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Laura Rebolloso invita mañana a fandango en parque de la colonia Roma y en El Convite

El sonido del son puede entrar hasta por las plantas de los pies

Sus instrumentos me tienen en el género desde niña: tienen una potencia impresionante, expresa

La jaranera destaca su carácter incluyente: Hasta puedes ver a un policía bailando en la tarima

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Laura Rebolloso es investigadora y catedrática; además, fue jaranera por 15 años del grupo Son de Madera
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de julio de 2011, p. 8

Su proyecto es de música, danza y poesía, ingredientes naturales del son jarocho, del fandango. Es investigadora y ha impartido cátedra y talleres en distintos centros y universidades nacionales, así como de Estados Unidos. Ha colaborado con grandes músicos de ese campo. Fue la jaranera por 15 años del reconocido grupo Son de Madera –con el que se presentó en varias partes del mundo–, pero ahora tiene su propio combo, el Ensamble Marinero. Se dedica a la composición del son jarocho con características orgánicamente femeninas, llenas de imágenes. Durante 25 años ha participado en fiestas populares, velorios, celebraciones patronales y actos comunitarios. Le canta a la vida, al corazón, a la existencia, a la realidad, al mundo actual desde su realidad mexicana.

Es Laura Rebolloso, quien con su ensamble realizará un concierto gratuito este sábado, para recrear un fandango en el contexto del ciclo Concierto por la Paz, que ha reunido a músicos tradicionales. La cita es a las 11 horas en el parque Ramón López Velarde, en la colonia Roma (frente al Centro Médico Siglo XXI), donde se escucharán esas dulces composiciones, así como piezas tradicionales.

Sonidos que entran por los pies

Dice en entrevista: “Desde niña lo que me tienen inmersa en el son son sus instrumentos: tienen una potencia impresionante. Me fascinan, porque su sonido entra hasta por las plantas de los pies. Es un género libre. La jarana tiene una afinación locochona, con muchas disonancias, y sus acordes tienen séptimas y novenas. Me encantan los instrumentos del son, que, aunque vengan de España, son mestizos, lo cual genera riqueza.

Es una música que se ha ido tejiendo en años, que hace que sus formas musicales sean perfectas. El son es como el vino, que se añeja y se hace mejor. Por ejemplo, el son siquisirí tiene figuras que hacen alucinar, y un desdoblamiento... No sólo son notas, notas y notas. Está el noterio, que no dice mucho.

Para Rebolloso, quien ha colaborado con artistas como Eugenia León, Iraida Noriega, Anastasia Guzmán, entre otros proyectos (como el de la composición, con el Esamble Tambuco, de música original para la película Evolución, dirigida por el inglés Duncan Bridgeman), otra cuestión que la tiene en el fandango “es la integración de la gente. Es comunitario, participativo, colectivo e incluyente, porque entra gente de todas las edades y grupos sociales. En Tlacotalpan se puede ver a un policía bailando en la tarima con macana y todo, para luego regresar a su trabajo.

“El son es incluyente y profundo, su chiste es que cada quien proyecta su personalidad. Cada lugar tiene su estilo. Por ejemplo, hay lugares donde las mujeres son sumisas y bailan con la cabeza agachada, en cambio otras, como las juchitecas de Minatitlán, son como las reinas de la vida.

En el son jarocho hay un lenguaje y código que se prestan para la creatividad; eso lo descubrí desde pequeña. Es música orgánica, porque la letra está conectada con el sonido, incluso con el del zapateado. Es una unión de música, danza y poesía.

Reconoce que los detonantes para comenzar a componer, luego de tocar música de otros, fue la trágica muerte de su papá y el nacimiento de la primera de tres hijos.

Se siente “afortunada, porque siendo jaranera medio ignorantona he tenido la oportunidad de convivir con grandes maestros y ser parte de sus proyectos. Mis primeros huesos fueron de son jarocho con los decimistas que improvisaban, como Guillermo Cházaro, Constantino Blanco, Mariano Martínez Franco y otros. Nos subían a la camionetita del Instituto Veracruzano de Cultura para ir a los festivales”.

De sus composiciones, muy femeninas, comenta que es por esa transición que viven las mujeres de hoy. Me gusta la parte de la mujer que vive con dignidad, la que estudia, pero también la que le interesa la maternidad.

Invita a todos los fandangueros a echarse un palomazo para pedir la paz con acordes jaraneros y a golpe de zapateado. “Vamos a tocar La guacamaya y La bamba”, con extraordinarios músicos, como el pianista Alonso Blanco, el contrabajista Óscar Terán, el violinista Ulises Martínez. Ella cantará, verseará, tocará la jarana, la leona y hará zapateado. La cita es a las 11 de la mañana, pero a las nueve de la noche del mismo día se presentarán en El Convite (Ajusco 79 bis, colonia Portales Sur), con un cóver de 100 pesos.