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El intérprete será solista en dos conciertos con la Ofunam en la Sala Nezahualcóyotl

Alberto Cruzprieto se rencuentra con Gutiérrez Heras y Eugenio Toussaint

El pianista adelanta que tocará un divertimento de Joaquín, obra muy disfrutable

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Alberto Cruzprieto, con retratos de Debussy y Ravel (en primer plano), durante la entrevistaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de diciembre de 2012, p. 6

Son varias las vertientes, en lo personal y lo profesional, que convergen en la actuación que el pianista Alberto Cruzprieto realizará este fin de semana como solista con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam).

En lo personal, resalta el intérprete, la ocasión le da oportunidad de rencontrarse con dos de sus más entrañables amigos compositores, aunque en términos simbólicos, pues ambos ya fallecieron.

Se trata de Joaquín Gutiérrez Heras y Eugenio Toussaint –cuyos decesos ocurrieron el pasado marzo y en febrero de 2011, respectivamente–, de quienes la agrupación universitaria incluyó sendas obras en su antepenúltimo programa del año.

Las obras en cuestión son Divertimento para piano, de Gutiérrez Heras, y selecciones de Suite de las ciencias, de Toussaint, las cuales comparten programa con las Danzas noruegas, de Edward Grieg, y la Rapsodia española, de Maurice Ravel.

Partitura de gran calidad

Aunque la participación de Cruzprieto se limita a la ejecución de esa partitura de Gutiérrez Heras, para el pianista tiene especial significado ver programada de nueva cuenta la Suite de las ciencias.

Lo anterior, explica, porque él participó en el estreno mundial de esa obra de Toussaint, como integrante de la Camerata de las Américas, hace 20 años, con motivo de la inauguración de Universum, Museo de las Ciencias, y desde entonces no la ha escuchado.

Según Cruzprieto, esta será la primera vez que toque Divertimento para piano, al que define como una pieza gozosa y brillante.

Estoy feliz (por interpretarla), me habría encantado que la escuchara Joaquín. Es una obra que cumple con el título; es un divertimento en la extensión plena de la palabra, manifiesta el músico en entrevista.

No es una obra escrita en oposición del piano solista contra la orquesta, como suelen ser muchos conciertos de este tipo. Es música de cámara a una escala mayor; siempre son pequeños grupos y el piano está tejido de una manera muy cercana, muy imbricada con la escritura musical, como parte de la orquesta. Es una obra concertante más que un concierto.

Una virtud más que Cruzprieto encuentra en esa obra, es que se trata del Opus uno de Gutiérrez Heras, escrita en 1949, si bien años después, a mediados de los 80 del siglo pasado, la revisó e hizo una nueva versión, la cual ahora será interpretada.

“En ella –explica– se ven las filias de Joaquín, como ese amor y su gran conocimiento de la música antigua y un inconfundible perfume francés; la estancia con (Olivier) Messiaen y (Nadia) Boulanger, grandes maestros que contribuyeron a su formación, aparecen en la obra”.

La pieza tiene ese ambiente jocoso parisino de principios del siglo XX que encontramos en el Concertino de Arthur Honegger, así como un toque de ironía, que era una de las características imposibles de soslayar del autor, un sentido del humor contundente y atinado, destaca el intérprete.

Es una obra bastante tocable. El pianista no sufre de dificultades técnicas terribles. Es muy relajada y será muy disfrutable para el público, sin duda.

Alberto Cruzprieto, quien acaba de concluir un disco con una selección de piezas de Chopin, subraya que Gutiérrez Heras hizo ese divertimento cuando ni siquiera era estudiante formal de música y, no obstante, ganó el segundo lugar de un concurso.

El maestro era estudiante de arquitectura, y se nota: la estructura de la obra es perfectamente equilibrada y clara, así como económica en medios, logra el máximo rendimiento con el mínimo de elementos. Es algo impresionante para tratarse de un compositor incipiente, apunta.

La escritura pianística está hecha con mucha inteligencia. Joaquín tocaba muy bien este instrumento; tenía una lectura de las obras a primera vista sorprendente. (...) Es curioso que su producción para piano sea escasísima, pero las partes de éste que hay en su música de cámara comparten las mismas virtudes que las del resto de su obra: están muy bien escritas, son de gran calidad.

Los conciertos de la Ofunam, con Juan Carlos Lomónaco como batuta huésped, serán hoy a las 20 horas, y el domingo, a las 12, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000).