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Nuestra tragedia persistente, nuevo libro que da a conocer el historiador

Bloquear la democracia llevará a estallidos sociales: Meyer

Quiero dejar testimonio de este periodo de la historia política, señaló

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El investigador del Colmex en una imagen de 2009Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de septiembre de 2013, p. a11

En México, intentar que la democracia se mantenga sin funcionar es estar corriendo un riesgo muy serio, porque están taponando, y eso conduce a estallidos sociales, a manifestaciones donde la política normal falla y hay que recurrir a la fuerza o se tiene al país estancado, porque no hay posibilidades de una economía vibrante, con una población en situación de miseria o simplemente no es mercado, advierte el historiador Lorenzo Meyer, cuyo nuevo libro es Nuestra tragedia persistente. La democracia autoritaria en México. El país como un sistema híbrido.

Dice en entrevista: No es viable un sistema que está concentrando de tal manera la riqueza. Por la vía de una política no violenta, democrática se podría hacer frente a ese problema. No pueden quedarse, no es lógico que una de las familias más ricas del planeta, que es la de Slim, salga de una sociedad que tiene 45 por ciento de pobres; en esas condiciones la democracia no puede funcionar.

Es cierto, reconoce, que “no hay ninguna democracia que funcione bien, pero hay que intentarlo. Algunos países han vuelto a su mercado interno y a manejar las tensiones entre las clases sociales, sin cargar los dados en el proceso electoral, aceptan el riesgo de perder. En México quieren tener el control político, quieren tener el control económico, quieren que estemos en la época del despotismo ilustrado, cuando se les dijo a los habitantes de la Nueva España: ‘ustedes nacieron para obedecer y callar, no para intervenir en los altos asuntos de la política’. Eso es lo que dijo el virrey y es lo que estamos viendo ahora”.

A todos nos toca encontrar una salida, políticos, sociedad, universidades. “Pero como la clase política en su mayoría ya falló, pues nos toca desde la sociedad y en las universidades. La universidad es la que tiene mayor responsabilidad, porque el conocimiento lleva una responsabilidad ética. Pero sí, de donde yo más o menos me tomo para no terminar en el llanto, el pesimismo o en el suicidio, es que la sociedad mexicana está sometida al cambio, quiéralo o no. Ya no es la sociedad rural en la que se nutrió y vivió el autoritarismo del pasado. Ya no es la sociedad con tan baja información y educación formal del pasado. Ya no es la sociedad aislada y tiene un poco más de elementos, aunque los poderes fácticos y los intereses creados son enormes.

La sociedad mexicana está en el papel de salmón: tiene que nadar contra la corriente. Los intereses creados, los poderes fácticos, los partidos, son la corriente que va movida simplemente por la inercia, por la ley de la gravedad, el salmón es el que tiene el gran esfuerzo. Nadie dijo que la historia sea justa.

En este nuevo libro, publicado por el sello Debate, el investigador del Colegio de México ha querido hacer tres cosas. “Primero dejar testimonio. Como mi enfoque es histórico, quiero dejar testimonio de este periodo de la historia política de México para cuando yo ya no esté aquí, y que se vea que por lo menos, si no logramos el éxito democrático, estábamos muy conscientes de que no lo logramos y por qué no lo logramos; es decir, que no nos digan que nos hicimos guajes.

Que había una preocupación y que las fuerzas que derrotaron este esfuerzo democrático eran enormes, pero que sabíamos que el esfuerzo no había ido por el camino que debería, que la promesa no se cumplió, que quienes prometieron no cumplieron.

México, régimen híbrido

La segunda es el concepto de democracia autoritaria. “En principio no puede haber una democracia autoritaria, porque o es uno o lo otro, son antitéticos; sin embargo, creo que si tomamos como punto de partida teórico la existencia de sistemas híbridos o regímenes políticos híbridos, si se acepta –que se tiene que aceptar, porque la realidad nos dice que es un enfoque muy útil–, entonces México es un híbrido, y desde hace mucho tiempo”.

Al menos desde el siglo XIX con Porfirio Díaz, y ya en el siglo XX, México tiene el sistema autoritario más exitoso del planeta, que se define como un punto intermedio entre totalitarismo y democracia liberal. La característica central del autoritarismo es que el pluralismo político es limitado y quien lo limita es un grupo, una persona, un partido, que detenta el poder y dice quién entra al juego político, independientemente de lo que diga la sociedad.

La tercera intención es más utópica: que vaya percolando la conciencia de que nuestros problemas políticos, que reflejan y refuerzan el problema social, se pueden resolver, que el dedo de Dios no escribió nuestro destino, que ciertamente la historia política de México nos acorrala a veces, justamente por no tener una tradición democrática. Seguimos reforzando los elementos no democráticos; eso tiene que romperse. El libro es bastante pesimista.

–No es que sea pesimista: nos pone lo que ha pasado y que estamos repitiendo

–Sí. Un académico tiene que cumplir con su tarea. La educación de un científico político es estar siempre insatisfecho, incluso si es conservador reaccionario a ultranza. Las ciencias sociales nos llevan a cuestionar todo, a ver los errores, los defectos. La ciencia social es para estar inconforme.