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El cantautor festejará el aniversario el próximo 27 de agosto en el Teatro de la Ciudad

Jorge Buenfil celebra 40 años de avivar la llama de la trova yucateca

Fue discípulo de Alfredo Zitarrosa, de quien aprendió la disciplina, el otro lado de hacerse profesional

Pastor Cervera le encomendó continuar con la tradición de la música de mi tierra

Foto
Jorge Buenfil en una imagen tomada de su Facebook
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de agosto de 2013, p. 8

Haber sido guitarrista del músico uruguayo comunista Alfredo Zitarrrosa dejó a Jorge Buenfil dos enseñanzas: el rigor profesional y la coherencia, el ser y el pensar de una sola pieza; Pastor Cervera le dejó una encomienda: seguir con la gran tradición de la trova yucateca. Estos son sólo dos aspectos que hablan de quién es Buenfil, quien ofrecerá un concierto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el martes 27 de agosto, para celebrar sus 40 años de trayectoria.

En el escenario, desde las ocho de la noche se dará una reunión de amigos, tan sólo de unos cuantos: Omar Guzmán, director y arreglista del espectáculo; en las percusiones, Carlos García y Armando Montiel, y Arturo Guzmán, en la batería; en la flauta y saxofones, Alberto Delgado; guitarras, José Tabares y Ángel Chacón; Óscar González en el contrabajo. Además, dos de sus compañeros que llegarán de Mérida, Yucatán: Ricardo Vega padre y su hijo del mismo nombre, en guitarra y contrabajo, respectivamente, y Emiliano Buenfil, hijo de Jorge, en la guitarra.

De manera general, precisó, el formato constará de una primera parte en la que tocará unas seis o siete de sus composiciones; seguirá con trova tradicional yucateca; un homenaje a Zitarrosa con la canción ¡Ya basta!, para cerrar con otras piezas de su repertorio.

Jorge Buenfil Ávila nació el 10 de abril de 1952, en Tekax, Yucatán. En 1980 ganó el primer lugar en el Festival Nacional del Nuevo Bolero Mexicano, en el Distrito Federal. En 1987 se develó una placa en el Teatro Ciudadela de la Ciudad de México por haber realizado 200 presentaciones en todo el país de su espectáculo Canciones de amor, ayer y yo.

En 1999 se le otorgó la Medalla al Mérito Artístico que entrega el gobierno del estado de Yucatán a los artistas más destacados de la península; en 2000 ocupó el primer lugar en el Festival Juan Acereto.

Con gran ánimo, dijo que con el concierto celebrará el gusto de haber llegado a 40 años en esta carrera maravillosa, acompañado siempre por el público; tener compañeros tan especiales como con los que me van a apoyar el martes 27, y que durante 40 años siga uno de necio luchando por que la música popular siempre esté presente, en este caso la de mi tierra, la trova yucateca.

Recordó sus inicios, en los años 70, cuando se dedicaba al teatro. Éste lo llevó a la música. “De chiquillo tuve un tío trovador con el que crecí muy pegado, desde los seis o siete años. Desde ahí traía el gusto por la música. Estaba aquí, en el Distrito Federal, haciendo teatro, y surgió la oportunidad de hacer unas canciones para la obra que estábamos haciendo en ese tiempo; ahí comenzó todo.

“En 1973 busqué la oportunidad de trabajar en la música. En ese entonces estaban muy en boga las peñas. Al primer sitio en que caí, y a partir del que ya nunca paré, fue la Peña del Nahual, que primero la tenía Nacho Jiménez y luego Amparo Ochoa; estaba en Coyoacán. Ese fue mi primer trabajo, y de ahí para el real.

Después trabajé con los grupos Tupac Amaru, Machete y con Tehua. Después hallé el trabajo que más me ha marcado: el que hice con Alfredo Zitarrosa, en 1978. Toqué con él cinco años; en esos días comencé como compositor. Nunca dejé de cantar como solista ni lo que había aprendido de trova yucateca.

–¿Cómo lo influyó trabajar con Alfredo Zitarrosa?

–Más que el rollo ideológico, que para mí es compatible con muchas cosas, lo que me influyó muchísimo de Alfredo fue su gran disciplina hacia la música. ¡La gran seriedad con la que la tomaba! La forma tan extraordinaria de hacer sus textos y su música. Eso influyó mucho en mí, como gente, para seguir trabajando. Era muy profesional en los aspectos del escenario. Muy exigente. Me hizo ver el otro lado de hacerse profesional.

–¿Cómo fue trabajar con Carlos Díaz Caíto?

–Era mi compadre. Él me grabó alguna canción y trabajamos juntos, y tocamos con Zitarrosa.

–¿Y con Pastor Cervera?

–Esa relación me marcó. Nuestra comunicación se inició a mediados de los años 80. Regresé a Yucatán en 1990 y tocamos juntos en un programa de televisión que se llamó Los martes cantando se entiende la gente. Hicimos dúo todo un año y fuimos a trabajar a muchos lugares, como Guadalajara y el Distrito Federal. Pastor fue, es, uno de los bastiones de la trova yucateca. Él le da un estilo muy especial y peleó mucho por la limpieza al tocar trova. Él comentaba que con la llegada y el éxito de Los Panchos, los tríos y grupos yucatecos comenzaron a tocar como ellos. Criticaba, porque decía que así no se tocaba la trova yucateca, donde no existía la guitarra rasgueada, sino más bien era arpegiada. Pastor defendió mucho la trova, sobre todo en el caso del bambuco, ritmo de Colombia que adoptaron los músicos yucatecos. Quien le da la personalidad al bambuco en Yucatán es Pastor Cervera. Para mí fue un gran aprendizaje. Yo ya sabía tocar la guitarra, pero de él aprendí muchas formas de tocar la guitarra yucateca.

–¿Qué queda hoy de Pastor, de Acereto, de los grandes trovadores yucatecos?

–Mientras los toquemos, seguirán. Cuando se rescate lo que se hizo de calidad en Yucatán ellos siempre estarán. En el concierto tocaré algo de la trova, concretamente tres piezas de Pastor Cervera: La fuente, Miedo de amar y El collar. Eso más una de Palmerín, que se llama Que entierren mi cuerpo.

Otras joyas en el cancionero

Peregrina, de Palmerín y Luis Rosado Vega, divide a los trovadores…

–Sí, siempre ha habido eso. En Yucatán hay una fascinación por Peregrina, pero la trova es mucho más. Siempre digo que los trovadores de mi tierra se meten en los brazos de Peregrina, pero si se escarba en el cancionero yucateco ¡hay unos trabajos! Armando Camejo, que era actor y vivía en la ciudad de México, hizo algunas joyas. Lo de Ermilio Padrón López (mejor conocido como Chispas Padrón) me parece extraordinario… pero, bueno, siempre está lo que te venden turísticamente, como Rayito de sol o Peregrina, pero esto no es la trova yucateca, que es mucho más. Digo esto sin quitarle su valor a esas canciones.

Buenfil tiene pocos discos grabados, pero mucho material para hacer varios discos. Con el enorme apoyo de Omar Guzmán podré hacer algo al respecto.

–Dicen que a usted le toca continuar con la tradición de la trova yucateca…

–Eso han escrito historiadores yucatecos. Eso me decía Pastor. Lo importante es trabajar y la historia finalmente es la que te pone en tu lugar.