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Ver día anteriorDomingo 17 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Aguascalientes y José Tomás, otra historia de amor no correspondido con España

La agudeza de Sánchez Porteño

M

amita, ¿por qué no nos quieres?, preguntan atribulados los solícitos hijos latinoamericanos –criollos y mestizos– de la desaprensiva madre patria cada vez que su desnaturalizada progenitora vuelve a menospreciar la veneración incondicional y el sometimiento centenario de estos aplicados vástagos que comen de sus países, pero se empeñan en nutrirse de España y lo español, antes que por sus cualidades por su origen. Huérfanos de autoestima, de orgullo de pertenecer y de un nacionalismo bien entendido, únicos rasgos que no atinan a admirar ni saben copiar de su añorada mamá, porque ésta buen cuidado tuvo de no transmitírselos, estos hispanópatas postrados hace siglos ante un espejo que se niega a reflejarlos porque los desconoce, pero los utiliza, confirman una vez más esa reiterada historia de amor no correspondido. En los toros y en lo demás.

Hay que repetirlo: los últimos responsables de esa falta de reciprocidad de reconocimiento urgente son los españoles en sus diversas especialidades; los primeros, las legiones de latinoamericanos acomplejados que en sus ansias de admirar perdieron su capacidad de valorar y de valorarse, incluidos el embotado, en ambos sentidos, cachorro del imperio, y el menudo caballerito que se soñó taurino, quienes en 12 años de extraviado ejercicio político como presidentes no sólo hicieron retroceder al país aumentando su dependencia en todos los ámbitos, sino que buen cuidado tuvieron de no ocuparse de la fiesta brava de sus amores y sí de plegarse a los dictados del pensamiento único de Washington. Los seudomodernos Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, tan proyanquis como sus sucesores, por lo menos no manifestaron interés alguno por la tradición taurina de México y sus notables desviaciones autorreguladas, mientras que los mandatarios del Jesús en la boca se contentaron con festivales privados e invitar algunas figuras a Los Pinos.

El ejemplo más reciente: tal vez al enterarse el diestro español José Tomás de que don Alberto Bailleres, además de ser, según la revista Forbes, el hombre más rico del mundo número 32, con 18 mil 200 millones de dólares y propietario entre muchas otras verdaderamente productivas de la discreta empresa Espectáculos Taurinos de México, de cuatro o cinco ganaderías de reses bravas y de las plazas de Guadalajara, las dos de Aguascalientes, León, Monterrey, Acapulco, Ciudad Juárez e Irapuato, al estoico diestro de Galapagar se le ocurrió pedir a tan próspero aficionado la cantidad de un millón 150 mil dólares ¡por una corrida! en la próxima Feria de San Marcos, como burda manera de rechazar las ofertas previas de la empresa, sabedor de que ninguno de los toros españoles que lo han herido lo puso al borde de la muerte como aquel manso astado mexicano hace dos años en la citada feria.

José Tomás se apresuró a declarar en un comunicado de prensa que era él quien rompía las negociaciones con la plaza de Aguascalientes, aduciendo el desinterés, la falta de voluntad y la informalidad mostrados por esta empresa, a la vez que transmitía a la afición hidrocálida su profundo sentir por no haberse podido llevar a cabo el deseo de volver a presentarse en su plaza. Bueno.

Ante empresas dependientes e importadoras, renuentes a producir toreros taquilleros propios, se puede ser héroe y a la vez cínico, ya que desde agosto pasado Espectáculos Taurinos de México inició pláticas con enorme entusiasmo para su contratación, plegándose a todas las peticiones de Tomás, tanto de fecha (27 de abril) la mejor en este serial, como de cartel, con Zotoluco y Diego Silveti y las ganaderías a lidiarse, tres anovillados ejemplares de Teófilo Gómez y otros tres de San Isidro. Sin embargo, tantas complacencias no fueron suficientes para el ambicioso torero, convertido ya en otro autócrata de una tradición hundida por los taurinos y sus equivocados criterios.

Antonio Sánchez Porteño, que de novillero triunfó apoteósicamente en la plaza de Las Ventas la tarde de su presentación en la feria de San Isidro, al cortarle las orejas al bravo y noble Ganador, del marqués de Albaida, por una fina e imaginativa faena, para después ser desaprovechado por las empresas de ambos países, me decía la semana pasada: “Así como los picadores parten plaza sin vara en la mano, que así salgan al ruedo cuando les toque su turno, sin la garrocha, pues con el solo encontronazo con el peto la res tendrá suficiente, ya que un refilonazo quizá sea demasiado castigo. La fiesta de los toros empezó ‘con los de a caballo’ y ahora, paradójicamente, termina ‘con los de a caballo’, y no por su culpa”. Y aléguenle a la agudeza de Sánchez Porteño.