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Publican libro sobre la trayectoria de la actriz, bailarina y coreógrafa

Graciela Henríquez incorporó en sus obras motivos de cultura popular

Siempre vinculó el arte con la cotidianidad, dice Cristina Mendoza Bernal, autora del volumen

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Graciela Henríquez desarrolló una importante carrera dentro de la danza mexicana en los años 80 del siglo pasadoFoto cortesía del Cenidi-Danza
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de julio de 2011, p. 6

El Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (Cenidi-Danza), del Instituto Nacional de Bellas Artes, acaba de publicar el libro Graciela Henríquez: cuerpo/movimiento/pensamiento, que narra cómo la bailarina y actriz desarrolló una carrera importante dentro de la danza mexicana en los años 80 del siglo pasado y logró despuntar como coreógrafa por sus propuestas vanguardistas.

La investigadora del Cenidi-Danza, María Cristina Mendoza Bernal, propone un acercamiento a la obra coreográfica de Henríquez y la influencia de ésta en el quehacer de algunas de sus pares de la segunda mitad del siglo XX.

Por vincular arte y sociedad

En charla con La Jornada, Mendoza Bernal subraya que Graciela Henríquez (1932) desde sus inicios estaba consciente de su papel como artista, de vincular el arte con la sociedad y la vida cotidiana.

Fue transformando su pensamiento en el momento en que estudió antropología e historia del arte; esto le dio un sello particular a sus creaciones, donde definitivamente se coloca como artista de vanguardia, explica la autora del libro.

Dentro de la danza, Henríquez empezó a romper con las vertientes clásica, contemporánea y abstracta, e introdujo en sus obras motivos de cultura popular.

Mendoza recuerda que a principios de esos años 80, con la compañía Tropicanas Holliday, Henríquez realizó una especie de performance, donde el espectador y el artista se comunicaban. Este grupo rescató la danza urbana y los personajes de las vecindades para el espectáculo escénico.

Tropicanas buscó alejarse de la danza formal para rencontrar en las raíces culturales un nuevo perfil de vida escénica.

Sin embargo. esta situación provocó que algunas veces las propuestas dancísticas de Henríquez fueran rechazadas, porque empezaba a utilizar en sus obras la teatralidad y las palabras. En su pieza Oraciones (1980), la palabra es el soporte de la danza.

Se trata de una obra en la que los rezos son el trasfondo de los gestos corporales y esto llamó la atención de la investigadora, quien realizó un análisis detallado y estudió el contexto general y personal dentro del cual se gestó la coreografía.

“En Oraciones encontré un concentrado de ideas, de movimientos, de uso de dinámicas, de espacios, de estructura compositiva muy compleja, a diferencia de lo que parecía ser una obra sencilla”, explica Mendoza Bernal.

La autora aborda varios planos en el volumen: el histórico, el subjetivo y el de los estudios coreológicos. Asimismo, incluye fotografías y entrevistas.

Graciela Henríquez: cuerpo/ movimiento/pensamiento presenta una aproximación al contexto en el cual se desarrolló la coreógrafa, mediante un conjunto de reflexiones se hace patente la crítica a la modernidad y su forma de manifestarse dentro de las expresiones socioculturales de la segunda mitad del siglo XX mexicano.

Henríquez creó coreografías para teatro, para los ballets Independiente y Clásico 70; la Compañía de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana, y Grupo Tropicanas Holliday, algunas en colaboración con Elisa Lipkau. Recibió el Premio Guillermina Bravo como Mejor Coreógrafa.

El libro Graciela Henríquez... se presentó el jueves en el Black Box de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Centro Nacional de las Artes, con la participación de La Cebra Danza Gay, compañía que interpretó Oraciones.