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66 festival de Cannes
La edad de plomo
C

annes, 24 de mayo. Dos ambiciosas películas de época concursaron hoy para ver cuál provocaba más ronquidos. The Immigrant (La inmigrante), de James Gray, se sitúa en la Nueva York de 1921 para describir los esfuerzos de Ewa (Marion Cotillard) una enfermera polaca vuelta prostituta, por entrar a Estados Unidos. Su hermana ha sido detenida en Ellis Island por posible tuberculosis y ella misma es sospechosa de tener una baja moral. Bruno (Joaquín Phoenix), alcahuete con conexiones, la rescata para explotarla al tiempo que Ewa es cortejada por Emil (Jeremy Renner), un prestidigitador que es primo de aquél.

Lo que Gray intenta es hacer una épica íntima referida a las condiciones en que miles de extranjeros fueron recibidos con desprecio por las autoridades estadunidenses. Pero lo operístico no le sale. Por mucho que la preciosista foto de Darius Khondji lo baña todo con luz ámbar (casi toda la película se resuelve en interiores muy bien iluminados), el melodramón de la protagonista resulta inerte a pesar del esmerado trabajo de Cotillard por dar convicción a su sufrido personaje (varios diálogos los pronuncia en polaco). Phoenix, en cambio, permanece opaco y hasta tieso.

A saber por qué Gray es uno de los consentidos de Cannes (esta es su cuarta película en competencia). Es otro caso de autor gringo especialmente favorecido por los franceses, como ocurre con Jerry Lewis (a quien, por cierto, el festival le rindió hoy un homenaje).

Todavía más pesada resultó Michael Kohlhaas, del francés Arnaud des Palllières, versión libre de la novela homónima de Heinrich von Kleist, ya llevada al cine en 1969 por Volker Schlöndorff (que también participó en Cannes, curiosamente).

Situada en el siglo XVI, es la historia del señor titular (el ubicuo danés Madds Mikkelsen), comerciante de caballos que, por una creciente serie de arbitrariedades cometidas en contra de su persona y de sus propiedades, le declara la guerra a las autoridades de la región.

Des Pallières ha declarado que su inspiración estuvo alimentada por obras maestras indiscutibles como Aguirre, la ira de Dios, de Herzog; Andrei Rublev, de Andrei Tarkovski, y Los siete samuráis, de Kurosawa.

A juzgar por el resultado, no les ha prestado la suficiente atención, pues se ha quedado cortísimo. El director parece embelesado con el paisaje montañoso y el rostro esta vez hierático de Mikkelsen. Mientras las secuencias de acción son harto confusas y no dan cuenta de la furia vengadora de su protagonista. Lo más grave es que ha minimizado los elementos teológicos y políticos de la novela dentro de su ineptitud narrativa. Michael Kohlhaas es la típica película de relleno para los últimos días de festival.

Por supuesto, los colegas tanto franceses como extranjeros han empezado a hacer sus cálculos sobre qué películas serán premiadas. Un ejercicio que casi siempre ha resultado fútil, pues los jurados no suelen coincidir con las apreciaciones de la crítica. La unanimidad señala que Inside Llewyn Davis, de los hermanos Coen, y La vie d’Adèle, de Adbellatif Kechiche, deben estar forzosamente en el Palmarés. Los demás pronósticos entran ya en polémica, entre los defensores de la italiana La grande bellezza, de Paolo Sorrentino, o la japonesa Soshite chichi ni naru, de Hirokazu Kore-eda. Hasta The Immigrant tiene a sus partidarios. Quién sabe. Recuerden que hace un año nadie le apostaba a la mexicana Post tenebras lux, de Carlos Reygadas, y acabó ganando el premio al mejor director.

Twitter: @walyder