Ayer, en el último día de La promesa, proyecto de sitio específico de Teresa Margolles realizado para el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), fue presentado su catálogo.

En el mismo acto, la artista visual de Culiacán, Sinaloa, recibió el Premio Príncipe Claus 2012, por crear poderosas obras de arte que llaman la atención sobre la violencia, la pobreza y la alienación; por poner en evidencia un orden social y económico que hace de las muertes violentas y el desamparo una normalidad aceptada; por su valor e integridad a la hora de transgredir las convenciones sociales y artísticas, expresó Dolf Hogewoning, embajador de los Países Bajos, quien entregó el galardón en representación de la Fundación Príncipe Claus, con sede en Ámsterdam.

Hace dos meses Hogewoning conoció La promesa, instalación que le dejó sin habla, casi sin aliento por su belleza imponente y la sensación de compartir este sentimiento de soledad, inseguridad y vulnerabilidad de esas mujeres migrantes, víctimas de la violencia en Ciudad Juárez. Para el diplomático la combinación de belleza y el impacto del mensaje de alienación es la principal razón por la que estamos aquí.

La Fundación Príncipe Claus fue creada en 1996 con motivo del cumpleaños 70 de quien lleva su nombre. Los premios se entregan anualmente a personas, agrupaciones, organizaciones o instituciones cuyas acciones culturales tienen un amplio y positivo impacto en el desarrollo de la sociedad en las que viven, principalmente de países de África, Asia, América Latina y el Caribe.

El año pasado se recibieron un total de 96 nominaciones y en junio el Comité de Premios seleccionó 11 de los candidatos recomendados, entre ellos, Margolles. En diciembre se otorgó al laureado principal el Gran Premio Príncipe Claus en Amsterdam. Los 10 restantes son entregados por las representaciones diplomáticas en sus respectivos países.

La promesa, dijo Teresa Margolles, partió de una idea sobre el abandono, la pérdida y claro, el dolor. De ver cómo en el norte del país no sólo contábamos muertos, sino también espacios vacíos que iban en aumento conforme las personas huían de la ciudad o desaparecían físicamente.

La obra consistió en desmantelar una casa abandonada ubicada en Ciudad Juárez y transportar sus partes aquí, donde fue triturada.

En la sala de exposición la instalación fue activada por personas que colaboraron al desplazar los restos para ocupar poco a poco la superficie del espacio. La acción se realizó durante una hora cada día a lo largo de seis meses.