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El divo de Juárez ofreció el primero de ocho conciertos en el Auditorio Nacional

Con fe y pasión, fans de Juanga le celebraron 40 años de carrera

Interpretó, entre otras, No tengo dinero y Costumbres

En el repertorio del cantautor se cuentan más de 35 discos grabados

La cantante puertorriqueña India cantó dos temas

 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de febrero de 2012, p. 8

Juan Gabriel enalteció el Día del Amor y la Amistad con un concierto. Los casi 10 mil asistentes salieron felices y eufóricos, en pareja, con sus mamás o de plano con la familia completa.

A la salida del Metro Auditorio, los signos de que se avecinaba un recinto lleno se oían por todas partes, con los revendedores preguntando: ¿Le sobran boletos?, que es una argucia para responder a la justicia: ¿Hay algún problema, oficial?

Hay quien compra lugares hasta adelante, porque es para mi jefecita.

La verdad es que la mayoría tomó sus previsiones y adquirió sus entradas con anticipación.

Adentro del foro de Reforma, algunos tienen unos tragos en la sangre, para estar a tono con el mar de sensaciones y de olas bravas en que se convierte cada recital de El divo de Juárez, salido de la crema y nata que fue el antro Noa-Noa.

Cuando a las 20:30 horas se apagaron las luces, una gritería recibió al compositor de más de 600 canciones y 35 discos grabados. Muchos dicen que son pocas, que son muchas más, pero esa es su sensación; lo que pasa es que la mayoría son éxitos. Algo parecido ocurre con José Alfredo Jiménez, quien escribió alrededor de 200 piezas, la mayoría clásicas rancheras.

Con ese bagaje, Juanga la tiene ganada de antemano.

Los pobres y enamorados

Comenzó con No tengo dinero, de actualidad innegable, pues los enamorados de ayer y de hoy están igual de pobres. A cantar: Yo sé que a mi lado tú te sientes mucho, pero mucho muy feliz, y sé que al decirte que soy pobre no vuelves a sonreír...

El Auditorio desde ese momento es un Noa-Noa catedralicio para que cada tema de Juanga sea coreado con fe, pasión y sentimiento de quien está acostumbrado a pronunciar adagios o a pregonar verdades.

Con No se ha dado cuenta –que hiciera famosa Roberto Jordán, cuando usaba peinado afro–, el ambiente es de disco.

Subió el ambiente con Que sea mi condena, con la que se escucharon algunos ¡ajúas! Esa fue de la etapa cuando estaba delgado. La noche de ayer se veía sin tanta barriga.

Foto
Juan Gabriel durante el conciertoFoto Roberto García Ortiz

Un gordo que fue a disfrutar del concierto no se sentó para nada. Ni quien le reclamara, pues su corpulencia inhibía cualquier intento. Hay quienes desean ver los conciertos sentados.

Juan invitó a la cantante boricua India al escenario. Con su voz potente, interpretó dos piezas para rendir homenaje al de Juárez, quien con estas presentaciones celebra 40 años de artista. El público dejó cantar a India, lo cual fue un logro porque a vecesse pone fundamentalista,

De vuelta a la juangamanía con Me gusta estar contigo y Siempre estoy pensando en ti, que fue seguida de manera muy a lo aguardentosa, con la herida fresca, goteando, echándole limón.

Ya no brinca

De ahí a las baladas, un feudo. He venido a pedirte perdón, con la que Juan ya no puede dar todos los agudos. Su garganta se oye lesionada, pero es dueño de los escenarios y deja que el público cante. Levanta el micrófono y luego va a una mesa a tomar champaña. Ya no da brincos espectaculares. Tiene baladas para bajar el ritmo.

En un momento, los acordes provocan un silencio colectivo. Es el comienzo de Costumbres, una de sus máximas creaciones. Es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor..., hasta ahora nadie lo ha negado.

Hay momentos en los cuales la música de Juanga envuelve a la concurrencia, que está hipnotizada siguiendo la melodía en algún punto distante de su corazón y del universo.

El artista da pasitos por todo el escenario, luciendo traje y zapatos blancos.

Es el primero de ocho conciertos y Juanga se administrará. Esta noche será sólo de dos horas y media. Se despedirá con Así fue, himno de agradecimiento a quien dio amor de pareja, pero al que llegó el momento de decir que ya se acabó, que a otra cosa, mariposa.

A la salida del Auditorio, un organillero daba vueltas a la manivela para que se escuchara Amor eterno.