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El pensador falleció a los 70 años de cáncer de pulmón en Barcelona, su ciudad natal

Murió Eugenio Trías, el filósofo de la búsqueda de la felicidad eterna

Fue silenciado por la dictadura franquista, que lo consideraba enemigo de la patria española

Su labor primordial, hallar la plenitud a través del erotismo, la música y la estética occidental

En los próximos meses se publicará póstumamente su libro De cine: aventuras y extravíos

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En la imagen, Trías (izquierda) recibe un homenaje de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en 2010, uno de los múltiples reconocimientos que obtuvo por su trayectoriaFoto de la Universidad Pompeu de Fabra
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 11 de febrero de 2013, p. 7

Madrid, 9 de febrero. Eugenio Trías Sagnier, el filósofo de la búsqueda de la felicidad eterna, el pensador que vio en la música la vía hacia el conocimiento más profundo, murió a los 70 años en Barcelona, su ciudad natal. Padecía cáncer de pulmón, padecimiento que lo tuvo sometido a un tratamiento severo desde hace años, lo cual no le impidió seguir reflexionando y escribiendo, erigiéndose en el filósofo de España más influyente, original y prolífico de su generación, con más de una veintena de libros en los que desarrolla una propuesta filosófica al límite y alejada de los reduccionismos vacuos.

Trías nació el Barcelona en 1942, en plena dictadura fascista de Francisco Franco y en una época en la que los grandes pensadores de España vivían en el exilio o en el destierro por motivos ideológicos. De hecho, algunos de sus grandes referentes en la filosofía, como María Zambrano y José Gaos, continuaron la tradición filosófica española fuera de sus fronteras, expulsados precisamente por sus ideas. Incluso, él mismo fue silenciado por el régimen durante dos décadas, señalado como un pensador nacionalista y enemigo de la patria española.

A sus 70 años y a pesar de su enfermedad, Trías mantuvo hasta sólo unos años una actividad intelectual muy viva, tanto en la participación de foros y coloquios como en la publicación de nuevos títulos que complementaron su legado intelectual. Su tamaño como filósofo no tiene parangón con ningún otro pensador de su generación, al menos en España, a pesar de que siempre mantuvo un perfil discreto y alejado del bullicio de las camarillas literarias e intelectuales. Su única presencia mediática era por medio de sus colaboraciones en el periódico El Mundo, donde además participaba en ocasiones en las reuniones del Consejo Editorial.

Pero la labor primordial de Trías era la reflexión, la búsqueda de esa felicidad eterna a través del erotismo, de la música, de la estética occidental y, por supuesto, del hecho religioso y su anhelo de perpetuidad. De hecho, al contrario que muchos pensadores del siglo XX, intentó crear un método filosófico y un pensamiento enciclopédico, lejos de los reduccionismos vacuos, de la metafísica dogmática o de la ético y su influencia en la vida de nuestra era.

Trías, con su peculiar andar sereno, reflexionó de las cosas más vanas y profundas. Una de sus principales inquietudes era aportar algún marco teórico y filosófico al debate cívico-político, en el que percibía desde hace tiempo una propensión a la decadencia y al distanciamiento peligroso de la riqueza estética y artística que ha construido el alma de Occidente. Pero también, en su obra, y gracias a esa vocación enciclopédica y renacentista, se interesa por la filosofía de la religión, por el arte y todas sus variantes –sobre todo la música y la arquitectura– y la ontología.

Trías desarrolló a lo largo de su vida académica un método o propuesta en la que sugería como algo vital para nuestra civilización la construcción de espacios ajenos a la lógica o a la razón imperante, precisamente para fecundar o profundizar en su propia naturaleza. Gracias a la sinrazón o a la locura, por ejemplo, precisamente como vía para alcanzar el pensamiento del límite.

Trías llegó a esta conclusión en su larga y cambiante vida universitaria, primero en Barcelona, después en Pamplona, Madrid, Bonn y Colonia. En estas dos últimas ciudades se familiarizó más con la filosofía alemana –la más influyente del pensamiento occidental– y, también muy importante en su vida, con la música clásica o culta, tanto a través del estudio de los tratados sobre las obras y los compositores más importantes como en su conocimiento empírico.

Entre sus libros más importantes detacan Tratado de la pasión, Lo bello y lo siniestro, Los límites del mundo y La edad del espíritu. Pubicó su último libro, La imaginación sonora, en 2010; con él ganó el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald.

Entre los numerosos premios y reconocimientos con que se distinguió su labor creadora destacan el Premio Nacional de Ensayo (1983); el Premio Internacional Friedrich Nietzsche (1995), equivalente al Nobel de Filosofía; la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (2004) y el premio periodístico Mariano de Cavia (2009). También fue investido doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid y fue vicepresidente del Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, así como presidente del Consejo Asesor del Instituto de Filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas de España.

En uno de sus libros autobiográficos, El árbol de la vida, Trías confesó su obsesión por conocer a Platón a profundidad, quizás uno de los momentos más cruciales de su vida: “Tenía la idea, creo que correcta, de que era necesario conocer perfectamente la obra de un gran filósofo para poder penetrar por la puerta grande en el mundo de la filosofía. Y opté por Platón, porque me parecía el más cercano a mi sensibilidad y a mi concepción del mundo. Reconocía mi propia existencia en la alegoría de la caverna… Había descubierto, además, que el camino de la liberación de la caverna platónica no se producía por razón de una conversión religiosa, sino a través de una compleja y metódica andadura en la que la erótica y la dialéctica se conjuraban con el fin de suscitar la reminiscencia (de las Ideas). Yo había aprendido al fin que mi liberación corría pareja a mi dedicación a la filosofía, y que esa vocación, o profesión, era la que me podía suplir con creces lo que vanamente había buscado a través del atajo de una experiencia religiosa poco meditada, o vivida de forma inmadura. Ahora era imprescindible apartarse de la religión y dedicarse de lleno a la filosofía. Pero como primera medida era preciso penetrar en sus arcanos mediante una incursión en profundidad en un clásico como Platón.”

Su último libro, La imaginación sonora, es un compendio de todas sus aportaciones filosóficas en relación con la música y la historia de la civilización occidental, al mantener que la música es un vehículo entre el mundo inteligible y el sensible, puesto que siempre es proclive a enriquecer la espiritualidad con una intensidad que ninguna otra forma de expresión humana posee. En forma de ensayos, el autor profundiza en las obras de artistas como Bach, Mozart, Beethoven, Mahler, Schönberg, Ligeti, Josquin des Prés, Orlando di Lasso, Palestrina, Verdi y Giacinto Scelsi.

Libro póstumo

La editorial Galaxia-Gutenberg informó que Trías dejó acabado un libro, que se publicará en los próximos meses y que aborda otra de sus grandes pasiones: el cine. El título de la obra será De cine: aventuras y extravíos.