lo elegí porque sabía que podía manejar dos cosas: el ángulo gracioso e ingenioso, y la ligereza de toque para desprenderse de él.

El australiano recompensó a la directora ofreciendo una de sus mejores actuaciones en años. Personifica a Walter, ejecutivo de la industria juguetera que, al encontrarse al borde del suicidio, opta por la autoterapia y comienza a comunicarse con su familia, amigos y a la larga con todo el mundo a través de un muñeco de castor que sienta en su brazo izquierdo.

En el tiempo de la filmación, ese papel debió de parecer perfecto para que Gibson se redimiera. Foster está de acuerdo; dice lo que la mayoría de los espectadores pensaban al escuchar al actor lidiar con las manías de su personaje en la pantalla: Walter es un hombre perdido, débil, que apenas puede comunicarse. Cuando habla por medio del muñeco siempre veo a Mel, no al muñeco. Miro al personaje detrás de él y lo que veo es alguien que habla por medio del muñeco, pero aun así se puede ver el dolor en su rostro.

La película aborda en forma directa el impacto de los medios sobre la vida de las personas. Sintiéndose vigorizado por su castor, Walter crea un juguete que se vuelve el éxito de la temporada y es invitado a programas de radio y televisión. Algunas estaciones no tienen inconveniente en que insista en comunicarse a través del castor, otras lo tratan con desdén. La idea es que, a la larga, los medios están más interesados en la noticia y el bienestar del hombre les importa un bledo.

¿Será así como ve Foster a los medios? Bueno, es algo complicado. En mis películas hay un tema recurrente: los personajes se exponen en público y en cierta forma están acostumbrados a los medios como a un choque de trenes. Y se exponen en lo más profundo, exponen sus partes más vulnerables. En realidad ella sí sabe exactamente de dónde viene esa atracción. Se refiere a la forma en que crecí. Es un comentario sobre eso.

Es una pena que la actriz y directora, de 48 años, rara vez conceda entrevistas. En persona tiene la misma habilidad que en la pantalla de hacer que uno esté pendiente de cada una de sus palabras. También es de las contadas actrices que son más bonitas en persona que bajo una capa de maquillaje en la pantalla. Sus ojos azules resplandecen como si hubieran sido tomados de un mechero de Bunsen.

Carrera legendaria

Su carrera se volvió legendaria desde mucho antes que, apenas a los 26 años, ganara su primer Óscar por su papel en The Accused, en el que representó a una mujer violada a la que los medios y el sistema penal victimizan por la forma en que se viste y por el lugar de donde procede. Como comentario al margen, es de las raras personas que han ganado Óscares por películas en las que en verdad merecían obtenerlo: su segunda estatuilla fue por su intensa interpretación de Clarice Starling, en El silencio de los inocentes.

Tenía apenas 14 años cuando alcanzó el estrellato internacional por su papel de una prostituta adolescente en Taxi Driver. Ese mismo año apareció en Bugsy Malone y Freaky Friday. Tratando de llevar una vida tan normal como fuera posible bajo los reflectores de los medios, se inscribió en Yale. Pero todas sus esperanzas de normalidad vinieron por tierra a raíz del intento de asesinato de Ronald Reagan, cuando el presunto asesino, John Hinckley Jr, afirmó que fue un intento por seducir a la actriz, a la que también había acosado en el campus. Pese a esos problemas y a decir que hoy día no aconsejaría a un joven seguir la carrera de actuación, señala que no se arrepiente del camino que tomó.

“No creo que cambiaría nada si regresara a los años 60 y los 70. Fue asombroso: hice películas con personas fantásticas en los 70, tuve maravillosas experiencias y estuve en lugares espléndidos.

A veces quisiera haber estudiado un posgrado. O tal vez habría asistido a una escuela de cine. Hubiera sido divertido andar por Nueva York cámara en mano, tener esa experiencia juvenil de hacer películas con una cámara minúscula. Nunca lo viví; siempre tuve responsabilidades.

Es evidente que esas ideas de andar por ahí con una cámara surgen de su deseo de dirigir más. En 1991 hizo su primera cinta, Little Man Tate, sobre una madre (representada por ella misma) que enfrenta las dificultades de criar a un niño superdotado. Escogió no protagonizar su segundo esfuerzo como directora, Home for the Holidays (1995), y eligió a Holly Hunter como una madre soltera que es despedida de su empleo poco antes del día de acción de gracias. En un principio no había tenido intención de actuar en Mi otro yo, pero cuando comenzó a buscar una actriz para interpretar a la esposa de Walter, llegó a la conclusión de que ella era la mujer ideal para el papel.

En ningún momento se preocupó por las dificultades de combinar ambas funciones en el set: Creo que dirigir y actuar al mismo tiempo es sorprendentemente fácil. Se pierde una ciertas cosas y sacrifica otras; no tiene tantas elecciones como esperaba ni recibe sorpresas. Obtiene lo que planeó, pero no hay esa sorpresa que se recibe cuando es dirigida por alguien más.

Es obvio que no tiene reparos en trabajar con figuras controvertidas. Su siguiente papel como actriz será en el nuevo filme de Roman Polanski, Carnage (Carnicería), al lado de John C Reilly, Kate Winslet y Christoph Waltz. ¿Cómo enfrentará eso? “Creo que dirigir películas la cambia a una en el set [cuando vuelve a la actuación]. Hace que sea más fácil dirigir. Está uno allí para servir al director y, cuando quiera contar su propia historia, puede hacerlo en su propia cinta.”

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya