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Ver día anteriorDomingo 21 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

El poder de la bolsa

A

manera de prólogo: Están muertas o desaparecidas 3 mil 67 de las 40 mil víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. Ya son más de 35 mil los muertos en la guerra de Calderón contra el crimen organizado.

Las plañideras de la transición culpan de todos los males que en el mundo han sido a los partidos que no dejan gobernar al pobrecito señor Presidente, a los legisladores que congelan iniciativas del Ejecutivo y así impiden las reformas estructurales indispensables para soñar con el milagroso desarrollo sustentable y la competitividad global que nos permita recibir buenas calificaciones de Standard & Poor’s sin necesidad de constituir una política social de Estado, de invertir en educación y de atender la cosa pública para que haya empleo.

No ven más allá del Centro Histórico. Cierran los ojos ante el ejercicio del poder en los estados de la República federal y laica, rechazan la división de poderes que los asustó en 1994, al topar con el fantasma de Montesquieu en el velorio del partido hegemónico, a tal grado que buscaron refugio en eufemismos simplones: no debiera hablarse de división ni de separación, sino de colaboración de poderes, decían. No hay marcha atrás. El fin del pasado no admite restauración de antiguo régimen si ni siquiera hemos cambiado el régimen que impera, el poder constituido. Felipe Calderón guardó en las faltriqueras el llamado veto de bolsillo, pero finalmente lo firmó, lo publicó y no hubo vocería de palacio capaz de acallar el Sepan Cuántos... Y del intercambio de medallitas y escapularios fue al encuentro con el otro poder, el Legislativo.

El rey disponía del tesoro y de las rentas públicas. Al constituirse la primera república moderna, los fundadores, The founding fathers, dicen los ciudadanos de Estados Unidos de América, debatieron en Los papeles del federalista y al constituirse independientes resolvieron que el parlamento y no el rey habría de ejercer el poder de la bolsa: del Congreso y no del Poder Ejecutivo serían las facultades expresas para resolver la recaudación de impuestos y, sobre todo, el monto y destino del gasto público. Se discutirán los dictámenes de las reformas política, de seguridad pública, laboral y otras, pero después modificar la Ley de Coordinación Fiscal, ya que desde hace 20 años no se revisa y, en un país federalista, hoy 80 por ciento de recursos va a la Federación y 20 por ciento a los estados, lo que es verdaderamente inaceptable, declaró Francisco Rojas, líder de la bancada del PRI.

Reivindican el poder de la bolsa. Los fondos que tienen actualmente los gobernadores y los presidentes municipales del país resultan insuficientes para atender tantas necesidades que hay en México, dijo Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los senadores del PRI. Es necesario impedir que se manipule la asignación de recursos; las participaciones no se entregan de inmediato, se entregan tarde y selectivamente a los gobiernos de los estados. Así como surgió y se hizo efectiva la división de poderes, el centralismo histórico, fortalecido por el cesarismo sexenal, cedió al darse la alternancia y los mandatarios se vieron dueños de poder territorial. Integraron la Conago, un cuerpo colectivo con capacidad multiplicada para negociar y defender el federalismo que legitimaba ese poder.

Lejos del caciquismo rupestre, de las jefaturas políticas del porfiriato, libres del control centralista al llegar el fin del sistema de partido hegemónico, quedaron sujetos al viejo yugo de la Secretaría de Hacienda, que controla lo que se recauda, cómo y cuándo se reparte. Los del poder de la bolsa exigen que a los estados se les asigne 25 por ciento y no 20 por ciento de los recursos. Son unos irresponsables; se endeudan sin límite y sin orden, nadie controla el gasto y no hay transparencia en sus gobiernos, dicen los mandarines desde los cubículos del sector financiero. Pero el dinero de las participaciones llega intencionadamente a plazos y tarde a los gobiernos del PRI, del PRD y del propio PAN.

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Fausto Vallejo, luego de registrarse como candidato al gobierno de MichoacánFoto Notimex

Tres logros incontestables hubo en el procesamiento de la transición en presente continuo: elecciones legales y confiables al constituirse el IFE; alternancia en el Poder Ejecutivo de la Unión, en el de los estados y en los municipios, y el sistema plural de partidos. La clase política en busca de gobierno tutor, las ranas en busca de rey, manipularon, manosearon, ensuciaron los procesos electorales, y la incompetencia de los consejeros hicieron volver a la desconfianza endémica. Vicente Fox le dio una estocada al intervenir en las elecciones, y las izquierdas le dieron la puntilla al declarar presidente legítimo a López Obrador y ponerle la banda tricolor en pleno Zócalo.

El viernes se inició el congreso nacional del PRD. Jesús Zambrano pidió unidad y tolerancia, no caer en la anarquía. Anticipaba el debate al que se adelantó el optimismo de Manuel Camacho: habrá sondeo abierto a los militantes de partidos y todos los ciudadanos, dice. Y la inalterable postura de López Obrador, en espera del método para resolver quién es el mejor posicionado: la encuesta debe hacerse entre militantes de PRD, PT y Convergencia, así como ciudadanos independientes; no voy a traicionar a quienes en mí confían, aceptando una encuesta en la que se les pregunte a nuestros adversarios del PRI y del PAN, o a los integrantes de la mafia del dinero y del poder, porque ellos no quisieran que mi nombre apareciera en las boletas electorales de 2012.

A pesar de sí misma, la izquierda partidista podría alcanzar el poder con la vista en el horizonte y al conjuro de un programa de gobierno con una política social de Estado. Pero perdieron impulso en el estado de México, y en Michoacán pueden perder el poder y poner en riesgo la elección presidencial y la del Gobierno del Distrito Federal.

Ayer sábado, un día después de los candidatos del PRI y del PRD, Luisa María Calderón registró su candidatura en Morelia con un despliegue de ínfulas imperiales. Dos secretarios: Ernesto Cordero y Alonso Lujambio; los coordinadores panistas en el Senado y la Cámara de Diputados: José González Morfín y Josefina Vázquez Mota, y siete gobernadores: Rafael Moreno Valle, de Puebla; José Guadalupe Osuna, de Baja California; Marco Adame, de Morelos; Emilio González, de Jalisco; Marcos Covarrubias, de Baja California Sur; Guillermo Padrés, de Sonora, y Mario López Valdés, el Malova de Sinaloa, uno de los más fervientes conversos. Gustavo Madero, quien condenó el nepotismo de los Moreira en Coahuila, no se sonrojó al tomarle protesta a la hermana del Presidente.

Fausto Vallejo se registró el viernes como candidato del PRI y declaró su solidaridad con los que se desprendieron del tronco común; les recordó que ellos decidieron irse y que el PRI va a ganar, empezando por Morelia, dijo quien ha sido cuatro veces presidente municipal de la capital michoacana. En la sierra y en Tierra Caliente todavía le dicen Tata Lázaro al general Cárdenas, al que repartió la tierra, al expropiador del petróleo. Tierra de luchas ideológicas y del desencuentro histórico de insurgentes y realistas, de liberales y conservadores, de revolucionarios y reaccionarios, de jacobinos y ultramontanos. Cosas del proceso histórico y de raigambre. Ahí lució sus galas el príncipe Estrada Iturbide, panista de cepa. Y dejó sus testimonios Luis Calderón Vega. No son tiempos propicios para instaurar dinastías. Va a ganar Fausto Vallejo.