Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de junio de 2012 Num: 900

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Letras adolescentes
Textos desde la Comunidad
de Diagnóstico Integral
para Adolescentes del DF

La poesía y el
poeta en Hidalgo

Ricardo Yáñez entrevista
con Omar Roldán Rubio

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Germaine Gómez Haro

La Oncena Bienal de la Habana (I DE II)

Para Eusebio Leal, artífice de tantos cambios

El pasado 10 de mayo se inauguró la Oncena Bienal de La Habana, magno evento que a lo largo de veintiocho años ha sido tradicionalmente un bastión dedicado al arte latinoamericano y del Tercer Mundo, privilegiando la noción de centro y periferia con un nuevo cariz que va de acuerdo con los cambios que se han dado en la geopolítica actual. Bajo el sugerente título de Prácticas artísticas e imaginarios sociales, el guión conceptual y curatorial ha tenido como objetivo potenciar la interacción entre los espectadores y las obras, así como propiciar la relación que tiene el arte con el espacio público, y la participación de un núcleo de espectadores mucho más amplio e incluyente, en el afán de actualizar y reforzar la idea del trabajo creativo de carácter social. Con un apabullante programa que incluye la participación de alrededor de 180 creadores de cuarenta y tres países que se suman a los más de cuatrocientos de origen cubano, la Bienal de la Habana resulta una vorágine en la que el visitante se interna en un caleidoscopio de exhibiciones, instalaciones, performances, intervenciones, que dan cuenta de la complejidad y multiplicidad del discurso polifónico que representa el arte contemporáneo internacional. El arte en la calle es una de las principales premisas del evento, y su finalidad es destacar el papel de la creación artística en la planificación arquitectónica y el urbanismo, así como la transformación de los espacios urbanos a través de acciones colectivas. Así, más allá de las sedes oficiales de la Bienal, los proyectos se diseminan por toda la ciudad  “como un reparto humano”,  según escuché por ahí, incluyendo espacios alternativos en el Vedado, Centro Habana, Paseo del Prado, la Habana Vieja y el Malecón, entre otros, donde la interdisciplinariedad ha dado lugar a todo tipo de manifestaciones dispersas en ruinas de edificios y construcciones abandonadas. Cuestionar el significado y la repercusión que el arte actual tiene en nuestra interacción con la sociedad es otro de los objetivos que se persigue a través de actividades pedagógicas organizadas en las universidades, encuentros y acciones entre estudiantes de arte y artistas reconocidos, cubanos y extranjeros, como fue el caso de la participación de Gabriel Orozco con los alumnos del ISA (Instituto Superior de Arte), donde se llevó a cabo la intervención de una sección de la antigua escuela de ballet que se encuentra actualmente en ruinas, y cuyo resultado ha sido una de las sorpresas más gratas de la Bienal por su fuerza conceptual y por la belleza azarosa e inaprehensible que Orozco y su grupo de discípulos consiguieron imprimir a ese fascinante espacio a través de un trabajo colectivo de carácter efímero.


Cabezas, performance de Manuel Mmendive

El evento más importante y, desde mi punto de vista, de mayor peso significativo de la Bienal, es la presentación de la Colección Ella Fontanals-Cisneros, que reúne alrededor de unas ochenta y cinco piezas de más de sesenta artistas contemporáneos consagrados a nivel internacional. No solamente es relevante por el hecho de ser la exhibición más ambiciosa que se haya presentado en la Isla desde la llegada de la Revolución, sino porque la creadora de esta impresionante colección es una empresaria y promotora cultural nacida en Cuba, quien abandonó la Isla en 1961, a los catorce años, para residir en Venezuela, en tanto que la colección fue conformada años después en Miami, donde se encuentra la sede de la fundación que la alberga (Cisneros Fontanals Art Foundation, CIFO). Divorciada hace unos años de Oswaldo Cisneros, miembro de la familia de magnates de las telecomunicaciones venezolanas y férreos enemigos de Hugo Chávez, Ella Fontanals –contra viento y marea– consigue trasladar de Miami a su ciudad natal su alucinante colección para el goce del pueblo cubano que pocas veces tiene la oportunidad de disfrutar muestras de este calibre. Así, el mismo día que aparecía en el periódico Granma la imagen del presidente Chávez despidiéndose de Raúl Castro, la cubana-venezolana afincada en Miami inauguraba, a bombo y platillo y con una asistencia inconmensurable, su magna exposición en el espléndido Museo de Bellas Artes. Azarosa coincidencia que habla de una esperada apertura.

La Oncena Bienal de La Habana representa, a todas luces, un claro ejemplo de los cambios que se están dando en la política cultural, social y económica en la isla, a pesar de quienes sigan reacios a admitir que, aunque lentamente, estos cambios son una realidad. Y lo que se refleja en el espejo de esta controversial Bienal da cuenta de ello.

(Continuará)