Cultura
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Don Carlos, ópera de Verdi, marcó la inauguración del festival que cumple 80 años

El Maggio Musicale de Florencia agoniza por el despiadado recorte a la Cultura

Acumula una deuda que asciende a 14 millones de euros

No se trata de una crisis coyuntural, sino estructural, indica un estudio del Instituto Eurispes

El prestigiado encuentro se salvará, sostiene Massimo Bray, nuevo ministro italiano

Claudio Abbado ofreció concierto altruista

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El director de orquesta Zubin Mehta durante la inauguración del festival de 2013, en FlorenciaFoto Teatro del Maggio Musicale Fiorentino/ Gianluca Moggi/ New Press Photo Firenze
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Jueves 9 de mayo de 2013, p. 5

Florencia.

El octogésimo aniversario del Festival del Maggio Musicale Fiorentino dedicado a la ópera, música clásica y ballet –es junto al de Salzburgo el festival más antiguo y prestigioso de Europa– ha abierto como siempre su temporada el pasado 2 de mayo (de ahí su nombre) y terminará el 25 de junio, no obstante que vive uno de los momentos más críticos de su historia, al filo de la bancarrota.

El cumpleaños del Maggio no es una ceremonia feliz, su vida está en peligro ya que desde su conversión en fundación en 1998, las cuentas año con año han terminado en números rojos, con excepción 2005 cuando se sanaron. Actualmente la deuda acumulada asciende a 14 millones de euros.

Algunos opinan que el Maggio es un barril sin fondo, pues desde 1998 ha obtenido un total de 400 millones de euros, además de pertenecer a la categoría más beneficiada de la ayuda estatal al sector del espectáculo, el Fus, que destina a las 14 fundaciones líricas del país 47 por ciento de la subvención, un porcentaje enorme si se piensa que los lugares de espectáculo en Italia son 34 mil, de los cuales 51 son teatros.

El Maggio tiene que lidiar con una maquinaria pesada de 345 empleados entre atrilistas, coro, bailarines, administrativos y operarios, cuyo costo anual es de 21 millones de euros. Una cifra que absorbe 70 por ciento de su ganancia, cuando la taquilla cubre únicamente 10 por ciento, recaudando 3 millones de euros.

Sin los 20 millones de euros recortados este año al Fus (183 millones irán a las fundaciones líricas), el Maggio recibirá 13 millones, el resto lo cubre el Ayuntamiento, la Región Toscana e instituciones privadas.

Escasa participación del público

La situación de emergencia del Maggio se ha detonado por dos factores: en lo interno, por una administración dispendiosa adjudicada a la última superintendente Francesca Colombo, quien debió renunciar el pasado enero y dejó 2012 con un déficit de 3 millones de euros. En lo externo, por el despiadado recorte presupuestal del Estado al Fus, dejándolo en huesos, provocando desde hace más de dos años reacciones del mundo del espectáculo: huelgas, manifestaciones y, sobre todo, el cierre y la agonía de varios teatros.

Un detallado estudio del Instituto Eurispes contenido en el Informe Italia 2013 titulado Las máscaras están desnudas, el teatro abandonado, concluye con cifras en mano que el problema de la decadencia del teatro no puede adjudicarse a la crisis económica per se sino a un abandono estatal de su patrimonio cultural: “No se trata de una crisis coyuntural sino estructural, patente desde hace años.

“El problema está –según el estudio– en los constantes recortes de fondos destinados al espectáculo, debido sobre todo a la falta de interés de los políticos y a la paradójica incapacidad italiana por cultivar todo aquello que se refiere a la cultura. Los recursos para la producción de espectáculos han ido decreciendo año con año de manera inexorable”.

La escasa participación del público tampoco ayuda, pues únicamente un italiano sobre cinco frecuenta el teatro al menos una vez al año.

Ante la condición del Maggio, el pasado febrero, el ex ministro Lorenzo Ornaghi designó a Francesco Bianchi comisario extaordinario con la finalidad de hacer lo posible por equilibrar las cuentas y obtener 4.5 millones de euros de ahorro mediante la adopción de medidas drásticas que surtirán efectos gestionales y estructurales permanentes, según declaró Bianchi en una carta dirigida al público, al cual pidió su comprensión por el ajuste del programa, pero también hizo un llamado a la solidaridad civil, a renovar abonos, a comprar boletos, a asistir porque sólo unidos lograremos dar un nuevo impulso a este teatro, evitando un declive inexorable, que por el contrario, se materializaría en un tiempo breve.

Por ganar la batalla

En este contexto se inauguró el festival con Don Carlos, de Giuseppe Verdi, en el bicentenario del músico replicada cuatro veces hasta el 12 de mayo. La programación inicial de esta grand opera fastuosa expresión directa de la excepcional potencia económica y política de la Francia decimonónica, era incoherente con el momento, fue así que el llamado a la sobriedad de Bianchi eliminó la esperada coreografía de Luca Ronconi y se redujo la ópera al formato de concierto. Una herejía quizás, pero el Maggio y su público han afrontado sacrificios similares en peleas menores apelando el derecho a la cultura que ahora cobra más sentido que nunca.

Zubin Mehta, titular del Teatro del Maggio Musicale Fiorentino desde 1985 y uno de los directores de orquesta más relevantes del mundo, sube al podio y dialoga con el público: “A pesar de ser un recital en forma de concierto, les prometo que ganaremos esta batalla. Gracias por el apoyo. ¡No nos dejen morir! Entonces, sube su batuta e inicia cuatro horas de un concierto-ópera soberbio en cinco actos.

La calidad del repertorio queda intacta, aunque la prueba es ardua como explica Kristin Lewis, soprano estadunidense que personifica a Isabel de Valois: La forma de concierto es como una acrobacia sin red, es no tener agarraderas; significa confluir la atención del público en la música sin distracciones. Ello te orilla a ser perfecto, dice al diario La Repubblica.

El ambiente se percibe sobrio respecto al pasado, no hay esmókines ni vestidos largos, no sería de Bon Goût considerando el momento. De entre los vips, muy apreciada fue la primera aparición oficial del nuevo ministro de Cultura, Massimo Bray –quien estudió letras en la Universidad de Florencia– asilado por los periodistas a los cuales asegura: “El Maggio se salvará”.

Fuera del teatro, el personal repartía volantes para recaudar firmas online en apoyo al teatro, así como estandartes que decían: Antes se quemaban los libros, ahora se cierran los teatros.

El apoyo se percibe incluso fuera de Italia, pues los máximos directores de orquesta del siglo XX pasaron por su podio y ahora muestran enorme solidaridad, comenzando por Riccardo Muti (director del Maggio de 1969 a 1981), quien desde Estados Unidos señaló: “La situación del Maggio es crítica y el próximo ejecutivo no podrá desinteresarse de una manifestación que forma parte de la historia y de la cultura italiana”.

Claudio Abbado, que ha dirigido en el Maggio desde los años 60, ofreció el 4 de mayo un concierto gratuito. Daniel Barenboim, gran amigo de Mehta, canceló su concierto por una caída ocurrida el pasado octubre por la agudización del dolor, aunque prevé regresar a finales de este mayo.

La imagen del Maggio dedicada a los protagonistas de este festival Giuseppe Verdi, Richard Wagner y Benjamin Britten, de los cuales ocurren respectivamente los bicentenarios y el centenario, fue también donada por Nano Campeggi, quien realizó para Holly-wood los carteles para los filmes Casablanca, Ben-Hur, Singin’ in the Rain, An American in Paris y West Side Story, entre 3000 más.

El Maggio es de las pocas instituciones florentinas de renombre internacional, su pérdida significaría un luto no sólo para Italia. No debe morir.