Opinión
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Isocronías

Conjuros desde el sueño

D

ice el libro: “Xpetra Ernandes se hinca […] frente al altar, sopla las brasas del incensario, le echa más copal y reza para que no vengan los soldados”; reza, por ejemplo, así:

Que no entren en tus tierras,/ Gran Patrón./ Que se enfríen sus rifles,/ que se enfríen sus pistolas./ Kajval, acepta este ramillete/ de flores./ Acepta esta ofrenda de hojas,/ acepta esta ofrenda de humo,/ Sagrado Padre de Chakiajún,/ Sagrada Madre de Chakiajún.

El libro, de diseño artesanal y autoría colectiva, se llama Sueño conjuros desde el vientre de mi madre, y será presentado por la poeta Elisa Ramírez mañana en la Biblioteca Pública de la ciudad de Oaxaca. Lo editan el Taller Leñateros –que por lo demás de hoy en ocho, el 16, inaugurará exposición en el Museo de Arte Moderno–, Fundación Bancomer y Conaculta.

Nos lo entrega en una cajita de formato un poco mayor que los CDs (por cierto, incluye uno, en el que participan las autoras y más de diez músicos) la también poeta Ámbar Past. En el lomo de la cajita, plata sobre negro, escuetamente se lee Sueño conjuros. La portada del libro, relieve de cartón reciclado, es una máscara de cerrados ojos y parlante boca.

En el interior, fotos y trabajo de mujeres mayas de los Altos de Chiapas. Ellas alegan que estos cantos les fueron entregados por sus antepasados, los Primeros Padresmadres, dice el libro.

Así vamos aprendiendo los conjuros. Es la costumbre: así nos lo dejaron los antiguos, dice Xpetra Ernandes Jimenes. Pasakwala Komes, en tsotsil, dice: “A pero ta sch’ut jme’/ la jchantal,/ ta sch’ut jme’,/ te, ta sch’ut jme’,/ te, ja to la jka’l te”. [En el vientre de mi madre/ aprendí conjuros,/ ahí,/ en el vientre de la madre, / ahí los oí.]

Loxa Jimenes tiene una pequeña tienda donde vende refrescos. Quema incienso frente a la refrigeradora y reza para que el negocio sea bueno, dice el libro. Que no vayan a ir/ a la otra tienda.// Mándame clientes, Kajval./ Con harta paga, Kajval./ Mándame hijos de hombre/ y de mujer.// Quiero vender/ mis cigarros uno por uno,/ las galletas, los dulces,/ la sal./ Que no tomen los refrescos,/ que no estén aquí/ enfriándose nada más/ porque se oxidan/ las corcholatas, dice ella.

En algún momento de la conversación Ámbar Past suelta, risueña, su conjuro: cumplido un ciclo, busca quien pueda suplirla en la dirección de Leñateros.